José se operó de cáncer de próstata a finales de 2016, pero hace unos meses decidieron que tenía que someterse a sesiones de radioterapia, “por prevención”. La casualidad —y las listas de espera del SAS— ha hecho que le coincida en pleno estado de alarma, con el Hospital de Jerez saturado y la histeria por la pandemia instalada en la sociedad. La primera sesión se la dio a principios de marzo, cuando aun el coronavirus parecía algo muy lejano, y las medidas de prevención no eran tan estrictas como en la actualidad. Luego comenzó a usar mascarilla y guantes para acudir al centro hospitalario. Hasta en 18 ocasiones lo ha hecho.
“Los protocolos se han ido implantando a medida que se ha tenido más conciencia de las posibilidades de transmitir el virus”, comenta José Morales a lavozdelsur.es. Este funcionario, que ejerce como trabajador social en el Ayuntamiento de Jerez, escribía el pasado jueves en redes sociales: “Gracias a estos grandes profesionales he terminado hoy mis 18 sesiones de radioterapia. Su calidad humana y profesionalidad han conseguido que durante este tiempo se hayan hecho más llevaderos los días y las inconveniencias sobrevenidas por la Covid-19”.
“Como con la radioterapia se bajan las defensas, buscamos una mascarilla todos los que acudimos al hospital porque es un riesgo. Menos mal que una señora me prestó una desechable y luego fui a la farmacia y encontré una homologada”. Su mujer, que es costurera, le hizo una de tela. “Al empezar la radio me fui a la farmacia de al lado de mi casa y no tenían. Hay un desabastecimiento total. Los primeros que tendrían que tener mascarillas son los propios médicos, pero a ellos también les falta en ocasiones”.
José destaca de esta experiencia “el trato cercano de los enfermeros”, y también el de otros pacientes. “Nos apoyábamos: una señora me dio una mascarilla, mi mujer hizo cinco o seis para los demás… vamos haciendo lo más llevadero posible el trago”. A la ansiedad de someterse a sesiones de radioterapia, cuenta Morales, suma la de tener que ir con guantes y mascarilla “a un sitio con alto riesgo de contagio”. “Cuando empezó el estado de alarma —cuenta— llevábamos guantes de látex, nos teníamos que lavar las manos delante de la enfermera y nos tomaba la temperatura.”.
Una vez que ha terminado la radioterapia, José se encuentra descansando en su casa. “Te deja muy cansado, como si hubieras estado un día entero al sol a 40 grados”, lo define. En un mes tiene cita con su oncóloga, cuando espera que el riesgo haya desaparecido. “La doctora me dijo que había que darme radio por prevención, por eso para mí no ha sido tan difícil, porque sé que no era grave, he ido con ese pensamiento”. “Haber ido para quimioterapia o diálisis… eso sería un calvario. Te pones a pensar y hay gente más expuesta y con mucho temor”, reflexiona.
¿Cómo seremos cuando acabe la cuarentena? “Eso va en función de cada uno. No creo que a nivel general vayamos a cambiar como sociedad”, contesta José. “Espero que la sociedad civil se fortalezca y tenga una conciencia mayor de la fuerza que tiene, si defendemos lo esencial otro gallo nos cantaría…”, señala. Morales añade: “Eso sí, creo que vamos a valorar mucho más la Sanidad pública”. “Espero que la jerarquía de valores cambie y demos importancia a la Educación y la Sanidad, que tengamos lo más esencial como algo fundamental”. “Este virus ha puesto de rodillas a la sociedad occidental”, reflexiona José, “nos ha hecho ver que no éramos tan fuertes como pensábamos”.
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