Allá por el siglo XVIII, cuando las obras de Goya advertían de que "el sueño de la razón producía monstruos", las ideas se propagaban como el viento en la sociedad. En un ambiente en el que el cultivo de principios y valores arrojaban “luz”, la masonería tuvo su gran florecimiento y Cádiz se convirtió en la provincia con más logias de España.
“En la época de la ilustración, se empezó a hablar de democracia y votaciones cuando había gobiernos y monarquías dictatoriales, no te dejaban hablar de democracia en las calles, te apaleaban, entonces la masonería se convirtió en un refugio”, expresa Luis Montes, conocido como Lucho, peruano y piloto de Iberia jubilado que se hizo masón en el año 1981, hace ya casi 40 años.
“La democracia es la libertad para exponer tus ideas en la calle, pero no en la logia, por eso la masonería como organización jamás se pronuncia para votar por ejemplo si hay ley del aborto”, comenta Lucho, que se adentró en este mundo porque tenía un tío “muy católico, héroe nacional de aviación, y cuando vi la documentación resulta que era masón y gran vergüenza de mis tías, que eran del Opus”.
Desde entonces a Lucho le picó la curiosidad hasta llegar a convertirse en diputado gran canciller dentro de la Gran Logia de España de Masones Antiguos, libres y Aceptados, una especie de ministro de asuntos exteriores. También acabó ingresando en La Constitución nº 63, la logia más antigua de la provincia gaditana en activo, fundada en 1992, donde ha sido venerable maestro en cuatro ocasiones.
Además de esta organización, existen en Cádiz otras logias repartidas por la provincia, algunas son regulares, es decir, totalmente masculinas, otras femeninas y otras mixtas. Destacan los Obreros de Hiram nº 24 en El Puerto, Trafalgar nº 168 en la Línea de la Concepción y en Algeciras, y otras tres logias militares en la Base militar de Rota. Según Lucho, en total “no debemos ser muchos más de ciento y poco masones”, de los 4.000 que hay en España.
Los requisitos para entrar en estas logias regulares son ser varón, mayor de edad, ser buena persona, querer mejorarse y tener convicción de que existe un gran creador. Aquellos que cumplen con lo establecido, pueden comenzar a participar en los llamados ritos masónicos, siempre envueltos en un halo enigmático y misterioso que ha hecho volar la imaginación de la sociedad desde antaño.
“Hay gente que se inventa cosas que no son, que si chupamos la sangre a los niños, que si hacemos aquelarres, es mentira, no hacemos nada de eso”, comenta Lucho sentado en una silla en la segunda planta de un restaurante de Jerez, donde desde hace siete años celebran lo que ellos llaman tenidas.
En un espacio repleto de símbolos, los masones llevan a cabo el rito escocés que consta de 33 grados de perfeccionamiento superados ya por Lucho, aunque hay varios como el americano o el de York. “Nosotros estamos aquí para prepararnos, tratar de ser buenas personas y tener una mentalidad limpia y equilibrada”, dice el que ha navegado por medio mundo en un velero en 65 días ininterrumpidos.
En las tenidas, que suelen durar dos horas, los hermanos se sumergen en una especie de juicio en el que uno de ellos expone un trabajo filosófico sobre temas sociales, la emigración o el hambre en el mundo, pero “sin entrar en política ni en religión, aunque en la logia haya personas de todas las ideologías y religiones”, dice Lucho que siempre ha estado con los Jesuitas.
Una vez que el masón expone sus creencias en un atril presidido por una biblia cristiana, “en las logias que no son regulares se pone la Constitución o la declaración de los derechos humanos”, los presentes comienzan un debate de preguntas hasta llegar a unas conclusiones. Así, los masones piensan y reflexionan siguiendo a rajatabla un ritual procedente de la Edad Media en el que “hablamos en castellano regio, nos hablamos de vos y tenemos que dar una serie de pasos al entrar, abrimos nuestras tenidas con el himno nacional de España y con la mano en el pecho, eso es obligatorio en todas las logias”.
Según Lucho, "los masones son patriotas", por ello, entre los elementos que componen el templo se distingue una bandera española, junto a la que se sitúa el escudo de la Gran Logia de España, que todas tienen presente, y el estandarte propio frente al que se colocan unos 25 hermanos, en el caso de la logia La Constitución nº63.
El peruano, a sus 77 años, recorre el local señalando cada uno de los símbolos masónicos que lo adornan, el triángulo equilátero “con el ojo que todo lo ve, que puedes considerarlo tu conciencia, tienes que portarte bien porque te está mirando”, la escuadra, “es la rectitud”, el compás, “que significa que debes tratar a todo el mundo por igual”, o la espada flamígera que se utiliza para abrir las exposiciones de los trabajos o cuando un hermano sube de grado “A la Gloria del Gran arquitecto del universo” (a.l.G.d.G.a.d.u.), inscripción común en las logias españolas.
Según Lucho, en la actualidad, la mayoría de los masones que practican estos ritos son médicos, abogados, pertenecientes a profesiones liberales y militares en activo o retirados. “Cuando entré había muchos políticos, pero ahora hay muy poquitos, la masonería es una institución filosófica, cultural y de preparación, hoy los valores morales han caído tanto que eso también se refleja en nuestros políticos, ya no tienen interés en ser masones”, expresa el que no cree que esta organización se asocie a ámbitos de poder.
A lo largo de la historia, la masonería se ha enfrentado a numerosas trabas para poder continuar su actividad. Hasta el año 1717 estuvo protegida por la Iglesia, “los masones eran los albañiles que construían las catedrales”, cuenta Lucho. Sin embargo, en esa fecha, cuando un pastor anglicano, Anderson, publicó unos estatutos en los que acogía a personas de todas las religiones, “la Iglesia se puso de uñas y nos acusa de entidad secreta que maquina contra ella y de ser un peligro para el estado, y así empieza la gran oposición hasta que Juan XXIII levantó la excomunión”, relata el que tiene grandes amigos que son sacerdotes y, también, masones.
A su vez, los masones han sufrido la represión de los regímenes totalitarios “porque manejamos una cosa peligrosísima que se llama libertad, el único que nos admitió fue Cuba y porque José Martí, el libertador, era masón, luego llegó Fidel Castro, que era muy listo y también la aprobó, pero los maestros los designaba él…”.
En España, antes de la Guerra Civil se distinguían numerosas logias, pero Franco prohibió la masonería y numerosos masones fueron perseguidos y fusilados. En cambio, en Cádiz el dictador hizo una excepción, “sí autorizó la masonería a los americanos de la base de Rota, pero con tal de que no iniciarán a ningún español”, recuerda Lucho.
Las persecuciones han llevado a las logias masónicas a seguir manteniendo la discreción, según Lucho, “en aquella época quién iba a decir que era masón, había que callarse la boca, y actualmente todavía somos mal vistos en determinados puntos de la sociedad, por el desconocimiento o por la educación que han recibido, aunque creo que la gente se va culturizando”. Por ello, a veces los masones optan por mantener en secreto su condición, como un amigo del peruano que “era asesor fiscal, pero la mayoría de sus clientes eran muy religiosos, y si se enteraban se quedaba sin trabajo”. Pese a los obstáculos, la masonería combate la intolerancia y la ignorancia, “que son el germen del fanatismo” y desempeña labores invisibles de ayuda humanitaria en la sociedad gaditana.
La logia de los Obreros de Hiram nº 24, asentada en El Puerto, lleva desde 2011 mostrando su solidaridad con los más desfavorecidos. Además de trabajar en el crecimiento personal, “nos dedicamos a la proyección social exterior a partir de nuestro comportamiento y de nuestra visión del mundo”, explica Luis Fernando de la Macorra y Cano, malagueño afincado en Portugal, que se interesó hace 7 años por esta institución porque sus dos abuelos eran masones, “el materno era militar y republicano y el paterno aristócrata y adinerado”, comenta.
Durante la pandemia, esta organización ha presentado un papel muy activo, “hemos colaborado con diferentes colectivos que lo necesitaban aportando cantidades dinerarias y material de protección”. En este sentido, donaron 1.000 viseras fabricadas con impresoras 3D a hospitales, centros de salud, policías y personal de residencias. Además, se encargan de realizar han realizado labores de atención a personas mayores y dependientes y han contribuido a la compra de alimentos para comedores sociales.
La organización, que cuenta con 10 miembros, es la única de la provincia que tiene el privilegio de celebrar sus ritos en un templo construido, localizado en algún rincón desconocido de El Puerto, al que Luis Fernando viaja todos los meses para participar en las tenidas, hasta este último curso, como venerable maestro. Actualmente, la mayoría de las logias gaditanas no disponen de templos fijos, por lo que recurren a su montaje y desmontaje en locales cada vez que celebran el rito escocés.