Enrique, Quique para quien lo conoce, practica tricking, que podría decirse que mezcla movimientos provenientes del taekwondo, el kárate, el wushu o la capoeira, además de gimnasia artística y breakdance. Unas volteretas que "dan vida", en palabras de su padre, José Ignacio Ruiz-Herrera, que todavía se echa las manos a la cabeza cuando recuerda cómo su hijo, apenas dos semanas después de ser trasplantado de riñón, estaba ya dando volteretas por las calles de Rota, donde viven. Pero Quique no lo puede evitar. Salta y da volteretas por defecto. Es su manera de recordarse que ahora puede hacerlo, porque hubo un tiempo en el que no aguantaba.
Quique tuvo una fiebre muy alta tan solo 18 días después de nacer. Unas pruebas determinaron que el problema era más que una simple fiebre, ya que le diagnosticaron insuficiencia renal crónica, o lo que es lo mismo, sus riñones no funcionaban como deberían. Esta enfermedad provoca que estos órganos no puedan filtrar bien la sangre, acumulando desechos en su cuerpo y causando otros problemas de salud. “En ese momento se te cae el mundo”, dice el padre de Quique, José Ignacio, ya que “es muy complicado de asumir”.
Pero lo asumieron y desde entonces no han parado de luchar. El pequeño Quique hizo vida normal hasta donde sus riñones lo dejaron. “Me sentía muy cansado”, confiesa, “estaba entrenando media hora y ya no podía ir otra vez hasta una semana después”. Ahora practica tricking y otras disciplinas deportivas relacionadas con la gimnasia. Hasta corrió hace unos meses 5 kilómetros de una prueba que organiza el colegio en el que estudia, siempre con la lucha por la donación de órganos como bandera.
“Hay que pelear para que no haya un no”, dice Quique, quien conoce de primera mano la importancia de encontrar un donante compatible. Él lo encontró al segundo intento. Primero fue su padre, José Ignacio, quien se prestó a donarle un riñón. Después de meses de pruebas y más pruebas, llegó el día. El 29 de marzo de 2016 entraron padre e hijo en quirófano, “con muchos nervios pero con seguridad porque todas las pruebas decían que era posible”, recuerda José Ignacio.
Pero Quique no aceptó el riñón de su padre y, nueve días después del trasplante, hubo que extraérselo. “Tuvo cuatro intervenciones en nueve días”, señala el padre, quien en ese momento intentó tirar la toalla de la lucha por la donación de órganos, pero Quique le dijo una frase que le marcó para siempre: “Seguiremos luchando”. Tanto le marcó que se la tatuó en el antebrazo derecho. En el izquierdo tiene otra frase, de su hija Nerea: “También lo harías por mí”. En el estómago, junto a la cicatriz que le provocó la extracción de su riñón, tiene otro: “Mi lucha es mi bandera”. José Ignacio confiesa que, cuando los ánimos no acompañan, se mira los tatuajes y le vuelven las fuerzas.
A ese primer “fracaso”, como lo define José Ignacio —“no hay que enmascarar la verdad, fue un fracaso y lo asumimos”— le siguió una victoria. El teléfono sonó el 12 de marzo de 2018 a las cinco y media de la mañana. Llegó el día: había un órgano para Quique. Pocas horas después, a las ocho de la mañana, ya estaban en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla para someterse a una nueva intervención que, esta vez sí, terminó bien. Ese día comenzó una nueva vida para Quique, quien desde entonces ha notado una mejoría notable, ya que puede hacer su deporte favorito y comer sin tantas restricciones.
José Ignacio da las gracias “a los corazones que lo han hecho posible”, y al donante que ha permitido que su hijo tenga un riñón sano y considera que su historia “sirve para que llegue el mensaje y se conciencia sobre la importancia de hacerse donante”. Por eso colabora con la Fundación Donando Vidas, una ONG que fomenta la donación de órganos mediante retos deportivos, y que en la I Gala de los Premios Donando Vidas ha decidido reconocer la labor de José Ignacio Ruiz-Herrera dentro de la categoría Esperanza. Aunque para el roteño, que han premiado en otras ocasiones —las Asociaciones de Trasplantados de Sevilla lo distinguieron con el Premio Solidario por la Donación 2018—, “el mayor es que te llamen y que te digan que están trasplantando a un conocido”.
Su lucha continúa. José Ignacio no para de visitar a clubes deportivos, asociaciones y organizaciones para que se sumen a la causa.“Hazte donante, regala vida”, se puede leer en la pancarta que realizó hace unos años y que lleva allá donde va. Debajo de esa frase pone: “Sangre, medula, órganos, y tejidos para todos”. “Hay que seguir”, dice convencido, mientras cuenta que sigue asistiendo a conferencias y da charlas rememorando su experiencia. “Contarlo te castiga, pero por duro que sea, más dura es la situación que viven aquellas personas que no tienen un donante compatible”. Para él, “llevarse los órganos para arriba —tras la muerte— no vale para nada”.
Récord de donantes en Andalucía
El mensaje cada vez cala más en la sociedad andaluza, ya que en los primeros siete meses de 2019 se ha registrado un récord histórico en la aceptación a donar órganos: un 89,4%, frente al 86,3% de 2018. El dato lo da la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, que informa de que en este periodo de 2019 se han registrado 253 donantes de órganos en la comunidad autónoma andaluza.
Estas donaciones han permitido que se realicen 547 trasplantes de órganos, con 348 trasplantes de riñón, 137 de hígado, 31 de pulmón, 18 de corazón y 13 de páncreas, permitiendo a Andalucía situarse en una tasa interanual de donación de órganos de 50 donantes por millón de población, que es el objetivo que se marca la Organización Nacional de Trasplantes para España en el año 2022.
Así, las donaciones de tejidos —214 donantes, un 5% más que en 2018— han permitido reducir la lista de espera para trasplante de órganos en más de un 2% en los siete primeros meses del año, que llega hasta el 5% en el caso de los trasplantes renales —de 357 a 340 pacientes—.
“La legislación española exige el anonimato en la donación y no es posible dar a conocer la identidad del donante a la persona receptora ni viceversa. No obstante, a las familias de donantes se les informa del destino de los órganos donados, de la edad y circunstancias de la enfermedad de las personas receptoras y del funcionamiento del trasplante después de la operación”, explica la Junta de Andalucía en su web.
La Red de Coordinación de Trasplantes de Andalucía es la encargada de gestionar la recepción de órganos —riñones, corazón, hígado, pulmones y páncreas— y tejidos —córneas, médula ósea, piel, homoinjertos valvulares, hueso y vasos sanguíneos— y de elegir a los receptores de los mismos, basándose en “criterios objetivos exclusivamente médicos que buscan la máxima supervivencia del órgano o tejido en el receptor”.
La importancia de la donación de órganos la da un dato: más de 8.000 enfermos recuperan la salud cada año en España gracias a tratamientos con trasplantes, ya que un solo donante puede beneficiar hasta a ocho personas distintas. La lucha, como dice José Ignacio, “merece la pena”.