En el marco del Plan Andaluz de Acción por el Clima (PAAC), se ha creado una nueva guía metodológica para la evaluación de los riesgos climáticos que permitirá la adaptación sobre aquellos impactos más destacados y la elección de las medidas más eficaces y convenientes para reducir los efectos de esos riesgos. La consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul de la Junta se ha encargado de la elaboración.
Según recoge dicha guía, el proceso de una evaluación de riesgos climáticos comienza con la definición del objetivo, del contexto y del alcance de la evaluación para poder identificar los posibles riesgos climáticos, seleccionando y priorizando aquellos que puedan representar un mayor problema. Finalmente, considerando estos riesgos y la información disponible, se llevará a cabo la evaluación de riesgos propiamente dicha, cuyos resultados deben servir para una primera identificación de aspectos críticos, bien sea desde una perspectiva territorial o desde una perspectiva sectorial, para poder concretar y abordar desde la planificación las acciones de adaptación necesarias.
En este sentido, según detalla la Junta en una nota, para su elaboración, se ha tenido en cuenta la evaluación preliminar de los principales riesgos climáticos realizada en su día a través del documento de Diagnosis y Alcance del PAAC, en el que se analizaron todos los impactos posibles en trece áreas (Recursos hídricos; Prevención de inundaciones; Agricultura, ganadería, acuicultura, pesca y silvicultura; Biodiversidad y servicios ecosistémicos; Energía; Urbanismo; Edificación y vivienda; Movilidad e infraestructuras; Salud; Comercio; Turismo; Litoral; Migraciones asociadas al cambio climático), a las que se suman las de Empresa y tejido productivo y el Sector Seguros.
La guía metodológica incorpora un extenso anexo de propuestas de indicadores para la evaluación de componentes del riesgo climático en función de los siguientes impactos según las áreas estratégicas de adaptación. Entre ellas están las inundaciones por lluvias torrenciales y daños por eventos climatológicos extremos; las inundaciones de zonas litorales y daños por la subida del nivel del mar; la pérdida de biodiversidad y alteración del patrimonio natural o de los servicios ecosistémicos; los cambios en la frecuencia, intensidad y magnitud de los incendios forestales; la pérdida de calidad del aire; los cambios de la disponibilidad del recurso agua y pérdida de calidad; la sequía; los procesos de degradación de suelo, erosión y desertificación y la alteración del balance sedimentario en cuencas hidrográficas y litoral.
De igual modo, también se señalan como posibles impactos la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor y frío y su incidencia en la pobreza energética; los cambios en la demanda y en la oferta turística; los cambios estacionales de la demanda energética; las modificaciones en el sistema eléctrico; las migraciones debidas al cambio climático, particularmente su incidencia demográfica en el medio rural; la incidencia en la salud humana; el incremento en la frecuencia e intensidad de plagas y enfermedades en el medio natural y la situación en el empleo ligado a las áreas estratégicas afectadas.