Familias que lo han perdido absolutamente todo, animales que han muerto abrasados por la lava y edificios históricos como la iglesia de Todoque que han sido devorados por el monstruo de lengua roja. Centenares de historias está dejando la erupción del volcán Cumbre Vieja. Lágrimas que se pierden entre las cenizas y recuerdos materiales que han sido destruidos para siempre por la lengua de lava.
Entre las vivencias de la gente de La Palma se encuentran las experimentadas en estos días por dos jerezanos que, por diferentes motivos, han sentido y sufrido de cerca el continuo crepitar del protagonista de esta auténtica catástrofe natural. Carlos Robles nació hace 59 años en El Chicle, pero se fue bastante joven a la isla en busca del futuro que no encontraba en su tierra. Domingo Díaz, por su parte, es un joven e intrépido periodista de La Granja que ha viajado al epicentro de la noticia como enviado especial de El Español.
Carlos Robles, un palmero más
Carlos se fue hasta las llamadas islas afortunadas hace 38 años. Se instaló en un principio en Lanzarote, donde conoció a la que es su mujer, natural de La Palma, lugar al que se fueron a vivir. Actualmente trabaja en el Ayuntamiento de Tazacorte, municipio cercano a la costa. A Jerez hace unos cinco años que no regresa, aunque sigue teniendo familia y guardando buenas amistades de su infancia.
Lo que está viviendo desde la erupción del volcán es, como destaca Carlos a lavozdelsur.es, algo que "parece de ciencia ficción, pero por desgracia es real. La lava ha engullido las casas como si fueran de papel. Es una desgracia grande y triste. Las carreteras están llenas de coches y camionetas con las cuatro cositas que ha podido coger la gente".
"La impotencia de ver cómo la lava se come tu vida es tremenda"
Carlos fue evacuado rápidamente de su casa ante la cercanía del volcán. Desde hace unos días está alojado en el domicilio de su hija. En las últimas horas, varias zonas de Tazacorte han sido confinadas ante la posibilidad de que la lava llegue al mar. "El volcán pasaba frente por frente de casa. Nos dejaron entrar para coger los perros y varias cositas más. Esperemos que el volcán no se la coma", indica con el sufrimiento en el cuerpo.
"Esto es un sinvivir. Los zumbidos de la tierra, el ruido, se mueve toda la casa: las puertas, las ventanas... hasta el suelo cuando vas andando por la calle", añade este jerezano que ha visto como amigos suyos en La Palma lo han perdido todo. "La casa de mi compadre, donde él nació, ha sido devorada por el volcán. Otros han perdido tiendas y negocios. La impotencia de ver cómo la lava se come tu vida es tremenda. Llevo más de media vida aquí y es muy duro todo lo que está pasando", añade Carlos.
El vértigo de un periodista
"Aquí no queda nada. La sensación es de destrucción de gran parte del pueblo y lo más llamativo es la solidaridad de todo el mundo". Así nos cuenta Domingo Díaz su paso por Todoque. Cuando su jefe le comentó que tenía que viajar hasta La Palma para cubrir informativamente lo que estaba sucediendo con el volcán, este periodista se encontraba de vacaciones en Jerez.
"Estaba en La Granja con dos amigos. Tuve que coger un autobús para Madrid y en el camino me puse a buscar alojamiento. Me he quedado en casa de una señora muy simpática que me aportó una habitación con cama y baño", relata Domingo, que nada más llegar se puso a colaborar con el reparto de avituallamiento entre los vecinos del pueblo.
"Es un hito histórico y como periodista es importante estar aquí y cubrirlo informativamente"
Cuenta que lo que está pasando es "un hito histórico y como periodista es importante estar aquí y cubrirlo informativamente. Será algo que recordaré, pero las sensaciones aquí son muy duras. Gente llorando, que ha perdido su casa o viendo cómo la lava se la va a comer. El trabajazo de los bomberos intentando desviar la colada del volcán también ha sido impresionante".
Vértigo e incertidumbre son algunas de las emociones que le han quedado. En cuanto a lo sensorial, Díaz destaca. "En la zona de Los Llanos de Aridane todo está lleno de ceniza, respiras prácticamente el polvo del volcán, que es de lo más espectacular por la noche. Mucha gente se pone a verlo".
Tras la tragedia también se esconden aquellos que quieren hacer negocio de un desastre que va a marcar para siempre muchas vidas, entre ellas las de Carlos y Domingo, protagonistas de estas dos historias andaluzas bajo el volcán.