Sucedió hace tres años en Castro Urdiales (Cantabria). Esta escabrosa historia la protagoniza Carmen Merino, nacida en Utrera y residente en Cádiz durante algún tiempo, que decapitó presuntamente a su novio, Jesús María Baranda, jubilado de 67 años y con dos hijos, coció la cabeza de este con la idea de que no se descompusiera y la guardó en una caja, que dejó en casa de una amiga con la excusa de que contenía sus juguetes sexuales -consoladores y bolas chinas-. La explicación que dio Merino a esta vecina fue que la Guardia Civil seguramente registraría su casa por la ausencia desde hacia días de su novio y por la vergüenza que le provocaría que encontraran los agentes sus ‘juguetes’.
El lunes 7 de noviembre comienza la vista con la declaración de la acusada, seguirá con la declaración de testigos, incluidos los trabajadores de la ambulancia que asistió a la vecina de Carmen por un ataque de nervios cuando vio el contenido de la caja ante el mal olor que desprendía el recipiente. La Benemérita, que ya buscaba a Jesus María por la denuncia de desaparición hecha por familiares y amigos, comprobó el insólito contenido. La Fiscalía pide 25 años de cárcel y sitúa el móvil "por un interés económico”. En sus consideraciones, el fiscal señala que “planeó el crimen para cometerlo en el interior del domicilio y así evitar la presencia de terceras personas, además de suministrar al hombre un fármaco sedante para adormilarlo".
Carmen Merino vivía en la ciudad cántabra desde hacia algún tiempo y allí conoció a la víctima con la que empezó a convivir. Al descubrirse los hechos, el vecindario no daba crédito a lo sucedido sobre todo porque la pareja hacía una vida normal sin escándalos ni indicios de que se llegara a este final.
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