El caso del sacerdote Francisco Javier Cuenca ha provocado una gran consternación, además del escándalo que ha supuesto descubrir la doble vida que llevaba. Además de ejercer su ministerio sacerdotal, tenía una novia y, lo que es más grave, ha sido acusado de cuatro agresiones sexuales y cinco delitos contra la intimidad. Desde que se produjo su detención a finales de septiembre, el cura se encuentra ingresado en la prisión de Alahurín de la Torre.
La retorcida vida de este sacerdote, que ejercía su ministerio en Vélez-Málaga, llega hasta el extremo que para cometer estos presuntos delitos sedaba y grababa a sus víctimas, todas mujeres, por lo que, debido a sus diferentes destinos -Melilla, Málaga y Córdoba-, podrían ser más las afectadas.
Precisamente fue una mujer, que se identificó como pareja sentimental de padre Fran, la que denunció en agosto ante la Policía de Melilla haber localizado en el domicilio que compartían un disco duro con fotografías y vídeos en los que aparecían mujeres semidesnudas y bajo los efectos de alguna droga mientras un hombre realizaba todo tipo de prácticas sexuales.
La vida de Francisco Javier Cuenca ha estado marcada por la religiosidad en su entorno. Su madre fue monja Clarisa en la localidad de Vélez Málaga, de donde procede la familia. Fue fraile trinitario y en 2016 se ordenó sacerdote. En agosto de 2017 lo nombraron vicario parroquial de Álora y párroco de Ardales y Carratraca, en la provincia de Málaga. En diciembre de 2018, fue designado capellán de varios colegios. Esto es parte de un curriculum que, tras conocerse la otra vida, la delictiva, se han despertado las alarmas ante la posibilidad de que crezca el número de víctimas.
Algunos medios de comunicación han desvelado, citando testimonios de gente cercana al ahora encarcelado, su afición por la bebida y por las mujeres. Cuentan que en la localidad de Ardales comenzó una relación con una mujer del pueblo durante varios años. Llegó a Melilla donde persistió en mantener una pareja sentimental con una mujer muy devota. Precisamente, ha sido esta última la que ha levantado el escándalo.
Los investigadores siguen dando pasos en la búsqueda de pruebas, como el análisis de los discos duros que se incautó la policía, que sospecha que al acusado ha podido borrar parte del contenido. Entre tanto, el obispo de Málaga se ha pronunciado sobre el asunto. En una carta ha expresado su “repulsa y condena más profunda y contundente contra cualquier tipo de vejación o abuso a la mujer” y añade que “todos nos hemos sentido consternados, escandalizados y descorazonados. Ciertamente, es muy grave el delito que se le imputa”. El obispado de Málaga estudia personarse en la causa judicial que ha abierto el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Vélez-Málaga.