“Papeles para todas”, se lee en uno de los carteles que este martes sujetaban varias personas frente a la puerta de la Subdelegación del Gobierno en Cádiz. Asociaciones sociales de la provincia se han desplazado para tender la mano a los migrantes. Pro Derechos Humanos de Andalucía, Vejer sin Fronteras o Familias Solidarias se han sumado a una lucha que ya sonó en Chiclana el pasado 8M, cuando más de medio centenar de jóvenes tomaron las calles para reclamar su derecho a la solicitud de asilo. Todos proceden de las Islas Canarias, desbordada por la llegada continua.
Mamadou Ba, de 26 años, y El Hadji Malick Sy Samb, de 25, levantan una pancarta: “Migrantes o no, somos personas”. Estos senegaleses salieron del centro de acogida de emergencia de Campano, complejo de Los Salesianos en Chiclana, hace unas tres semanas, tras haber estado tres meses, el periodo máximo que le permite la Confederación Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que se rige por el Programa de Atención Humanitaria puesto en marcha por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Cuando se vieron sin nada, la Red de Apoyo a Inmigrantes de Jerez Dimbali, les dio un techo donde dormir.
Junto a ellos deberían estar otros 50 migrantes que iban a participar en esta protesta. “Ha habido presiones por la entidad que los aloja para que no vengan. Cuando hemos ido a recogerlos, no querían subir a los coches porque tienen miedo”, comenta Francisco Cuevas, de Dimbali, que asegura que esta concentración “tendría más sentido con ellos, ciudadanos de pleno derecho”.
Reivindican que los migrantes puedan demandar el asilo para que realmente exista una “acogida digna” y denuncian el colapso del sistema de acogida y asilo desde hace unos meses. Esta crisis que asoma al país y que late con fuerza en Barajas, donde se han registrado más de 600 solicitantes. No hay soluciones a la vista, mientras que los migrantes solo piden poder acceder a esa solicitud, independientemente de su resolución.
"Las entradas al centro de Chiclana son continuas"
“Es un derecho humano universal para personas que vienen huyendo de circunstancias difíciles. Solo el Gobierno sabe la razón auténtica de por qué está saturadísimo el sistema. Curiosamente, para las personas blancas y con los ojos azules, por ejemplo de Ucrania, se les facilita muy rápidamente. Y para africanas, pues está la cosa muy saturada”, denuncia Francisco Cuevas, como portavoz de todas las entidades presentes en la concentración.
No hay ruido, ni megáfonos. Solo miradas en esta convocatoria que no se ha podido llevar a cabo con normalidad. En el centro de acogida de Campano, unas 250 personas quieren conseguir cita. En su mayoría, son jóvenes africanos, chicos, aunque hay alguna chica, de no más de 30 años, algunos con la mayoría de edad recién cumplida, que entraron en este programa de acogida humanitaria en busca de un futuro mejor.
A muchos, se les agota el período de tres meses y no saben qué hacer. “Las entradas a este centro son continuas, prácticamente llegan a diario”, dice Francisco Cuevas desde la capital.
Mamadou Ba y El Hadji Malick Sy Samb, que ya completaron su estancia en estas instalaciones, cuentan que “la situación estaba un poco regular porque solamente estábamos para dormir y comer, nada más” y “no había actividades para mejorar o sentirse bien”. En cada habitación hay entre 4 y 6 camas y, en el comedor, hay veces que hay saturación. “Hay chicos que se quedan sin comer porque el tiempo es solo una hora y 15 minutos y eso es poco tiempo para toda la gente que hay”, explican.
El centro se encuentra con los recursos desbordados para ofrecer una atención digna. “Yo no tengo familia aquí, gracias a Dimbali tengo un sitio donde dormir y estoy aprendiendo español poco a poco”, comenta Mamadou. Sin la ayuda de la Red de Apoyo, él y El Hadji Malick Sy Samb estaría en la calle “porque estábamos en una situación vulnerable”.
"Hay muchos chicos que no hablan español, son vulnerables"
Para ellos, solicitar el asilo es una odisea debido a esta congestión y se han encontrado con dificultades que aún no han podido esquivar. “La gente que trabaja en el centro nos dice que es imposible tener una cita y que ellos no nos puedes ayudar. Es muy difícil. Nosotros mismos estábamos intentando coger una cita con un abogado, pero la dirección ha anulado todo. Nos dice que tenemos que hablar con la abogada del centro, pero no nos ayuda mucho, hay mucha gente, una sola no es suficiente”, detallan a lavozdelsur.es.
Cuando termina el periodo máximo de acogida, los jóvenes se encuentran sin alternativas habitacionales. “Hay muchos que no tienen familia, ni sitio a donde ir, ni amigos, ni nada, que no pueden hablar nada de español, son vulnerables. El centro les dice que deben salir de allí porque no pueden quedarse y eso es un poco complicado para ellos, no tienen ningún lugar a donde ir”, expresa Mamadou, recordando cómo se sintió cuando él pasó por esa misma situación hace un mes.
Según datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), en 2023, España fue el tercer país europeo con más peticiones de asilo, con 118.842 personas, por detrás de Alemania y Francia. A estos se suman aquellas que no pueden acceder a una cita y permanecen invisibles a los informes. Muchas de ellas acaban en situación de abandono y fuera del sistema de protección.
“Algunos centros de España engañan a los jóvenes y los mandan en un autobús a grandes ciudades, les pagan su billete, pero nadie les garantiza una acogida allí y se quedan en la calle”, denuncian las asociaciones.
Desde la concentración, Aurora Van Echelpoel, ligada a Dimbali, también ha lanzado sus demandas. “Si tenemos ONG importantes que se hacen cargo, su obligación moral es no dejar a las personas en situación de calle, eso no puede ocurrir”, sostiene la belga que explica que, desde la Red de Apoyo tratan de facilitar techo y comida, además de ayudar en su integración a los migrantes. Esta asociación no puede acoger a más de tres personas, pero sirve de guía para mejorar sus vidas.
Todas sus voces se unen para reclamar al Gobierno “que habilite medios y agilice esas citas para estas personas que, una vez que entran en el sistema como demandantes de asilo, pueden entrar en ONGs y estar un año o dos acogidos de una forma más digna, aunque al final no les concedan el asilo, pero en mejores condiciones”, comenta Francisco Cuevas.
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