El colegio Nuestra Señora del Rosario, más conocido como el Beaterio de Jerez, ha excluido, según denuncia su familia a un alumno del ‘protocolo’ establecido por el centro educativo concertado para las primeras comuniones que se celebrarán en estas fechas y que organiza el propio equipamiento educativo. La causa es que el pequeño no vestirá el traje de marinero que allí se exige como norma para poder intervenir en toda esta ceremonia.
Los padres se han negado a entrar por esta “tradición instituida” en el colegio al entender que para el acto religioso no es necesaria esa exigencia. Entienden que va contra el espíritu que debe primar en esta celebración y, en gran medida, que va contra los principios cristianos que defienden los padres y no por una cuestión económica.
La historia arranca cuando en una reunión de padres y madres para informales de los detalles del acto, encuentro que se llevó a cabo en el segundo año de la catequesis que reciben los niños y niñas como preparación, se les informa que según esa “tradición” estos vestirán un mismo modelo de traje, ellos de marinero y ellas el clásico de color blanco y con un lazo rosa, un color concreto que es el elegido y el que se vende; no lo pueden cambiar porque a la pequeña le guste otro tono, ya que deben comprar obligatoriamente la vestimenta en un mismo establecimiento que ya ha elegido previamente el colegio.
En esa reunión, los padres del pequeño Telmo dan a conocer su posición contraria a tener que hacer ese desembolso, no por no poder asumirlo económicamente; más bien por entender que en la situación actual no es lo adecuado: “Los 165 euros que cuesta el traje los destinaremos a una acción benéfica y así se lo hemos dicho a nuestro hijo”, comenta la madre, Eva Torquemada a lavozdelsur.es.
Ante esta postura, la respuesta de las religiosas del Beaterio fue que Telmo hiciera la comunión solo en la capilla del colegio, un día diferente a sus compañeros pero sí oficiada por el mismo sacerdote que le ha formado para este día. Más tarde, la alternativa cambió: el alumno podía recibir la comunión en el mismo templo que todos sus compañeros, en San Dionisio, ya que la capilla del centro educativo es pequeña para acoger a tanta gente, pero sin estar sentado con ellos.
Estará en una de las bancas de la iglesia junto a sus padres; no en la zona prominente donde estarán todos. Además, comulgará el último y tampoco participará de la ‘procesión’ que todos los nuevos comulgantes harán caminando desde el Beaterio hasta el cercano templo, en pareja y cogidos de la mano. Él los esperará junto a sus progenitores en la iglesia.
“Dijimos que no nos parecía justo. Después de pasar un año de pandemia no veíamos conveniente tener un gasto extra en una cosa que no la veíamos, que no tenía sentido”, argumenta Eva, que entiende que “hacer la comunión es otra cosa, o al menos es lo que yo pensaba, y dijimos ahí en esa reunión que no estábamos de acuerdo”. Curiosamente, se da la circunstancia de que Eva Torquemada es profesora de Educación Especial y está habilitada para dar clases de Religión en los institutos, por lo que su formación le da una perspectiva y una visión diferente sobre este asunto.
"El no ha estado con sus iguales, lo van a sentar detrás junto con los padres"
En su relato cuenta que tuvo una reunión con una de las religiosas del colegio en la que “me dijo que no se podía ir de una manera diferente porque eran unas normas del colegio y que si mi hijo no iba igual que el resto de los niños del colegio, se le daba la posibilidad de hacer la comunión el último día de catequesis en la capilla del colegio, a lo que me negué”. Entiende que su hijo había estado casi dos años preparándose con sus mismos compañeros “y que me parecía una manera de discriminarlo porque no fuera vestido igual” y aclara que “no es que no podamos comprarle un traje, la historia es que no me sale de dentro comprarlo de esas características para ponérselo un día y tener un gasto económico que no es necesario, y más para hacer la primera comunión”.
Eva explica que “hoy, por ejemplo, ha tenido la primera prueba que hacen en el colegio para el acto, van a la iglesia todos juntos; él no ha estado con sus iguales, lo van a sentar detrás junto con los padres”. En medio de todo esto está el pequeño Telmo al que le han explicado sus padres que “le hemos inculcado cuál es la prioridad: hacer la comunión, que la hará con sus amigos, el mismo día que ellos, pero que lo vamos a acompañar nosotros como sus padres que somos”.
Los padres tienen claro infundir a su hijo un principio que espera que entienda, "le estamos diciendo que es un privilegio tener esa visión de cómo se siente una persona cuando la rechazan o cuando la destrozan por ir de una manera diferente vestido o por tener una idea diferente”. Eva profundiza en su planteamiento: “Eso es lo que es la religión realmente, lo que yo valoro como religión y no el hecho de ir todo el mundo con el mismo vestido, que es lo que pretende en ese colegio (…) O sea, a Telmo estamos tratando de que entienda y comprenda qué es lo importante de todo esto: hacer la primera comunión”.
"Nos dicen que no hemos hecho el esfuerzo como el resto de sus compañeros"
“Nos dicen a nosotros que no hemos hecho el esfuerzo desde mi familia, como el resto de sus compañeros”, se lamenta Eva, que así se lo dicen las religiosas en una carta, misiva, a la que ha tenido acceso lavozdelsur.es, que exigió la madre para que constara por escrito las condiciones para que su hijo pudiera ser un igual en esa primera comunión.
Como se ha indicado anteriormente, Eva Torquemada tiene la idoneidad eclesiástica para poder dar clases de religión y refiere que “en ningún momento durante los estudios me han explicado y me han dicho que esto es lo normal, es todo lo contrario a lo que tú has estudiado y contrario a los principios de la religión y no creo que sea la Iglesia, o espero que no. De todas maneras, el que mira hacia otro lado también está haciendo lo mismo”.
Para concluir, la reflexión final que hace la madre la sustenta en que “si el criterio es que vayan de una forma sencilla yo lo acepto; si el criterio es que vayan vestidos de blanco, bueno, pues van vestidos de blanco, cada uno del blanco que pueda. Lo que no es lógico es ir a comprar un traje que vale ciento y pico de euros o en el caso de los niños 165 euros”. Insiste en que “el problema no es económico, afortunadamente. Es una cuestión de ideales”.
La carta
En la carta que remite a los padres de Telmo, firmada por el equipo de catequistas del colegio, se parte de la base que es “una tradición instituida desde que el colegio inicia su funcionamiento que los niños y niñas que celebran la primera comunión con nosotros lleven el mismo traje o vestimenta”. Justifica esta medida “para que ningún niño o niña destaque del resto del grupo”.
La misiva subraya que “todos los niños y niñas han asumido esta normativa, no sin grandes esfuerzos, por lo que entendemos que vuestro caso —los padres— no puede ser la excepción”. Finalmente, ofrece que el niño lo haga en la capilla del colegio, el último sábado de catequesis y con le sacerdote que le ha acompañado en este curso”.