Imaginen esta estampa. Mes de junio. Un calor infernal. Las temperaturas alcanzan más de 30 grados en el interior de las aulas en buena parte de los centros educativos. Niños y niñas obligados, ante la enésima ola de calor, a dar clase en el patio, en alguna sombra. Escuelas obsoletas, con una arquitectura que recalienta los espacios, nada acondicionadas para los climas calurosos.
Ante la proliferación de estos casos, surge en Sevilla, en el año 2017, las llamadas Escuelas de Calor, una que plataforma reúne a las AMPA (Asociación de Padres y Madres de Alumnos) de la provincia para luchar por una climatización digna en los centro educativos públicos. Más tarde su lucha se extenderá a otros ámbitos, pero no adelantemos acontecimientos.
“Lo de las temperaturas de las aulas es algo que viene de muy atrás, no hay prácticamente edificios educativos que tengan las condiciones técnicas y térmicas adecuadas”, atiende a lavozdelsur.es Teresa Pablo, una de las portavoces de las Escuelas de Calor: “Era una demanda histórica, prácticamente común en los diferentes centros, sobre todo en los pueblos. Antiguamente, cada AMPA, individualmente hacía llegar quejas o propuestas a las administraciones, pero la respuesta fue nula. Sufrieron un claro silencio administrativo”, explica, “por eso decidimos unirnos. Surgió a través de un grupo de whatsapp que teníamos varias AMPAS; debatimos el tema y decidimos hacer un frente común. La idea caló y seguimos adelante”.
En aquella primavera del 2017 fueron más de 100 AMPAS las que se unieron (ahora son algo menos de 200) y presentaron un escrito conjunto al Parlamento Andaluz. “Hicimos campañas en redes sociales, promovimos acciones reivindicativas conjuntas en las entradas de los colegios, nos organizamos y conseguimos ser, unos meses más tarde, el centro de las noticias de los medios de comunicación porque hacía un calor tremendo ese julio. Luego nos reunimos con los grupos parlamentarios de la Junta de Andalucía y les pedimos expresamente que no hicieran de esto una cuestión partidista, sino que se unieran para mejorar el clima de los centros”, relatan desde la portavocía.
A partir de ahí empezó la relación de toma y daca de la Escuelas de Calor con las instituciones: “Algunas pensábamos que los políticos, que son al fin y al cabo los que legislan, eran los que deberían poner fin a esto. Les dijimos que apostamos por una solución bioclimática, no por poner aires acondicionados o máquinas de ventilación en todos los colegios, eso es una bomba ecológica. Hay más de 6.000 edificios educativos, si instalamos aparatos de aire en todas las aulas de esos edificios imagínate el despilfarro”.
Los inicios fueron complicados por el choque continuo de intereses: “Cuando aparecimos Ciudadanos se tiró a la piscina y sin contar con las Escuelas de Calor, presentó una moción en la que pedía que las AMPAS se pudieran organizar para mejorar el clima de los centros, es decir, querían delegar en nosotras. Y no estuvimos de acuerdo porque entendemos que es una responsabilidad de la Junta de Andalucía. No vamos a entrar en un copago para mejorar las instalaciones educativas. Por esa lógica, de aquí a nada nos vemos pagando para mejorar los hospitales, los centros cívicos o de salud. La ciudadanía no está para eso. Nosotras estamos para exigir el derecho de nuestros hijos a una educación de calidad en unas instalaciones dignas y sanas y que se cumpla”.
Fue entonces cuando dio lugar una vorágine negociadora con todos los grupos políticos hasta que Podemos Andalucía (por aquel entonces sin Izquierda Unida) les propuso ir más allá de un plan de choque o de climatización puntual y preparar una ley donde quedase recogida la obligatoriedad de la administración educativa de emprender una inversión para mejorar las infraestructuras de los centros con técnicas bioclimáticas: “Nuestra asamblea decidió que sí, que aceptábamos ponerla en marcha”.
Pero cuando el proyecto de Ley de Bioclimatización, que tenía el visto bueno de todos los grupos políticos con excepción del PSOE —entonces en Gobierno—, tenía toda la pinta de salir hacia delante llegaron las nuevas elecciones y todo se fue al traste. “El PSOE convocó elecciones y entonces la ley ‘decayó’. Tuvimos que empezar desde cero y eso fue muy frustrante”.
Con el actual curso político, Partido Popular y Ciudadanos fueron muy claros al respecto: “Nos dijeron que ellos ahora mandan y que tenían que estudiar si el proyecto de Ley contaba con las escuelas concertadas. Podemos no quiso ceder en el tema y solo admitieron que entraran algunas escuelas concertadas de las zonas registradas como desfavorecidas. Es un número pequeño porque la concertada sólo se ubica en zonas donde pueden hacer negocio”, explica la portavoz.
“Nosotras no tenemos nada en contra de la concertada ni de sus docentes ni de las familias, es una cuestión de viabilidad. Eso puede suponer mucho dinero que se va a sustraer de la educación pública y se invertiría en edificios que son privados. Le dijimos a los de la concertada que si sus centros no están bien que lo reclamen a sus organizaciones y sus empresas propietarias, como debe ser. El consejero actual, Javier Imbroda, está intentando echarnos a pelear con las familias de las concertadas, porque mientras haya fango el tema no sale adelante".
Diversificación y transversalidad
Las Escuelas de Calor intentan romper con la "dinámica dócil" de las antiguas AMPAS: “Las federaciones provinciales de AMPAS siempre han sido obedientes con el poder y sus reclamaciones no han llegado donde deberían llegar. Nosotras aspiramos a más y nos consideramos independientes. Se nos ha dicho que estamos politizadas, manejadas por Podemos, pero no es cierto, hay padres y madres hay de todos los colores políticos. Sólo queremos mejorar la calidad de la escuela pública”.
Con el tiempo, el movimiento se ha hecho fuerte hasta diversificar sus reivindicaciones: “Nos hemos involucrado en otras luchas como el caso de los comedores escolares, vendidos al mejor postor, a los catering. Prima el beneficio económico y se ignora la calidad de la alimentación o la salud de nuestros niños”, aclara, y prosigue: “Otra línea que hemos abierto es la de las Necesidades Educativas Especiales. Este ámbito también tiene muchísimos problemas derivados de los recortes y una preocupante tendencia hacia la privatización de los servicios.”
Siendo analíticos, las Escuelas de Calor se ha convertido en una especie de lobbie educativo a favor de la educación pública. Con su constancia han marcado la agenda política de los últimos dos años en Andalucía. Por ello se muestran optimistas: “Somos muy jartibles. No vamos a parar hasta que se climaticen los centros públicos dignamente. Y no vamos a aceptar el aire acondicionado salvo para excepciones concretas. Queremos que se apliquen técnicas ecológicas, sostenibles, modernas y bien diseñadas en nuestras aulas”.
Se consideran un movimiento transversal que pretende llegar a otras provincias y hacer equipo. Por ello, mantienen contacto permanente con otras AMPAS con problemas similares en diferentes localidades andaluzas como Huelva, Granada o Jerez.
“Las AMPAS no están solo para organizar las tómbolas y las fiestas en los colegios. Están para hacer que los padres y las madres de los alumnos se empoderen, que la educación sea de mayor calidad. Sabemos que somos molestas y que algunos nos quieren calladitas y quietecitas. Pero nosotras podemos cambiar muchas cosas, tenemos mucha fuerza. Vamos a seguir en esta línea. Además, es que las AMPAS recogen esas ideas en sus estatutos; que están para mejorar la educación en los centros”, concluye.