La escasez de materias primas, la huelga de transporte ante el insoportable precio del combustible, la actual situación bélica de Ucrania... La tormenta perfecta se cierne sobre los más débiles. A nivel comercial, son las tiendas de barrio, el comercio de proximidad, el que más sufre la actual coyuntura. En Jerez ya se empieza a notar la ausencia de productos en los lineales de los supermercados, pero quienes más están sufriendo esta situación son los pequeños comercios.
En una de las barriadas más pobladas de la ciudad, la de La Granja, hay multitud de pequeñas tiendas dedicadas a la alimentación donde sus dueños tienen claro que viene una época de vacas flacas y que tocará (otra vez) apretarse el cinturón.
El transporte de mercancías está siendo un auténtico quebradero de cabeza para los dueños de estos negocios, ya que la huelga indefinida está dificultando la llegada del género. Además, en el caso del pescado, con los barcos sin salir a faenar, el parón es casi total. Antonio Madrugón, dueño de la Pescadería Madrugón en la plaza Ubrique, comenta que “el martes pasado nos avisaron de que los barcos no iban a salir a faenar al menos hasta finales de marzo. Ya no nos dejan sacar el pescado que traíamos del norte o de Portugal”.
La situación es insostenible, “El marinero tiene que jugarse la vida, además de pagar las tasas de pesca y el combustible que está por las nubes. Si encima el pescado que trae no se lo pagan en condiciones, porque el pescadero tampoco le puede sacar rentabilidad, es un desastre”.
Sobre la escasez de género alerta de que se está notando y mucho: “El cazón, la dorada, el mejillón… de cualquier producto que venga de fuera de Andalucía no hemos tenido nada estos últimos días y los mayoristas nos están enviando listas de lo que hay y lo que no hay”. Por si fuera poco, la mercancía que sí pueden comprar ha visto cómo elevaba muchísimo su precio, “Lo que nos llega ahora viene costando entre 3 y 4 euros más caro que antes”, algo que también se refleja lógicamente a la hora de venderlo al público. “Hoy en día el pescado es un artículo de lujo por el precio que tiene. Si le subes el precio, ya los clientes se piensan que estás abusando de ellos”.
Además, Antonio denuncia que las decisiones que se están tomando están perjudicándoles aún más en beneficio de las grandes superficies: “Están fomentando el gran comercio y a nosotros nos aplastan cada vez más. Yo no puedo competir con un supermercado que compra varias toneladas de pescado porque les sale más barato y a ellos sí les dejan salir del muelle”. Por su parte, están intentando llevar a cabo medidas para paliar un poco esta difícil situación: “Nosotros estamos haciendo reparto a domicilio, intentamos poner algunas ofertas, pero no es suficiente. Al menos de momento nos da para mantenernos”, reconoce.
La fruta y la verdura también se están viendo afectadas por la huelga de transportes. Dolores Pérez es dueña, junto a su marido Antonio Ríos, de la Frutería Antonio en la plaza Ronda de la populosa barriada jerezana. Ella explica que la mayoría de su género es de cercanía pero que, igualmente, se está viendo afectado por los piquetes: “Si mi marido tiene que ir al mercado ahora no sabe lo que va a haber allí. Nosotros entendemos la huelga pero también somos conscientes de que nos va a afectar porque vamos a tener menos acceso a determinados productos y va a subir el precio del resto”.
Al igual que ocurre con el pescado, la fruta y la verdura han aumentado mucho su precio y eso provoca que se tengan que vender en las tiendas a un mayor precio que antes, “Ahora mismo está todo carísimo y los vecinos se quejan con razón porque con pagas y sueldos tan pequeños como los que tienen no les llega para seguir comprando como antes”.
Sobre el negocio, comenta que se están manteniendo como pueden pero están notando los efectos de la crisis. “No podemos subir más los precios porque si no, no venderíamos los productos, de modo que estamos sacando menos beneficio que antes”. Con la intención de tratar de compensar estas pérdidas Dolores y Antonio han intentado introducir algunas novedades en el negocio, como la venta de aceite de oliva de la Sierra de Cádiz, por encargo y en la tienda. No es suficiente. "La luz ha subido, el agua ha subido, la cuota de autónomo ha subido y además ahora tenemos que luchar también con los precios”.
La incertidumbre se ha apoderado de todos los sectores, también del cárnico. Rosario Jiménez, carnicera en Cárnicas Madrugón en la plaza Ronda explica que la huelga de transportes está provocando que las mercancías lleguen tarde o incompletas: “Algunos mataderos nos están enviando lo que pueden y otras veces se nos están retrasando los pedidos, sin embargo nosotros estamos pidiendo más para que a nuestros clientes no les falte nada”. A todo esto, se queja de que los piquetes están dificultando todavía más la llegada de los productos, “A unos los dejan pasar, a otros no… hoy mismo me han hecho el favor de traerme un encargo en una furgoneta particular pero estamos teniendo muchos problemas”.
El grano con el que se alimentan a los animales en las granjas proviene en gran parte del Este de Europa y su ausencia también se está haciendo notar. “El precio de todo está subiendo continuamente y la carne es un producto que hay que comprarlo fresco”. Pese a todo, Rosario insiste en que ellos siguen ofreciendo todos los productos para sus clientes: “Hay que trabajar mucho, pero de momento les podemos dar todo lo que piden”.Incluso señala orgullosa que algunos precios aún los han conseguido mantener: “Algunas ofertas que ofrecemos son de hace un par de meses, cuando los precios eran más bajos. No sé cuánto las vamos a poder aguantar, pero si las podemos mantener lo vamos a hacer”.
Un aspecto que señala con fuerza Rosario es el del trato tan cercano con el cliente que ofrece un comercio de barriada: “En las grandes superficies el cliente viene, compra y se va, aquí nos conocemos todos, hablamos, nos vemos por la calle y al final tenemos que cuidarlos porque nosotros comemos gracias a ellos”. Y resulta esperanzador para ellos ver que los clientes mantienen su fidelidad, a pesar de lo complicado de la situación. “Ahora por 50 euros la gente se lleva menos carne que antes, pero siguen viniendo porque nosotros estamos mirando por ellos. Los productos los tratamos con muchísimo cariño porque necesitamos que la gente se quede con nosotros”.
Es complicado prever cuánto durará esta escalada de precios. De momento, el Gobierno está estudiando cómo puede actuar ante esta compleja coyuntura, pero mientras tanto, los pequeños comercios tendrán que seguir haciendo malabares para poder mantenerse a flote y seguir ofreciendo a su fiel parroquia los productos que demandan sin que disparar los precios.