Este miércoles ha entrado en vigor el primer paquete de medidas que recoge el nuevo decreto-ley sobre ahorro y eficiencia energética. Entre las medidas que entrarán en funcionamiento de manera inmediata, la que más se ha comentado es la de establecer un mínimo de 27 grados en el uso del aire acondicionado en verano y un máximo de 19 en la calefacción en invierno, sin embargo, también se ha acordado que los escaparates que estén desocupados a partir de las 22:00 horas deberán apagar sus luces y la colocación de carteles informativos de todas las medidas que se lleven a cabo.
Por otro lado, a partir del 1 de septiembre será obligatorio mantener cerradas las puertas de los establecimientos y se deberá incorporar de forma progresiva cierres automáticos que aseguren el cumplimiento de esta medida.
Pero, ¿cómo han sido recibidas estas noticias en los negocios más vulnerables, los pequeños negocios de barriada? Fernando García es el dueño del bar El Corsario, en la popular barriada de La Granja de Jerez y, aunque entiende que hace falta legislar para protegerse de un posible desabastecimiento de energía, cree que no se está haciendo como debería.
"Durante la pandemia a los hosteleros nos volvieron locos. Nos abrían, nos cerraban, nos dejaban hacer una cosa, luego nos la prohibían y ahora nos vienen con esto. Hay que pensar un poquito más en los que estamos aquí trabajando porque no damos abasto con tanto cambio", lamenta.
Para él, la problemática de la temperatura es una "chorrada" porque dispone de una amplia terraza y sus clientes suelen sentarse en el exterior, pero sí le parece complicado adoptar la nueva medida sobre el cierre de las puertas. "Si estoy entrando y saliendo constantemente, ¿para qué tengo que estar abriendo y cerrando? ¿Acaso el objetivo es dificultar más nuestro trabajo?" Se pregunta.
Aunque se lo toma un poco a guasa, lo cierto es que está enfadado con el rumbo que está tomando el Gobierno central con respecto a este tema y así lo comenta con algunos de sus parroquianos mientras continúa con su labor. "Estamos perdidos, nos han dejado tirados", dice.
Una visión similar tiene Ramón Lirio, dueño de Alimentación Mari. Para él, estas medidas "están mal hechas porque se han tomado sin preguntar ni a los empresarios ni a los trabajadores". Además, llevar a cabo algunas de ellas requiere de una inversión económica que, como temen, tendrá que salir de su bolsillo. "¿Nos van a pagar el cierre de las puertas? Porque viniendo de dónde venimos y con la subida tan exagerada de los productos no tenemos para caprichos", indica.
En su caso concreto, trabaja con frutas, verduras y alimentos perecederos y cree que "es inviable tener estos productos en un local tan pequeño con la temperatura a 27 grados porque se van a echar a perder. Va a ser tirar más dinero a la basura". Además, como recuerda, "en las barriadas un porcentaje muy alto de la clientela son personas mayores. ¿Cómo vas a dejarlas fuera esperando su turno a pleno sol? O si pueden entrar, ¿qué fresco van a sentir a 27 grados si esto es un horno por las mañanas? Es inviable, no van a estar cómodos".
"Siempre pagamos los mismos, los pequeños negocios. Seguro que si Carrefour o Mercadona tienen el aire más bajo no pasa nada, pero ya verás cómo aquí nos van a venir uno a uno con el termómetro", vaticina. También aprovecha para quejarse de los recientes cambios en las cuotas de autónomos. "Supuestamente se ha llegado a un acuerdo con la patronal, pero allí no veo ningún frutero, pescadero o carnicero de barriada que nos represente", reclama.
José Antonio trabaja como dependiente en una de las tiendas de congelados y precocinados de la barriada y cree que el problema radica en que "los políticos no tienen ni idea de para quiénes hacen las normas". "En vez de quitarse la corbata que se pongan detrás de un mostrador y vean lo que es esto, seguro que así toman medidas más acertadas", apostilla.
En el caso de este negocio lo importante es mantener los congeladores a pleno rendimiento para conservar los productos, de modo que su malestar viene principalmente por la imparable subida de la electricidad. "Mantener encendidos y funcionando los congeladores es algo que no todos se pueden permitir. Nosotros de momento somos privilegiados porque podemos continuar trabajando, pero lo que es realmente urgente es frenar la subida de los precios".
Esta situación obliga a que ellos también tengan que subir los precios y llama la atención sobre la avanzada edad de muchos de los residentes en la zona. "El pescado y otros productos se han convertido en un lujo. Si una señora viene a comprar con su pensión de viudedad no va ni a mirar determinadas cosas que antes compraba porque ya no se las puede permitir. Es un desastre", cuenta.
Sobre la instalación de cierres automáticos para las puertas asegura que acatarán cualquier decisión que se tome, pero pide por favor que "todo lo que requiera una inversión económica esté subvencionado, porque si no nos van a seguir apretando hasta que tengamos que cerrar".
Algo parecido opina Manuel Benítez. Este carnicero lleva años instalado en la barriada y piensa que "decidir por los pequeños negocios sin hablar antes con ellos es un error y solo va a traer caos y un desembolso de dinero que veremos a ver si finalmente sirve de algo".
Él tiene claro que el nuevo límite de temperatura es insuficiente porque "poner el aire a 27 grados cuando fuera hace 40 es inútil. Es gastar electricidad para nada”. También quiere incidir en la dificultad que están teniendo para mantener el negocio con la subida de los precios y la imposibilidad de afrontar nuevos gastos derivados de estas medidas. “Estamos haciendo malabares para mantener los precios lo más bajos posible y que no se nos espanten los clientes y ahora nos llegan nuevos gastos de estas medidas. No nos va a quedar otra que cerrar a este paso", concluye.
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