El centro, con sus miles de viandantes, comercios perfectamente custodiados por cámaras de vigilancia y policías patrullando constantemente, se convierte también en el hogar más seguro de aquellos que no tienen un hogar. Dando una vuelta por la Avenida y llegando a la Plaza Nueva, se constata cómo los bancos hacen de camas individuales o los portales junto al Hotel Inglaterra de techos para protegerse del frío y el calor. Si el recorrido es desde calle Rioja hasta el Puente de Triana, una parada en la Plaza de la Magdalena basta para comprobar como hasta la fuente hace las veces de ducha improvisada, con las esquinas de El Corte Inglés construyendo un espacio reservado para cartones y colchón.
El aumento de los sintechos en Sevilla ya fue significativo con la crisis de 2008 y no parece que la que se vive actualmente a causa de la pandemia vaya a ser menos grave para una ciudad que alberga la mitad de los barrios con menor renta per cápita de toda España. A un drama social de este calado se unen los inconvenientes causados con vecinos y comerciantes de la zona, los cuales muestran frecuentemente su desagrado ante la ocupación de portales o, lo que denuncian en muchos casos, problemas de salubridad o peleas constantes entre personas sin hogar.
Los llamados albergues al aire libre no terminan con la Plaza Nueva y la de la Magdalena. Tramos como el de las Setas hasta Ponce de León, el de Marqués de Paradas en paralelo a Plaza de Armas, los mismos alrededores de la estación o la Plaza de la Concordia, no hacen más que evidenciar un problema creciente para la ciudad, sus habitantes y los servicios sociales que cada vez se encuentran más saturados.
Desde el Ayuntamiento se toman medidas para reacondicionar algunas de estas zonas, pero el problema les supera cuando se trata de impedir que personas ocupen espacios públicos. Muchos de estas sintechos, además, se niegan a acudir a albergues para dormir, algo a lo que ayudan las temperaturas nocturnas de la ciudad y que fácilmente puede continuar dos meses más.
A pesar de ello, no sería justo transmitir una sensación de inseguridad en ciertas zonas de la ciudad. En su mayoría, las personas sin hogar hacen vida en la calle pero apenas se dirigen a transeúntes y vecinos. De hecho, en muchos lugares como el portal del Santander en Tetuán con Rosario, que sirven de “habitaciones” improvisadas, para la apertura de la oficina ya han desaparecido los sintechos y cada mañana se hace sin mayores inconvenientes.
Sin embargo, y en vistas de que las crisis sanitaria y económica no van a acabar pronto, comerciantes, vecinos y el propio Consistorio parecen abocados a encontrar soluciones ante lo que parece una tendencia imparable en Sevilla. Todo partiendo de la paradoja en la que las cámaras de vigilancia para las lujosas tiendas del centro signifiquen una garantía de seguridad para quienes tienen que enfrentar las noches enteras durmiendo en la calle.
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