Momentos de dolor, rabia y auténtica indignación han vivido los familiares de José Antonio en su entierro. El joven, de 28 años de edad, fallecía a principios de semana tras someterse a una operación bariátrica. Sufría obesidad mórbida y pesaba casi 300 kilos.
A la hora del entierro, el ataúd –de dimensiones especiales– no entraba en el lugar que había sido designado por el Ayuntamiento de El Ejido (Almería). Más de tres horas se llevó encajado en el habitáculo reservado para su eterno descanso.
La familia, que ya había alertado al Consistorio de lo que podía ocurrir, tuvo que pedir ayuda para romper parte del muro y así poder introducir la caja con los restos mortales del joven. "Desde el primer momento dijimos que no cabía en el sitio", ha relatado el hermano de la víctima.
El entierro estaba previsto para las seis y media de la tarde. Hasta pasadas las diez de la noche no se pudo solucionar un problema en el que tuvieron que colaborar los bomberos.
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