María Román Fontalba tenía seis años cuando su hermano Francisco, de 15, desapareció hace ahora 42 años en Los Barrios. Había tenido problemas en casa y un día decidió tomarse las cosas a la tremenda. Se llevó unas pocas pertenencias y salió de casa, dejando atrás la vida que conocía, madre, padre y siete hermanos. Al poco de su marcha envió una carta. Decía que estaba en la zona de Levante, trabajando en un taller. Su madre viajó hasta Valencia para buscarlo, pero no dio con él. Nunca más supieron de su paradero. Y eso, a pesar de que acudieron al mítico Quién sabe dónde, de Paco Lobatón, que tan buen resultado dio a muchos. En casa lo dan por muerto porque, explica María, cuando desapareció no tenía siquiera DNI. “Si se lo hubiera sacado, seguro que hubiéramos sabido algo por parte de la Policía. Además, aunque en su momento se fuera de casa enfadado, en un momento dado puedes recapacitar y llamar a tus hermanos, a tu madre… Si no ha llamado es porque está muerto”.
Se calcula que en España hay unas 4.000 personas desaparecidas. Solo en 2016 se denunciaron 21.536 casos, de los cuales quedaron por resolverse poco más de 1.500. Guardia Civil y Policía Nacional distinguen entre aquellas de bajo riesgo, la gran mayoría, y de alto riesgo, menos comunes pero muy mediáticas, caso del menor desaparecido en Níjar. “La teoría dice que siempre que hay un menor desaparecido, el caso es de alto riesgo, pero hay excepciones, como aquellos que se escapan de los centros de menores o aquellos que por temas familiares se escapan de casa llevándose ropa, cartera y móvil”, explica a lavozdelsur.es el responsable en Cádiz del Grupo de Delitos contra las Personas de la Guardia Civil.
"Desde la Guardia civil pensamos que hubo negligencia, porque si hubieran dado parte a todos los cuarteles y pueblos… Un menor no desaparece así por así"
Es el caso de Francisco Román. Cuando desapareció, además, las cosas funcionaban de otra manera, lamenta su hermana María. “Desde el primer momento no se dieron los pasos oportunos. Desde la Guardia civil pensamos que hubo negligencia, porque si hubieran dado parte a todos los cuarteles y pueblos… Un menor no desaparece así por así. Alguien lo tuvo que ver haciendo auto stop, en una estación de autobuses…”. Efectivamente, las cosas han cambiado. Ahora, desde el primer momento que se denuncia una desaparición, tanto Policía como Guardia Civil actúan, aunque siempre considerando las circunstancias de cada caso. “Las unidades territoriales recogen la denuncia y se hace una valoración de riesgo, ya sea bajo o alto. Esa valoración pasa a un equipo de policía judicial, que confirma el riesgo, y si se confirma que es alto, se remite a la unidad orgánica, en este caso el Grupo de Delitos Contra las Personas”, explica el responsable del mismo a lavozdelsur.es.
La gran mayoría de las desapariciones son voluntarias y se resuelven. Solo un porcentaje reducido está considerado de riesgo
López, señala que actualmente el protocolo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado “se lleva a rajatabla. Hay una circular del Ministerio del Interior que funciona muy bien. El error puede ser en clasificar la etiología. Cuando se sospecha que hay un desaparecido no hay que esperar ningún plazo para denunciar, lo que pasa es que obviamente la policía tampoco puede saturarse y en determinadas desapariciones son más cautelosos. Pero normalmente cuando entra una denuncia por desaparición se hace un sondeo para estudiar la posible etiología e iniciarse así los protocolos de búsqueda, pasando la denuncia a policía judicial para comprobar si hay algo de índole criminal”.
SOS Desaparecidos atendió el pasado año 3.747 casos y familias, de los cuales en 837 activó la alerta de desaparición y difusión. De esos, aparecieron con vida 587 personas y sin vida, 144. A 31 de diciembre de 2017 aún seguían desaparecidas 106 personas. Estos datos son calificados desde la entidad como “esperanzadores”, tras compararlor con las 31 alertas de la misma tipología que se desactivaron en 2016. Según explica el vicepresidente y coordinador general de la asociación, Francisco Jiménez, “en el caso de los desaparecidos españoles, la localización fue posible gracias a la difusión de las alertas por parte de numerosas personas y también a la información que recibimos a través de nuestros teléfonos, que permanecen activos las 24 horas del día los 365 días del año”. Jiménez indica que la colaboración entre la asociación y las distintas entidades internacionales resultó “fundamental” para el hallazgo en España de los ciudadanos europeos y de otros lugares del mundo.
Desgraciadamente, aunque el porcentaje de personas que aparece es alto, aquellos que no logran encontrar a un ser querido viven en una angustia permanente. La familia Román acudió a SOS Desaparecidos para difundir el caso de Francisco, pero su hermana María afirma que en su familia el tema es “tabú”. “El no saber siquiera en qué calificativo está, si muerto sin identificar o si desaparecido es lo peor. Mi madre ya tiene casi 89 años y su cabeza no está bien, pero antes hablaba de él todos los días y se preguntaba dónde estaría. Nosotros la animábamos, diciéndole que en internet estaba su foto, pero como una manera de conformarla”.
Por ello, afirma que “esto es como vivir siempre con un luto que no tienes, un duelo que no acaba nunca, porque cuando mi hermano desaparece, en casa se acabaron las ferias, las navidades… Hasta que vas creciendo y ves que tienes que tener tu vida, no te acostumbras a ello. Pero no se te olvida nunca, porque te acuerdas todos los días, y más cuando tienes hijos y ves el sufrimiento de mi madre por haber perdido a uno”.