La increíble proeza en Villaluenga de una joven espeleóloga con parálisis cerebral y un espeleólogo invidente

Alma Matamoros y Alberto Molinos han conseguido descender junto a Espeleosocorro Sin Fronteras más de cien metros de profundidad en la Sima del Republicano

Alberto y Alma han firmado toda una proeza.

Un equipo formado, entre otros, por Alma Matamoros, espeleóloga con parálisis cerebral, Alberto Molinos, espeleólogo ciego, han conseguido descender más de 100 metros de profundidad en la conocida Sima del Republicano, situada en Villaluenga del Rosario, Cádiz. 

Alma, en compañía de Berni, componente de Espeleosocorro Sin Fronteras.

Todo un hito en el ámbito del deporte inclusivo. Un descenso conocido por sus dificultades técnicas, repletas de pozos, lagos, marmitas, caos de bloques y pasos estrechos por los que los dos espeleólogos han tenido que avanzar para conseguir descender esta profundidad, sumándosele además la mayor complejidad que es ascender por ellas para salir. 

Alma y Alberto han protagonizado esta gran aventura acompañados del equipo Espeleosocorro Sin Fronteras, que lidera desde hace más de un año el proyecto Espeleología con Alma, una iniciativa que pretende hacer el mundo subterráneo más accesible para todos.

Alberto, en pleno descenso.

Para poder superar este tipo de retos con seguridad es imprescindible una preparación tanto física como técnica y mental de todos sus componentes. Y, para ello, desde el equipo Espeleosocorro Sin Fronteras diseñaron un conjunto de adaptaciones técnicas que hicieron posible que tanto Alberto Como Alma progresasen por la cavidad de forma muy segura y muy autónoma. 

El proyecto Espeleología con Alma busca romper la mayoría de estereotipos y etiquetas impuestas a las personas con diversidad funcional. "Si conseguimos hacer el mundo subterráneo más inclusivo, no hay excusas para tener la determinación de que el mundo que nos rodea lo sea". 

"La entrada a la cueva fue un poco complicada debido a la cantidad de piedras que había antes y que había que pasar por encima de la entrada de la Sima, anclándonos a una cadena de seguridad. El descenso no me pareció muy complicado, a excepción de un tramo que sí lo era y que los compañeros de Espeleosocorro Sin Fronteras solventaron montando una tirolina para pasarlo", ha señalado Alberto, un espeleólogo invidente que ha dado las gracias por esta maravillosa experiencia. 

Componentes de Espeleosocorro Sin Fronteras junto a Alma y a Alberto.

"En todo momento me sentí muy seguro gracias al trabajo de todo el equipo. Me encantó pasar el lago en bote, me recordó cuando yo era adolescente y remontaba el curso del río del pueblo de mi padre subido a una cámara de rueda de tractor. La última ascensión se me hizo muy larga. Me ha encantado compartir la experiencia con Alma y su familia. Quiero agradecer al equipo de Espeleosocorro sin Fronteras y a los compañeros del Club Plutón de Sevilla la oportunidad de haber podido disfrutar de esta cueva de modo totalmente seguro y autónomo". 

La joven Alma también ha compartido sus impresiones sobre esta gran experiencia: "Además de sentir que mis alas crecían, sentí que tenía poderes, los que me enviaban las personas que estaban allí. El poder de la ilusión, la lucha, el esfuerzo, confianza, cuidado, amor, cariño, energía y positividad. Lo que necesitaba en esos momentos para seguir adelante, para no rendirme, ni en la cueva, ni en esta vida. Ese finde mis alas volvieron a crecer, estoy llena de magia, de fuerza y de alegría. Embrujada por mi pasión, hacer espeleología y descubrir todo lo bonito que hay en el interior del mundo subterráneo y en nuestro interior".