Desde 2014, año en el que Marco R. emparedó el cuerpo de su expareja en un piso del barrio del Calvario en Torremolinos (Málaga), varios inquilinos habían vivido en este domicilio, pero nadie podía imaginar el macabro secreto que guardaban sus paredes.
No fue hasta el martes cuando el grupo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Brigada Local de la Policía Judicial de la localidad costasoleña pudo poner fin a una búsqueda de nueve años.
En el interior de la vivienda, entre bolsas de basuras y dentro de una caja de madera, estaban los restos de Sibora Gagani, la joven albanesa de nacionalidad italiana que desapareció en julio de 2014.
Los investigadores, tras varios intentos de hallar alguna pista en el piso sobre el cadáver de Sibora, recurrieron a un sistema de rayos-X para poder dar con la pista que permitió su localización.
En ese domicilio, la joven convivió con su asesino durante tres años hasta que Marco R. decidió acabar con su vida. Su cuerpo lo disolvió en ácido y ocultó entre dos paredes.
El asesinato el pasado 17 de mayo de Paula, tras recibir 14 puñaladas por parte de la que había sido su pareja, puso a los agentes policiales en alerta. Este segundo crimen de Marco R. ha llevado a resolver el que cometió hace nueve años. Los moradores de la vivienda en estos últimos años están horrorizados de pensar que habían convivido con los restos de la joven Sibora.
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