La lucha legal de Mar contra el que fue su maltratador: "Ha sido un calvario de seis años"

Tras un arduo procedimiento legal, un auto de firmeza confirma la sentencia por delito de maltrato en el ámbito familiar, pero las consecuencias van mucho más allá

Tras seis años de procedimiento legal, la sentencia condenatoria del caso de Mar Reyes ya es firme. Imagen de archivo.
Tras seis años de procedimiento legal, la sentencia condenatoria del caso de Mar Reyes ya es firme. Imagen de archivo. Freepik

"Conmigo ha cometido todo tipo de violencia, la económica, la vicaria, la psicológica, la física... y solo se ha hecho justicia en parte". Son las palabras de Mar Reyes, una mujer gaditana que ha hecho público su caso como víctima de violencia de género, en el que quien fue su exmarido ha sido finalmente condenado a tres años y tres meses de prisión y a cinco años y seis meses de orden de alejamiento por la Audiencia Provincial de Sevilla.

En la sentencia condenatoria, del pasado mes de diciembre y que corrobora una sentencia de enero de 2023, y que se ha hecho firme con un auto de firmeza el pasado mes de febrero, a los que ha tenido acceso lavozdelsur.es, se consideran hechos probados que desde 2003 el acusado "se dirigía a ella de forma reiterada y cotidiana con expresiones tales como hija de puta, gorda, puta, psicópata, loca, muérete, inútil, no sirves para nada, mema...", y que "en ocasiones, dichas expresiones iban acompañadas de golpes con la mano en la cabeza, la zarandeaba agarrándola por los brazos o le propinaba empujones para que se golpeara con el mobiliario del domicilio".

El detonante de su historia fue el nacimiento de su hijo, en 2003. "Ya desde los últimos meses de embarazo de mi hijo, empezó incluso físicamente. Anteriormente, yo no era consciente, he sido consciente ahora a posteriori, pero ya sufrí un maltrato psicológico. No lo veía así, pensaba que bueno, que me quería mucho. Lo que es la posesión, los celos, el aislamiento de mis amistades, de mi familia y demás... No lo supe ver", relata. Tras el nacimiento del niño, "me convence para que no me reincorpore al trabajo" y "cuando mi hijo no tenía todavía dos años, me obligó a firmar la separación de bienes. Yo sin trabajo, imagínate", cuenta.

Mar explica que durante años estuvo "anulada por completo", sin ver a sus amistades: "He vivido aislada, y en un momento me maltrataba, y al día siguiente y los demás días era estupendo, me pedía perdón y además no solo eso, sino que tan pronto me trataba mal como me trataba bien y sobre todo en público. En público yo era la envidia de todo el mundo". 

En esa situación tuvo una ayuda fundamental: sus vecinos, algunos de los cuales han sido testigos en el proceso, como también recoge la sentencia. "Una vez que entrábamos en casa, la cosa cambiaba; a medida que iba pasando el tiempo ya fue más agresivo, también empezó a gritar, a pegarme físicamente y, gracias a Dios, los vecinos que he tenido han sido mi salvación", señala. En los peores días, "le pedía el divorcio, le decía que yo no podía estar así, que yo lo que quería era estar con mi hijo, pero que no podía aguantar esa situación porque no podía más. Cuando le decía eso, era como si estuviera hablando con la pared, cambiaba de tema. Había veces que pensaba: ¿seré yo la que no está bien de la cabeza? Si le estoy hablando de esto y me habla como si nada y se pone cariñoso", se sincera.

El punto de inflexión llegó el 5 de junio de 2018. Animada por unas amigas, Mar decidió grabar a su expareja. "Le dije: no puedo más, te voy a denunciar. Se levantó de la cama, me zarandeó, me tiró en la cama, me dio un empujón, me dio un tortazo y empezó a insultarme". Finalmente, relata que consiguió escapar del domicilio, fue al hospital, denunció, y ahí empezó "el otro calvario, que ha sido el calvario de estos seis años".

"Me he visto literalmente en la calle", expresa. Su situación económica ha sido precaria desde que se inició el proceso de divorcio, ya que dependía por completo de su expareja. "Me ha dejado en una situación de tener que compartir piso, de depender de ayudas, porque es que, si no, me veo en la calle, y económicamente, mal no, lo siguiente. Después de tantos años sin trabajar, con la edad también, buscando trabajo por todos los sitios...". Actualmente, está trabajando, pero en un puesto temporal.

La última sentencia también recoge que, en una ocasión, vulneró la orden de alejamiento impuesta. Ahora, se le imponen en total cinco años y seis meses de orden de alejamiento por un delito de malos tratos habituales en el ámbito familiar, agravado por ocurrir en presencia de menores y en el domicilio familiar, previsto en el artículo 173.2 del Código Penal; y por un delito de maltrato en el ámbito familiar previsto en el artículo 153.1 y 3 del Código Penal. Del mismo modo, se le condena a tres años y tres meses de prisión. Según explica, él ha presentado alegaciones a su entrada en prisión y aún está a la espera de respuesta por parte de la jueza. "Esperemos que se haga justicia", expresa.

Sobre el autor:

Alaia Rotaeche

A. R.

Graduada en Periodismo y Máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense. He pasado por medios locales, por comunicación política y de organizaciones y he participado en proyectos autogestionados. Me interesan particularmente la cultura, la política, las migraciones y los feminismos, e intento siempre tener la mirada puesta en quienes tradicionalmente han habitado los márgenes de la sociedad.

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