Entre la esquina de la calle San Cayetano —los cayetanos pueden abstenerse de leer el artículo— y la calle Zaragoza, un garito —antro para los amigos— se llena de jóvenes todos los fines de semana. El miércoles antes del confinamiento por la pandemia global de coronavirus, el tiempo ya se paró en La Librería. “Decidimos cerrar porque ya sabíamos lo que venía”, dice Néstor C.M., propietario del bar de copas, que recibe a lavozdelsur.es con un montón de tareas pendientes. “Esto tiene un trabajón. Hay un barril que estaba pinchado y lo hemos perdido entero”, dice detrás de la barra. Hace unos días ha estado limpiando con objeto de preparar el bar para lo que venga.
“No sabemos cuándo vamos a abrir, pero creemos que lo haremos en junio”, comenta el dueño, que también es un miembro activo del colectivo Sonido Sur e integrante de la banda de punk Perro Kostra. Este jerezano, que estudió Historia y Sonido, siempre tuvo en mente abrir un bar con sus amigos hasta que hace dos años vio la oportunidad. “Cogimos el traspaso en abril de hace dos años”, recuerda. Antes de él, lo llevaba Marco, que se lo adquirió al que fundó originalmente este bar, Diego. Fue este el que precisamente dio nombre a la Librería, que guarda una pequeña biblioteca en unas estanterías del Ikea, donde él mismo trabajaba. "No sé si lo llamó por eso Librería, no lo recuerdo", ríe ante la pregunta de lavozdelsur.es.
“Nosotros teníamos claro la línea que queríamos seguir, que fuera ligeramente político, que cosas que veíamos en otros garitos aquí se respetaran”, explica. Se refiere ni más ni menos que al hacer del bar un espacio libre de violencias machistas. “No queremos que nadie lo pase mal porque otra persona le moleste y eso por desgracia eso se traduce casi siempre en tipos molestando a chavalas”, añade. Ante circunstancias como esa tiene claro que La Librería, pese a no haber lidiado con muchos problemas de este tipo, tiene “tolerancia cero” con el machismo.
La luz dentro del bar es tenue y al fondo del local, pintado poco antes del estado de alarma, hay varias banderas que resumen su espíritu contestatario. Una bandera de África del Norte, otra de Andalucía con la estrella roja y otra de Acción Feminista con la estética antifascista. Debajo un graffiti prácticamente sin estrenar, que refleja un ojo y unas lágrimas: "Mi pueblo llora arte". Echando la vista atrás desde este rincón, formado por un pequeño arco que recuerda a una pequeña bodega de casa, vemos todo el garito. Sus baños llevan el rótulo: “Baño sin género”. “Traímos aquí lo que hemos visto en otros sitios de Europa, como Alemania, o Euskadi”, explica. La propuesta busca huir del encasillamiento binario, pensando también en las personas trans. “Nos parece algo bastante básico”, añade.
Para evitar posibles conflictos en la noche y con objeto de que todos los que acudan a tomarse una cerveza en La Librería respeten a los demás, están pendientes de los accesos. “Una vez tuvimos un problema porque no dejamos a entrar a una persona con una camiseta fascista”, recuerda. Y lamenta el hecho, que causó algo de polémica. “Quiso hacer creer a la gente que era por otra cosa y no es así. Es simplemente tener también tolerancia cero con el fascismo”, afirma. Otra de las patas sobre las que sustenta el negocio es precisamente el respeto a los vecinos, limitando las salidas a la calle con consumiciones del bar. “Creemos que es muy importante, ellos también tienen derecho al descanso”, dice. Y aunque no puedan evitar las aglomeraciones que a veces se forman a las puertas del bar, hace todo lo posible porque sea así.
El hecho de que gran parte de la juventud alternativa se reúna en La Librería no es algo que le extrañe a Néstor. “Nos pasa algo parecido a La Comedia, hay pocos bares de noche y alternativos en relación a la población que tiene Jerez... es una ciudad algo peculiar”, comenta. “Si quieres escapar de otro tipo de oferta, no te quedan más opciones, por eso se reúne aquí gente muy diferente. Esto no es, por ejemplo, el bar de los heavys, como sí ocurre con otros en Sevilla o Granada, que son más temáticos. Aquí hay de todo”, aclara.
Ahora, el miedo reside en el coronavirus, que puede poner en riesgo el poco ocio nocturno de los que buscan un ambiente alternativo. “Lamentablemente ni el Estado ni los bancos se han portado bien con la peña que estamos sacando cosas hacia adelante. Nos hemos visto en una situación muy precaria y tenemos mucha suerte, porque el dueño del local nos ha perdonado los dos meses”, explica. Es por eso que han puesto en marcha una campaña para comprar consumiciones en La Librería antes de la reapertura con objeto de tener liquidez. “Al margen de lo que diga el Gobierno, esto es un sitio pequeño, con aforo muy reducido y tenemos que pensar en cómo hacerlo”, dice haciendo hincapié también en el hecho de no molestar al vecindario. En la campaña de Adopta un Bar, las amigas y amigos de La Librería pueden ahora comprar en este enlace consumiciones por valor de 5, 10 o 20 euros así como camisetas y totebag con el diseño: “Se está mejor en casa que en ningún sitio”, en una bota con el logo del local. Así será siendo al menos hasta que llegue la “nueva normalidad” anunciada. En La Librería, de hecho, llevan buscando romper con lo normativo desde hace años. Pero eso es otra historia.