Hace quince años, Ari Nagel, un estadounidense de origen judío, decidió convertirse en donante de semen. "Ayudé a dos mujeres de manera casi simultánea, una lesbiana afroamericana y una judía ortodoxa que no encontraba pareja", relató en una entrevista hace un par de años sobre sus comienzos en algo que confiesa que no hace por dinero.
Tras tres lustros como donante de esperma, a sus 47 años se ha convertido ya en padre de 133 hijos. Y la cifra no se va a detener ahí, ya que su intención es continuar con las donaciones durante al menos tres años más.
Profesor en la universidad, Ari reside en Nueva York. Su familia, judía ortodoxa, no está nada de acuerdo con lo que hace y le pide una y otra vez que deje de hacer esta actividad.
Intenta mantener contacto con una buena parte de sus hijos, bien vía telefónicamente o en persona. Ari se ofrece manera altruista a mujeres que no pueden pagar un tratamiento de fertilidad. A cambio, las futuras madres acuerdan no pedirle ninguna pensión alimenticia.
El donante conoce a mujeres que quieren concebir, quedan en algún lugar y procede a la donación en algún baño público.
Conocido mundialmente como Sperminator, hasta una película han hecho con su historia. No se marca llegar a un número determinado de hijos, pero si sigue con la misma dinámica de los últimos años, podría alcanzar antes de su retirada los 200 descendientes.