Ha aparecido recientemente un bajo relieve en el que la arenisca aún permite distinguir a Ceres, diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad que da nombre romano a Jerez. También se ha hallado un enlucido de grafito, que pudiera ser de época islámica, en el que aparece dibujado un pez. Cuando los arqueólogos preguntan a los lugareños por este pez, todos coinciden: "Es un sábalo". Miguel Rodríguez ha cumplido 68 años y en su vida ha visto muchos sábalos y angulas surcar el vecino río Guadalete. Casi siete décadas respirando el cauce a su paso por La Corta, la barriada rural jerezana de la que es uno de sus 200 habitantes, cada mañana Miguel supervisa uno de los descubrimientos arqueológicos más relevantes de los últimos tiempos a nivel internacional. En el yacimiento no hay nada que sea casual. Cada piedra y cada resto que se destapa tiene sentido y es fruto de una causalidad de siglos.
A pocos kilómetros del centro urbano y a no muchos metros del Monasterio de la Cartuja, uno de los monumentos más importantes de Andalucía —siglo XV— bajo cuyos cimientos se oculta una villa romana, los dos arqueólogos del yacimiento de La Corta, Luis M. Cobos y Esperanza Matas, así como la restauradora Lucía Ariza y el resto de operarios de Tragsa que trabajan en la zona, conocen a Miguel como el encargao. "Me he criado aquí, he vivido aquí toda la vida, y siempre conocimos esto, aunque no sabíamos bien lo que era, ni lo que valía. Aquellos asientos que ves, esos cuatro, hasta abajo son nueve escalones, imagínate la profundidad", señala sobre la escalinata de acceso a una de las norias de un "excepcional" complejo hidráulico compuesto por tres molinos —uno romano, otro islámico y otro medieval— que concentran más de 2.000 años de historia. Hasta noviembre del año pasado solo había indicios y una enorme escombrera. Ahora, diez meses después y casi por casualidad, los expertos señalan que pueden tratarse de unos hallazgos únicos en el mundo.
"Nos queda mucho más por saber y entonces tendremos todos los elementos que conforman un complejo de este tipo; esto es solo la punta del iceberg", expresa con cautela a lavozdelsur.es uno de los arqueólogos del conjunto, Luis M. Cobos. Con su dossier sobre la excavación en la mano, muestra poco a poco parte de los hallazgos que han ido apareciendo y se crece ante el singular descubrimiento: "Nos encontramos con un complejo hidráulico que posiblemente sea único en el Mediterráneo, en España con seguridad. Contiene todos los elementos que conforman un complejo de este tipo y está muy bien conservado. No hay otra estructura escalonada, de basamento de noria, en todo el Mediterráneo, solo hay una referencia en un mosaico del siglo V d. C. en Siria".
En la Península Ibérica hay estructuras de este tipo como las de los Baños de la Reina, en Alicante, y otra en Portugal, en Conímbriga, pero se han sobrepuesto con el paso del tiempo, mientras que junto al viejo azud de La Corta el complejo mantiene las estructuras originales. Aparte de los tres molinos, se puede ver una sala abovedada, una estructura escalonada para facilidad del manejo de la noria y sus arreglos, así como los canales con cuatro compuertas que activaban las norias para el funcionamiento de los molinos, ya estuviesen dedicados a la molienda o al regadío de los campos de la ribera del Guadalete.
Coincidiendo con unos trabajos de mantenimiento del cauce del río promovidos por la Junta de Andalucía —responsable pública del Guadalete a través de la Consejería de Agricultura, Pesca, Ganadería y Desarrollo Sostenible—, aquellas estructuras emergentes que ya vislumbró en la zona hace más de medio siglo el arqueólogo municipal Manuel Esteve, y que concluyó que podían ser de época romana, se han destapado y han revelado una zona industrial donde probablemente también hubiese un asentamiento poblacional que, según las hipótesis de los expertos, estaría conectado directamente con Asta Regia y, con seguridad, con la villa romana de la Cartuja. "Hablamos de una zona histórica vinculada directamente con el Guadalete. Cuando venimos nosotros es porque realmente sabemos que hay algo, igual que sabemos que en Asta Regia hay oculta una de las ciudades romanas más importantes de Andalucía", asegura Cobos.
En la venta Las Angulas no se para: "Viene mucha gente a hacer fotografías"
"La barriada está bien, exagerá, hay gentecilla joven, trabajando en la Costa del Sol, están de encofradores...", cuenta Miguel sobre su barriada. Una pequeña acumulación de casas autoconstruidas, en zona inundable, y apenas dos ventas, Las Angulas y el Albero. "Viene mucha gente a hacer fotografías a partir de que ha salido en la prensa. Cada vez que se escarba, sale algo", comenta otro vecino de la cercana barriada rural de Los Albarizones tras tomar café en la venta. Laura atiende en Las Angulas, con más de sesenta años de historia, pero dice que se entera de todo lo que sucede junto a su establecimiento, al pie de la carretera y casi aledaño al yacimiento, por el Facebook. "No paro, tengo mucho trabajo. Viene mucha gente de fuera...".
La pequeña barriada es un trasiego de especialistas, operarios, prensa y curiosos. "Eso se sabía, pero aquí solo se han ido echando escombros durante muchos años; estaba todo enterrado en escombros y antes de eso había cochiqueras, y hasta había una playita. Lo que son las bóvedas del molino, siempre las conocimos, desde chiquillos nos metíamos por dentro aunque no nos podíamos explicar si era un túnel o qué era", asegura un parroquiano de la venta. En esta zona apareció el famoso casco griego del Guadalete y una estatua romana de Neptuno. Los hallazgos arqueológicos juntos a La Corta no son ni mucho menos nuevos. Lo que ha aparecido ahora es un paso más que revela el paso de las civilizaciones por la campiña de Jerez y su río Guadalete, olvidado prácticamente en el último medio siglo, pero que fue un cauce fecundo y una relevante salida al mar en muchos momentos de la historia. "Tenemos unos restos romanos muy cercanos a la ciudad de Jerez, aunque no podemos decir rotundamente que estos sean los orígenes romanos de Jerez", apunta el especialista.
"La estructura que vemos estaría dentro del río, que en aquella época sería más ancho, y esto era como una pequeña isla. Esto estaría vinculado a una cierta población, con almacenes, y una zona industrial. Todo esto corresponde a una obra pública romana, por estar en el río", mantiene el arqueólogo jerezano Luis M. Cobos, quien sostiene que actualmente "estamos en una primera fase, construyendo unos gaviones para proteger los perfiles para una futura fase en la que ya entre la Consejería de Cultura con una inversión mayor que ponga en valor todo el conjunto". "Esto hay que ponerlo en valor como sea, mi compañera Esperanza y yo amenazamos con encadenarnos aquí", bromea.
Es mediodía y ya aprieta el sol de finales de agosto en el cielo de La Corta. ¿Qué queda ahora en el yacimiento? "Nos queda por excavar, por ejemplo, el molino medieval asentado sobre uno romano, así como el romano, unos dos metros hacia abajo; la parte de conexión de los canales del agua que movían el eje de la noria y este a su vez las piedras de moler. Y todo se va a poder ver". Como el bajo relieve de la diosa Ceres, que ha aparecido en una de las jambas de las compuertas de entrada a de los molinos y que se refleja con todos sus atributos: el velo, un cetro y un haz de trigo. "La excepcionalidad del sitio es porque no va a haber otro igual en el Mediterráneo, y menos así de bien conservado".