Alfred Sven Karl Lundberg nació el 3 de febrero de 1947 en Duisburgo (Alemania). Hay certificados que afirman que murió un año después en Chipiona (Cádiz), en el sanatorio marítimo de Santa Clara. Para su madre, con 94 años y residente actualmente en Suecia, Fred es un bebé que le arrebataron a finales de los años 40 del siglo pasado y cuya pista desde entonces perdió para siempre. Fred es un bebé que no se perdió por arte de magia y que seguramente no murió cuando dijeron que había muerto. Sus padres llegaron a cotejar la foto de su supuesto cadáver y coincidieron en señalar que aquel no era su hijo. Hoy Fred tendría (o tiene) 73 años y, de estar vivo, una parte de su cuello sería más corta que la otra de no ser por un trozo metálico de alrededor de un centímetro que le injertaron de pequeño. Los informes contradictorios, una supuesta insolación... ¿Quién se llevó al niño? ¿Murió realmente?
"No sé si está vivo, creo que sí. No quiero morirme sin saber qué le pasó a mi hijo", implora esta madre al otro lado de la pantalla, con unos ojazos azules donde solo navega el recuerdo de su pequeño. En la sede de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y, con la ayuda del periodista y escritor Wayne Jamison, Irmgard Lundberg recuerda mediante una videoconferencia que, aunque le quede poco de vida, su obsesión sigue siendo obtener algún indicio de qué pasó con Fredie tras perderle la pista en Chipiona.
Antes de eso, esta historia arranca en Tánger. Allí han llegado en el año 48 los Lundberg ante una irresistible oferta de trabajo al cabeza de familia, ya fallecido. Allí es donde conocerán al sujeto clave en este truculento episodio, otro más, en el largo y triste serial de casos de bebés robados que se vinieron registrando en la España negra y en los primeros años de la renovada democracia. El sujeto clave de este caso concreto, el de probablemente la madre viva más longeva del mundo que en este momento sigue buscando, más de siete décadas después, a su hijo robado, responde al nombre de Luis Gurruchaga.
Los Lundberg con su pequeño Fred. FOTO: CEDIDA
Dice ser originario de San Sebastián, médico y director del sanatorio de Chipiona. Viaja a menudo a Tánger y entabla amistad cada vez más cercana con los Lundberg. El pequeño Fred padece, entre otros problemas de salud, una hernia inguinal y, pese a las reticencias iniciales, los padres aceptan, previa recomendación del cónsul sueco en Tánger, que el supuesto doctor traslade al niño un par de semanas al sanatorio de la costa noroeste gaditana para curarle. A finales de mayo del 48 el pequeño llegó a Chipiona. Gurruchaga siguió yendo a Tánger, les iba dando largas a los padres sobre el estado del pequeño, y en diciembre de ese año es cuando les comunica que el niño murió en junio debido a una insolación tras un día de playa —en el certificado que firmó escribe como causa de la muerte "colapso periférico"—. Y les traslada que había sido enterrado en un nicho del cementerio de la localidad gaditana. Entonces les muestra una foto del cadáver del niño. Sus progenitores coinciden: no es Fred.
Y es entonces cuando descubren que en realidad Gurruchaga es Frederich von Freienfels —la segunda de las ocho identidades que llegó a tener— y que también era conocido con el apodo de doctor pirata, un falso médico que se las apañaba con la penicilina, que no estaba si quiera colegiado, y que contrabandeaba en aguas del Estrecho y en el entorno de Tánger, llegando incluso a ser apresado y escapado a los pocos días. En Chipiona dejó de ser el doctor Gurruchaga y pasó a ser el doctor pirata. Se fue a Argentina, volvieron a verle en Madrid con los años, casado con una ultracatólica y viviendo en el barrio de Salamanca. Y por si fuera poco, descubren que en realidad este falso médico era un hombre distinguido con la Cruz de Hierro —la más alta condecoración del III Reich—, y con un pasado muy activo, por tanto, de vinculación al nazismo.
Certificado de defunción del niño que firma Gurruchaga.
El periodista roteño Wayne Jamison llega a esta historia fruto de su investigación de los refugios nazis en la costa gaditana y al encontrarse preparando expresamente un libro en torno a la figura del doctor pirata. El escritor, que aún no tiene rematado un trabajo en el que asegura que mostrará pruebas sobre la verdadera identidad de Gurruchaga (o Freienfels, o como se llamase) y su participación en campos de exterminio de las SS de Adolf Hitler, no quería esperar a su publicación para lanzar este "último grito desesperado de esta madre". "Cuando los padres al poco tiempo de la desaparición de su hijo inician la lucha con la Interpol, la embajada, el Ministerio de Asuntos Exteriores sueco... aquello no llegó a ningún lado y no lo hizo, entre otras cosas, porque este personaje, como otros muchos, acaba en España refugiado y amparado por el régimen, viviendo tranquilamente. Todo eso nos hace pensar, y esto es suposición propia, que nunca se llegase más allá". El caso se cierra hasta 2011.
En esa fecha, Liana Romero, con 87 años, hija de la llamada Mata Hari del Sur —la agente doble Larissa Swirski—, y que también ha comparecido en rueda de prensa como testigo del caso, publica en Diario de Cádiz un artículo sobre el doctor pirata. "Frederiche von Freienfels pasó a ser el doctor Luis Gurruchaga Iturria cuando se refugió en Chipiona. El médico pronto se hizo popular entre los lugareños por su enorme carisma y su gran profesionalidad", destacaba un artículo que llegó a los padres de Fred. "Se abrió una pequeña puerta a la esperanza", remarca Jamison, quien retomó la investigación el pasado año tratando de arrojar luz a lo que pudo haber pasado. Romero, que recuerda a Fred como "un niño adorable; a mí me encantaba", tenía 15 años cuando supo del pasado del falso doctor Gurruchaga. "No hablaba de su familia ni desplegaba fotos a su alrededor. Llegado el momento, su mirada azul acero cortaba cualquier atisbo de interrogatorio", contaba en su escrito, añadiendo que anduvo por Dachau, Mauthausen, o Auschwitz, "donde los médicos hacían atroces experimentos".
Irmgard Lundberg, en videoconferencia, tras Terrazas y Romero. FOTO: EULOGIO GARCÍA ROMERO
"Conocí a Gurruchaga en su etapa de Mr. Hyde, porque era también Jekyll, y en aquella época llegó a volcarse tras la explosión de Cádiz; saltó como un resorte con sus antibióticos e instrumentos y se fue a salvar vidas", ha expresado Romero ante los medios. En su escrito, en cambio, también describía a ese siniestro doctor Jekyll: "Desveló cómo había gaseado un tren repleto de judíos con destino a un campo de exterminio. No se jactaba de ello, más bien era un abrir el paso a los fantasmas que le perseguían desde entonces". Entre todo ese pasado, uno perturba a Irmgard Lundberg desde hace más de 70 años, el fantasma de su hijo Fred. Que puede que muriera, pero que a la vista de todos los indicios, puede que fuera robado y entregado a otra familia donde tuvo la vida que no pudo vivir con sus padres biológicos.
En la rueda de prensa también ha estado Luisa Fernanda Terrazas, presidenta de la asociación SOS Bebés Robados en Jerez. Solo en esta ciudad hay un historial de 200 casos que no han parado de crecer en los últimos años. Antes de que el tiempo, como a Irmgard Lundberg, se les agote. "Luis Gurruchaga mintió y tengo el pálpito de que mi hijo sigue vivo en alguna parte", sostiene su madre.
La familia ruega la colaboración con cualquier pista sobre el paradero de Fred en la página de Facebook, la cuenta de Twitter (@BuscandoFred) o en la dirección de correo electrónico (buscandoafredlundberg@yahoo.com) que han habilitado en este último intento de saber qué ocurrió con el pequeño.
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