"Madrid se enfrenta a un asesino en serie al que la policía atribuye al menos cinco muertos", publicaba El País en marzo de 2003. La trayectoria criminal del llamado asesino del naipe o de la baraja comenzó el 24 de enero de aquel año, hace dos décadas, y finalmente, su Tokarev TT-33, un arma que se trajo de Bosnia cuando servía allí como cabo del Ejército español, acabó a quemarropa con la vida de seis personas escogidas al azar e hirió de gravedad a otras dos.
La carrera criminal de Alfredo Galán Sotillo, que se entregó en la comisaría de Puertollano —su localidad natal— en julio de ese mismo año, empleado en Barajas y bajo tratamiento psiquiátrico por ansiedad, que tuvo en jaque a Policía y Guardia Civil durante siete meses, arrancó en el castizo barrio madrileño de Chamberí.
Sobre las 11.30 horas de aquella fría mañana del invierno madrileño, se adentró en la casa de Juan Francisco Ledesma, de 50 años, portero del inmueble número 89 de la calle de Alonso Cano, y le disparó a escasa distancia con el bebé de dos años de Ledesma como único testigo.
Doce días más tarde, un as de copas en el suelo de la Alameda de Osuna, cerca de Barajas. Al lado, el cadáver de Juan Carlos Estacio, de 28 años, empleado de la limpieza en el aeropuerto. "De rodillas contra el árbol", espetó Galán Sotillo, según declaró a la Policía. Se va a casa, almuerza y se echa una siesta. En la tarde de ese mismo día, 5 de febrero de 2003, merodea por un barrio de Alcalá de Henares, donde reside en ese momento.
Entra en el Bar Rojas, de la calle Río Alberche, y asesina con toda frialdad a Mikel Jiménez Sánchez, el hijo de la dueña, y a Juana Dolores Uclés, una vecina que había bajado al negocio a hablar por teléfono. Al irse deja herida de gravedad a la dueña del bar, que trató de esconderse tras la barra, y recibió tres disparos consecutivos.
Pasa algo más de un mes. Avenida de Viñuelas de Tres Cantos (7 de marzo de 2003). Se acerca a un joven, Santiago Eduardo, a quien dispara sin mediar palabra en la cara hiriéndole de gravedad. Junto a la víctima se encontraba su novia, Anahid C, a quién el homicida asesino intentó disparar también. La pistola se encasquilló. “Pensé: ya me tocó a mí. Después de unos minutos levanté la cabeza y ya no estaba”, declaró Anahid a la Policía. En la escena del crimen, otra carta, un dos de copas.
El quinto crimen se comete en Arganda del Rey, un 18 de marzo de 2003. Cambia de objetivo ipso facto al no encontrarlo tras bajar del coche. Revasa a un matrimonio, se gira y dispara en la cabeza al hombre, George, que muere en el acto. Aterrada, su mujer, Diona Magda, se protege con ambos brazos, pero no esquiva tres disparos en dirección al cráneo. En el escenario del crimen aparecieron dos cartas de la baraja española.
“No les avisó, les disparó de forma totalmente sorpresiva”, aseguran los investigadores en uno de los episodios de la nueva producción original de RTVE Play El Asesino de la baraja, la cual relata, a través de tres capítulos y un epílogo final los crímenes en serie ocurridos en Madrid hace 20 años y la ardua investigación policial hasta arrestar a Galán Sotillo.
"En este true crime —que ya se puede ver gratis en la plataforma de vídeos de RTVE Play— los testimonios de los investigadores, los testigos, y los periodistas de sucesos que siguieron de cerca el caso nos van desgranando, 20 años después, las pesquisas policiales de la investigación. Además, la serie muestra por primera vez material gráfico y sonoro del archivo policial y judicial del caso, que aporta una valiosa información al relato", ha informado TVE.
La sentencia en marzo de 2005 tras el juicio por los crímenes de Galán, sobre el que pesaba una confesión con contradicciones pero pruebas "irrefutables", destacaba su "desprecio por la vida humana". El 'asesino de la baraja', condenado a 142 años por matar a seis personas e intentarlo con otras tres, titulaba El Mundo. Galán fue condenado a un total de 142 años de cárcel, de los que no cumplirá más de 25, por lo que en poco más de cinco años saldrá en libertad. Ahora comparte prisión de máxima seguridad en Herrera de La Mancha, Ciudad Real, con otros criminales como Miguel Carcaño, autor confeso del crimen de Marta del Castillo.