Estaba siendo investigado en Galicia por ser el dueño de un alijo de más de una tonelada de cocaína, pero cuando le llegó la hora de responder ante la Justicia, sus abogados comunicaron que Sergio Roberto de Carvalho, conocido como el Pablo Escobar brasileño, había fallecido.
Su muerte, según sus representantes legales, había tenido lugar en Marbella. El coronavirus habría tenido la culpa de su defunción.
Con su muerte, con incineración incluida al ser la práctica empleada en tiempos de pandemia en los casos de fallecidos por el covid, el caso quedaba archivado. El acusado había pasado a mejor vida. Y tanto. Mayor Carvalho no había muerto. Todo fue una artimaña legal para eludir la justicia española. Un amigo médico le ayudó a falsear su certificado de defunción.
Toda la mentira ha quedado destapada tras su detención, tal y como ha informado la Policía Federal de Brasil, en Budapest. En el momento de su detención llevaba un pasaporte mexicano falso.
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