“Desde siempre he sido muy curiosa”, cuenta Ana María Porcel cuando atiende a lavozdelsur.es. Esta profesora del departamento de Enfermería de la Universidad de Sevilla (US) lleva a cabo una intensa labor investigadora que compatibiliza con su trabajo como docente. “Llevo un día intenso”, asegura cuando puede coger el teléfono, al final de una jornada laboral eterna.
Porcel es una de las investigadoras de la US que este 11 de febrero, cuando se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, participa en la campaña impulsada por la institución universitaria, que anima a las investigadoras a subir una foto a redes sociales bajo el lema Soy mujer y hago ciencia, para visibilizar así su labor. Y es que sólo el hecho de ser mujer supone un obstáculo para el avance de la carrera del 26,8% de las investigadoras, como recoge el Estudio sobre la situación de las jóvenes investigadoras en España elaborado por el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación (OMCI) del Ministerio de Ciencia e Innovación.
“Queda mucho por andar”, expresa Ana María Porcel, quien confiesa que durante su trayectoria profesional ha tenido “una serie de obstáculos”, en su caso, por la “feminización” de la profesión de enfermera, debido a la “estigmatización social”. “Siempre se piensa en la chica mona que ayuda al médico, y no tiene nada que ver con eso”. “Incluso, en los cargos académicos predomina el rol masculino, aunque las mujeres seamos mayoría”, expresa, algo que no le ha pasado en la universidad.
Porcel, que lleva doce años trabajando en la US, participa en tres proyectos de investigación, como una herramienta que mide la necesidad de cuidados de las personas que están hospitalizadas, que sirve para ajustar la ratio de enfermeras que se necesitan en cada espacio. “El número de enfermeras incide en la mortalidad de los pacientes”, explica, por lo que se busca “reducir” este índice.
Ana María Porcel: "Si no atendemos al potencial de una parte de la población mundial nos estamos perdiendo la mitad de conocimientos"
“Ahora más que nunca es necesario poner la mirada en los profesionales”, dice Porcel, que coordina un proyecto europeo de modelo de cuidados para personas dependientes o en riesgo de exclusión social en la cuenca del Mediterráneo —en el que participan seis países—. “Hay que poner la mirada en la persona”, señala. “El modelo asistencial que tenemos ya hemos visto las carencias que tiene, por ejemplo, el sistema residencial está obsoleto. Las personas tienen que estar en el centro”.
“Siempre me ha gustado mucho el trato con las personas, el contacto humano”, dice Porcel, que trabajó durante una década como enfermera asistencial en cuidados críticos y Urgencias. “Tenía preguntas que quería responder, aplicar a pacientes los mejores cuidados”, dice, por eso se decidió a seguir formándose —con un máster y un doctorado— y, posteriormente, a comenzar su carrera investigadora. A ella, esta profesión le ha hecho “ser más humana”. “No es que eligiera Enfermería, es que Enfermería me eligió a mí”, dice quien no puede estar “sin escuchar a las personas, sin mirar a los pacientes, sin darles la mano cuando se puede… Se lo debo todo a esta profesión”.
“Los hombres y mujeres somos igualmente importantes”, sostiene Porcel, “si no atendemos al potencial de una parte de la población mundial nos estamos perdiendo la mitad de conocimientos y de descubrimientos y posibilidades”, agrega, en referencia a la invisibilización que sufren las mujeres que dedican su vida a la ciencia.
Ana María Beltrán también es investigadora de la US. En su caso, profesora de Ingeniería y Ciencia de los Materiales y del Transporte. Es doctora en Ingeniería de Materiales y participa en varios proyectos de investigación, uno de ellos en materiales para aplicaciones biomédicas —como prótesis de rodilla—. “Es una rama de la ingeniería poco conocida”, cuenta. Beltrán, en una rama en la que “somos muy pocas mujeres, tenemos que hacernos ver”.
Ana María Beltrán: "Somos muy pocas mujeres, hay que dar a conocer que las carreras de ingeniería no son sólo de hombres"
Después de estar cuatro años y medio en estancias posdoctorales en el extranjero, dos años en el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS por sus siglas en francés: Centre national de la recherche scientifique), la institución de investigación más importante en Francia; y otros dos años y medio en la Universidad de Erlangen de Nuremberg (Alemania), pudo volver a su tierra gracias al programa Andalucía Talent Hub, que busca el retorno del talento fugado. “Soy de los pocos talentos que se han recuperado y voy camino de la estabilización en la US”, señala, orgullosa.
“Somos muy pocas mujeres”, dice Beltrán, “hay que dar a conocer que las carreras de ingeniería no son sólo de hombres”. Para ello trabaja en un proyecto que llevan por los institutos que busca dar el empujoncito a jóvenes que dudan si estudiar una ingeniería. En los últimos años ya han experimentado una ligera subida en el número de matrículas de mujeres en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sevilla. Es un primer paso.
“Muchas veces son ellas mismas las que se limitan”, dice, “porque no tienen un referente”. “Las chicas tienen que elegir lo que les gusta y no pensar en si van a poder o no, vamos para adelante y ya podremos”, expresa, resuelta. Ella cuenta que ha trabajado en equipos donde hay “muchas mujeres” y no ha sentido machismo, una señal de la evolución experimentada en este ámbito.
Beltrán, a quien le gusta involucrarse en el laboratorio —“mancharme las manos y trabajar”, según sus propias palabras—, busca saber “cómo funcionan las cosas”. “Siempre fui curiosa”, dice, aunque “si no me hubiesen presentado cómo funciona un laboratorio igual hubiera hecho una carrera de letras”. “Disfruto con la ciencia, pensar los resultados, analizar lo que ha pasado, entenderlo, proponer soluciones e ir progresando”.
¿Y si Einstein hubiera sido mujer?
La Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), con el apoyo de la Oficina del Parlamento Europeo en España, impulsa la iniciativa #NoMoreMatildas, que quiere conseguir una mayor presencia de científicas en los libros de texto escolares, tanto en Primaria como en la ESO y Bachillerato, "desde la convicción de que, como referentes, estas mujeres serán un estímulo para despertar en las niñas una vocación científica y contrarrestar los estereotipos que desde edades tempranas anidan en sus mentes", señalan en nota de prensa. Los libros de texto de la ESO tienen apenas un 7,6% de referentes femeninos, según estudios recientes.
"Es probable que, si Einstein hubiese nacido mujer, su apellido apenas nos sonara hoy. Y es que los méritos de sus descubrimientos se los habría llevado algún compañero de investigación o incluso su marido. Este fenómeno, que se conoce como Efecto Matilda, señala la injusticia que ha relegado al olvido, de forma sistemática, los hallazgos de brillantes científicas como Nettie Stevens, Lise Meitner, Marietta Blau o Rosalind Franklin, entre muchas otras", explican los impulsores de la iniciativa.
#NoMoreMatildas invita a imaginar, a través de tres cuentos, cómo hubiera sido la vida de Albert Einstein, Alexander Fleming y Erwin Schrödinger en caso de haber sido mujeres. Las escritoras y periodistas Ángeles Caso y Carme Chaparro, y la catedrática de Química Inorgánica y presidenta de AMIT-Andalucía, Adela Muñoz Páez, firman los prólogos de los tomos, que cuentan con textos de Nöel Lang e ilustraciones de Rodrigo García Llorca.
Los datos hablan por sí solos: el porcentaje de mujeres en carreras científicas es inferior al 50% —28,5% según la Unesco—. También se han dado pasos para atrás. En España, las mujeres representaban en los años 80 del siglo pasado más del 30% del alumnado en áreas como la ingeniería informática. Hoy apenas llegan al 12%. En matemáticas, el porcentaje de alumnas superaba el 60%, y ahora roza el 37%.