"En la calle con dos niñas no te ves, me dijeron", reitera una y otra vez Rocío Jiménez (Jerez, 1978). "Pues ahora mismo estoy en la calle", prosigue, con lágrimas en los ojos. Rocío y su marido, Juan Castro (Jerez, 1976), se encuentran a las puertas del bloque donde su familia ha vivido durante los últimos 14 años. Una residencia que abandonaron anoche por la orden de desalojo de Bankia para este viernes 8 de febrero y por la mala gestión de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Jerez que no han sabido actuar a tiempo. "Que sepan que estoy en la calle y no hagan nada... Estoy muerta en vida", murmura Rocío para sus adentros. "¿Qué hago, dónde me voy ahora?", pregunta, sin obtener respuesta alguna.
El día amanece con una espesa niebla, a juego con el triste desenlace de esta historia. Un furgón policial, dos motos y nueve agentes de la Policía Nacional se han personado a eso de las 8:15 horas en el polígono San Benito (Jerez) para ejecutar el desalojo, que no se ha llevado acabo hasta las 9:30 horas. Frente al bloque también han estado presentes dos procuradores de Bankia, cerrajeros, el presidente de la asociación de vecinos, los concejales Kika González y Manuel Fernández de Ganemos Jerez, periodistas, vecinos de la familia y la hermana de Juan, quien en el momento en que Rocío ha entregado las llaves del piso, ha arremetido contra los trabajadores del banco, las asistentes sociales y la alcaldesa de Jerez. "Me voy a meté yo y le voy a dar el piso a mi hermano. Él no da la lata, 14 años viviendo aquí... Se quedan mis niñas en la calle", grita. "Ya están en la calle", enlaza su cuñada.
La familia fue desahuciada en enero de 2018, al no poder pagar al mes los 480 euros de hipoteca que tenían con Bankia. “Llevamos 10 años sin llegar a fin de mes, y más de 10 meses pidiendo un alquiler social o una vivienda de protección oficial”, explicó Rocío en una reciente entrevista con lavozdelsur.es. No obstante, en mayo de 2018, pasaron a okupar el piso en el que nacieron sus dos hijas, de 12 y 3 años de edad. En noviembre el año pasado llegaron a un acuerdo con el banco, en febrero tendrían que estar fuera. Sin embargo, los Servicios Sociales del Ayuntamiento estaban intentando negociar un alquiler social, es por ello que le dijeron a esta familia, que no recogieran sus cosas, que se iban a quedar en su casa. La sorpresa fue cuando, ni 24 horas antes del desalojo, la trabajadora social telefoneó a Rocío y le dijo que tenían que marcharse de la casa y buscarse, ellos mismos, un "alquiler urgente".
En la mañana de este viernes, ha llegado el desalojo. Ambos no han pegado ojo, ni bocado. Estaban a la espera de ver si el juzgado frenaba la orden de desalojo a última hora. Pero finalmente no ha sido posible. "Teníais que haber hecho otra cosa. En todos los casos donde ha habido menores, se ha frenado el desalojo", le comenta un agente de la Policía Nacional a Rocío. "El día antes no se puede presentar nada al juzgado. Ya es tarde", le dice otra agente de policía. "No sabíamos nada", consigue pronunciar la jerezana, entre nervios, rabia e impotencia por la situación que lleva sufriendo desde hace meses. "Esto no se lo deseo a nadie, ni a mi peor enemigo”, llora. "Salud y libertad para todos", vocifera Juan.
A la familia le está resultando imposible conseguir un alquiler ya que carecen de una nómina. "No encontramos nada por menos de 400 euros", dice Manuel Fernández, edil de Ganemos Jerez. "Queríamos que le aplazaran el desalojo y en ese tiempo, conseguir un alquiler", añade su compañera, Kika González, alcaldable de la agupación política. "Pero no tenemos garantías para poder alquilar, entonces nadie nos alquila", asegura la familia, frustrada. Rocío y Juan están buscando un “alquiler urgente” para poder dormir esta noche bajo un mismo techo. “Un poquito de humanidad”, es lo que piden.