La palabra solidaridad está grabada en la mente de Pedro Espada Lobato, un hombre afable y cercano que, aunque nació en San Fernando lleva prácticamente toda su vida en Jerez, “más de 20 años, me siento más jerezano”, dice. Desde que pisó la ciudad se ha dedicado a tender su mano a los más desfavorecidos demostrando una entrega hacia los demás digna de admiración. Desde 2004 es presidente de la ONGD Tharsis Betel, fundada por él mismo en Jerez, y en la que está involucrada toda su familia, su mujer Ana María y sus hijos Ana y Abraham.
El duro golpe de la pandemia no frenó la labor social de este hombre de 62 años, que sin pensarlo, se lanzó a la calle con los voluntarios de su asociación para ayudar a las familias necesitadas de Jerez. Se puso manos a la obra y realizó menús para llevarlo a los domicilios de personas mayores durante toda la semana, además de repartir productos de primera necesidad.
Pedro lleva más de 35 años siguiendo los valores cristianos para desarrollar su actividad solidaria. Dice que en su familia siempre han sido emprendedores y aventureros “mi tatarabuelo que fue un monje católico fundó la ciudad de San Antonio en Tejas en el 1.700”, comenta el que ha conquistado a Jerez por su compromiso con los barrios.
Ahora la ciudad jerezana quiere reconocerlo. Pedro es una de las ocho personas a las que el Ayuntamiento le ha otorgado el Premio Ciudad de Jerez a la Solidaridad en la pandemia. Un galardón que le dan a los voluntarios altruistas que han sacado adelante a la población en momentos de dificultad.
No es la primera vez que obtiene una distinción por su acción de lucha contra la pobreza, la exclusión social o la marginación. En 2004 cayó en sus manos el Premio Nacional de Voluntariado de Diaconia España. No ha sido la pandemia la que le ha removido el corazón, Pedro siempre se ha volcado con las personas desinteresadamente, y no solo en España, sino también en rincones del mundo que se enfrentaba a situaciones complicadas.
Estuvo como voluntario en la guerra de Croacia, donde levantó un refugio para los soldados afectados psicológicamente, y en centro américa cuando fue azotada por el Huracán Mitch, “fui a ayudar y a llevar alimentos, medicinas y otros recursos”.
Pedro entró en la Armada en 1978, y tras 30 años de duro trabajo decidió retirarse para dedicar todo su tiempo a los demás. De los buques como El Castilla pasó al escritorio de su habitación. “Me encanta estudiar, todos los días me pongo en casa y estudio, me gusta todo, la historia, las matemáticas, la física, la química”, dice el que cuenta con una sólida formación profesional.
El misionero es profesor, psicopedagogo y teólogo especializado en consejería, además tiene un máster en prevención y tratamiento de adicciones, un título de experto universitario en atención a personas mayores y es técnico superior en prevención de riesgos ambientales.
Su experiencia le dice que Jerez es una ciudad golpeada por los grandes problemas sociales como la pobreza, “no sé por qué, pero hay grupos muy afectados por el riesgo de exclusión”, pero Pedro mira hacia delante, “estoy viendo un desarrollo, veo que Jerez está mejorando”.
¿De dónde le viene la vena solidaria?
En principio mi madre buscaba a los chiquillos gitanos que había por la calle y siempre ha sido muy solidaria, los lavaba en mi casa, les daba de comer, los atendía y eso lo hemos aprendido los ocho hermanos desde pequeños. Colaborábamos con tantísimos niños, los ayudábamos, los limpiábamos, y encima mi madre metía a unos cuantos. Toda la familia tenemos esa vena solidaria a causa de la obra social que ella hacía con los gitanos y también de los valores que nos enseñó.
¿Cómo le ha afectado la pandemia?
Al principio estaba confinado, pero cuando vi la necesidad pedí permiso al Ayuntamiento para que me dieran autorización para salir y buscar voluntarios. Veíamos que había mucha gente, personas mayores y niños, que no tenían recursos y pensamos: -A ver qué hacemos con todo esto. Así empezamos a buscar recursos y a trabajar en la calle. El Ayuntamiento nos daba las direcciones y los nombres de las personas que estaban necesitadas y nosotros, desde el primer día, les repartíamos los alimentos. Empezamos con 60 personas y terminamos con 1.200 diarias.
¿En qué ha consistido la labor desde la asociación durante el estado de alarma?
Reparto de alimentos, atención a las familias, a gente que tenían niños y le faltaban pañales, material de higiene, champú, gel, para lavar la ropa. Intentábamos cubrir todas las necesidades que ellos tenían, desde comida hasta necesidades básicas. La verdad que durante la pandemia ha habido un montón de gente muy necesitada y con una crisis importante en las familias. Después ya aquí en Jerez la gente se busca mucho la vida, y tras el estado de alarma muchas familias nos llamaron diciendo que no les trajéramos más recursos porque ya estaban trabajando, y fueron muy solidarias. Pero sí que hemos notado que hay muchas familias afectadas en Jerez en el tema de necesidades básicas.
"Durante la pandemia ha habido un montón de gente muy necesitada y con una crisis importante en las familias"
¿Y cómo ha sido la respuesta de los jerezanos?
Yo me he quedado sorprendido en los barrios como el Mopu o en la zona de Titanic. De aquellos barrios hemos tenido muchísimos voluntarios que han ayudado en el reparto y eso me ha sorprendido bastante. Se han arriesgado a salir a la calle y darles alimentos a otros, siendo esa un área con personas en situación de riesgo. El número de voluntarios nuestros ha subido más del 100%, muchas personas han querido adherirse a la entidad como voluntarios, incluso un hombre de 80 años que tenía pañales y necesitaba asistencia. Me preguntó: -Mira yo quiero ser voluntario vuestro, y le dije: -Pero si usted no puede ni salir de casa. Hemos visto una respuesta solidaria tremenda en Jerez.
Han pasado dieciséis años desde que fundó la ONGD THARSISBetel. ¿Cómo se le ocurrió esta idea?
En San Fernando, al principio de la migración fuerte vinieron muchas chicas nigerianas, vimos que estaban siendo maltratadas, no tenían recursos y había mafias detrás que trataban de explotarlas. Entonces con un grupo de amigos de una Iglesia tratamos de ayudar a estas chicas. Ese año yo me jubilé de la Armada y decidí dedicarme a tiempo completo a ayudar a las personas necesitadas y por eso creé la asociación allí. Mi tiempo en el ejército me abrió la visión de la necesidad, vi la necesidad enorme que había en el mundo y decidí que algo teníamos que hacer, por lo menos aportar un granito de arena.
¿Qué diferencias observa en la ciudad de Jerez entonces con la que intenta mejorar ahora? ¿Ha cambiado mucho?
Desde entonces yo he visto a Jerez cambiar para mejor. Cuando empezamos en la zona de El Chicle y en toda la zona de El Mopu, estaba llena de droga y de personas adictas, y aquello ha mejorado muchísimo. Las asociaciones que han trabajado allí y el Ayuntamiento han hecho una muy buena labor. Con la obra social que han hecho con personas en situación de riesgo o de exclusión hemos visto una mejora importante.
¿Observa algo que existiera antes y que ya se haya erradicado por completo?
El absentismo escolar era muy grande entonces y ahora prácticamente no hay. Hemos visto como en todo el colectivo gitano que vive allí, el absentismo escolar ha sido prácticamente erradicado. Y el tema de adicciones ha desaparecido casi en un 80%, adicciones, otra cosa es la venta y el narcotráfico y todo lo que hay.
¿Qué le mueve a darse a los demás?
Me mueve el amor a las personas. Yo creo que todos como personas tenemos una dignidad y mi lucha es que las personas tengan una situación digna. Creo que, desde el punto de vista cristiano, tenemos que buscar que cada persona tenga una situación digna.
¿Cuál es su mayor recompensa?
Es ver personas que estaban en situación de exclusión o de riesgo y que empiecen a trabajar, a estudiar y a conseguir lo que antes ni siquiera se planteaban. Un chico que estaba en un contexto de droga y de exclusión me dijo: -Pedro, yo quiero presentarme para ser policía. Y le dije: -Has escogido algo complicado en donde tu vives. Y dijo: -Pero es que quiero. Estuve dándole clases, lo ayudé y lo consiguió. Ahora es policía nacional.
¿Qué ha aprendido de todo lo que han visto sus ojos?
Cada día que salgo aprendo algo nuevo de la vida de las personas y de su experiencia, y el porqué está en esa situación, pero lo principal que llevo aprendiendo desde entonces es que se puede transformar la vida de una persona, siempre hay una opción de que las personas cambien.
"Hay muchas personas que desconocen la labor social de la Iglesia"
La Iglesia ayuda desinteresadamente a numerosos colectivos, ¿qué opina de la acción social que lleva a cabo? ¿cree que está infravalorada?
Creo que hay muchas personas que desconocen la labor social de la Iglesia, todo el mundo piensa solamente a lo mejor en el reparto de alimentos, pero hay muchos voluntarios de diferentes denominaciones evangélicas y católicas que están dando su vida por los demás en la calle, con las familias. Ofrecen mediación, atención a niños o clases de apoyo. Creo que la Iglesia está haciendo una labor que es muy desconocida.
¿Cuáles son sus próximos retos?
Mi reto actual es un proyecto en Zagora un oasis del Desierto del Sahara para rescatar a chicas que son vendidas para el matrimonio. Queremos empezar una escuela allí para rescatarlas de esa venta, ya la estamos desarrollando. Y en Jerez estamos pensando en crear empresas de cultivos hidropónicos y diferentes proyectos de desarrollo. Ahora nuestra inquietud es crear empleo y que la gente emprendedora pueda crear su propia empresa para que pierda el miedo y pueda traer riqueza a Jerez y a su propia vida.