Tomarse una cerveza en España es un gesto de sociabilidad. Un acto de unión para pausar el mundo real o para encontrarle un poco más de sentido a este. Ir de cañas es un lenguaje universal que ha encontrado en la localidad sevillana de Mairena de Aljarafe su rincón más inclusivo en el bar Pepe el mudo, un local fundado por la familia Martínez Fernández. Sus propietarios, Pepe y Esperanza, es un matrimonio sordo que inauguró este establecimiento en 1968 y han creado un lugar único con su propia lengua de signos para pedir una cerveza.
El matrimonio creó el bar hace 54 años cuando todavía eran novios. Poco a poco sacaron adelante el negocio con la dificultad de trabajar cara al público sin poder escuchar a sus clientes. Con ingenio y creatividad lograron salir adelante y ahora, ya jubilados, observan como sus hijos perpetúan su legado. “En aquellos tiempos, siendo sordos, y sin dinero, poca gente apostaba por ellos”, comenta Pepe Martínez, uno de sus hijos.
“Mis padres emprendieron en unos tiempos que fueron muy complicados para ellos, con mucho esfuerzo y con mucha creatividad. De hecho, mi padre creó con los clientes su propio signo para pedir una Cruzcampo, colocando los dedos pulgar e índice en cruz”, explica Carmen Martínez, hija también del matrimonio.
Pepe mira a su esposa y recuerda como fueron superando los obstáculos. “Teníamos la dificultad de no escuchar ni oír, fuimos avanzando poco a poco, poniendo dibujos y recortes de diferentes tamaños”, recuerda Pepe. “Yo era un poco torpe y no sabía escribir. Él me ayudó en muchas cosas, por ejemplo, con el dinero”, dice Esperanza mirando a su marido. Toda una vida juntos en que se han ayudado el uno al otro y han creado uno de los bares más enigmáticos de Andalucía.
Este establecimiento atrae a muchos clientes con sus mismas condiciones auditivas que expresan sentirse más cómodos al poder pedir sin dificultades de comunicación. “Si yo voy a un bar y quiero pedir una cerveza tengo que deletrearla y muchas veces no me entienden. Al final tengo que tirar de un boli o un papel”, explica Belén, una cliente habitual con discapacidad auditiva.
Dirigido por el joven sanluqueño Cani Galán
La historia la recoge Cruzcampo en su nuevo microdocumental dirigido por el joven director sanluqueño Cani Galán (25 años) en una colaboración por su productora Carne Al Corte con La Cura y producido con Ogilvy España. El proyecto audiovisual cuenta con la aparición del artista Kiko Veneno y con la música del guitarrista y compositor jerezano Juan Diego Mateos.
“Hemos contado en todo momento con el asesoramiento de miembros de la comunidad sorda y profesionales de la lengua de signos”, explica el cineasta que además añade que su objetivo era crear un proyecto audiovisual andalucista e inclusivo.“Nos hemos sentido muy integrados por parte de toda la familia”, explica. Tanto que Galán pidió a su madre, Rosalía Lorente, que participase en el proyecto al padecer también un grado parcial de discapacidad auditiva.
Del mismo modo el sanluqueño, que comienza a coger vuelo con su empresa, expresa la satisfacción del resultado del proyecto: “Tiene mucho trabajo duro atrás, pero creo que estamos haciendo las cosas bien. Hemos intentado que casi el 100% del equipo de trabajo sea de Andalucía y que esté formado en su mayoría por mujeres o personas pertenecientes a colectivos vulnerables”.
Carne al Corte, productora que codirige este joven sanluqueño junto a Marta Silgado (25 años, Huelva) y Sara Espinosa (27 años, Jerez) “es una empresa horizontal y participativa que rechaza toda estructura discriminativa, así como las jerarquías de poder tan características de la industria actual y el hermetismo que las cimienta”. De su idea de producción nace hacer de la industria audiovisual un lugar más cómodo para “todo aquel que se encuentre amenazo por la exclusión social y laboral”.