La creación de obras de arte constituye la afición de muchas personas que encuentran su plenitud esparciendo la pintura sobre un lienzo colocado en un caballete. Es el caso de Alejandro Pinazo, un joven malagueño de 25 años que se adentró en el mundo artístico cuando era un niño.
Sus trazos son especiales porque no son las manos sus aliadas para darle rienda suelta a su imaginación. Alejandro lleva toda la vida pintando con la boca. “Empecé a dibujar desde muy pequeño con cuatro años, con mi madre en casa, a ella le gustaba mucho el dibujo y se ponía conmigo, luego a los cinco años comencé a dar clases con una profesora de acuarela”, comenta el joven que ha aprendido diversas técnicas como el acrílico o el óleo durante su formación.
El artista sujeta el pincel con la boca debido a que carece de movilidad en las extremidades superiores e inferiores. Padece artrogriposis múltiple congénita, una enfermedad rara que se produce en España en 1 de cada 10000 nacimientos como consecuencia de una restricción del movimiento del feto durante la gestación.
Sin embargo, esto no ha sido un obstáculo para que Alejandro explotase su lado artístico. Desde los 8 años se sumó a la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie y hasta hoy, continúa elaborando cuadros de paisajes, bodegones y animales. “Para mí la pintura es una realización tanto creativa como personal, me permite poder desempeñar una actividad que a uno le llena”, expresa el malagueño que suele desarrollar su trabajo en su casa varias veces a la semana.
El pintor compone sus pinceladas sentado en su silla de ruedas y asegura que puede “tardar entre uno o dos meses, dependiendo” en finiquitar una creación. En algunas ocasiones sus obras han acabado formando parte de exposiciones, “tanto a título personal como desde la asociación de la que soy becario”, explica.
Esta organización, con sede en Madrid, se dedica a la venta de artículos realizados a partir de las obras creadas por artistas que, por enfermedades o accidentes, utilizan los pies o la boca en vez de las manos. Sus orígenes se remontan al año 1957 cuando el pintor alemán Erich Stegmann decidió agrupar a un conjunto de artistas con discapacidad física bajo una asociación de autoayuda. Esta iniciativa ha perdurado en el tiempo y sigue reuniendo a pintores de todos los rincones de España.
“Yo valoro mucho la posibilidad de estar en contacto con otros artistas de mi misma condición física”, sostiene Alejandro, que tiene buenos recuerdos de algunas experiencias como un curso en Los Ángeles de San Rafael, un pueblo de Segovia, donde “la convivencia fue muy enriquecedora para poder desarrollarme personal y profesionalmente”.
Se estima que existen unos 400 tipos de artrogriposis, “yo no puedo caminar, pero hay personas que si pueden hacerlo, es una enfermedad que no se conoce bien a ciencia cierta”, añade Alejandro, que aprendió desde su niñez a utilizar la boca en sus actividades cotidianas en lugar de las manos. Para él, es un acto totalmente mecanizado, “no te adaptas a escribir con la mano simplemente lo empiezas a aprender y punto, en mi caso ha sido lo mismo”.
Además de la pintura a Alejandro le gusta “el deporte, verlo obviamente, leer y un tópico de nuestro tiempo, los videojuegos”, y siempre ha querido ser historiador. Tras lograr finalizar su grado en Historia, el joven estudió un máster en patrimonio histórico y literario de la antigüedad en la Universidad de Málaga.
Durante su etapa formativa, Alejandro ha contado con el servicio de la Oficina de Atención a la Diversidad de la UMA, que le ha permitido estar acompañado de un asistente personal dentro y fuera del aula. “Me he sentido integrado en todo momento, además he tenido muy buenos compañeros, de hecho, cuatro o cinco ya somos amigos y la verdad es que ha sido muy sencillo”, expone el que se encuentra en Granada estudiando otro máster titulado Historia de Europa a América: Sociedades, Poderes, Culturas, con vistas a realizar el doctorado.
“Incluso los profesores de la vieja escuela, como se les suele llamar, han estado muy comprometidos y dispuestos a facilitarme todo”, añade el artista, que también ha podido completar sus estudios gracias a su asistente que tiene 50 años. Pese a su diferencia de edad, al haber compartido tantos momentos de su vida, “ya somos buenos amigos, me ayudaba a ir al baño, a tomar apuntes y me acompañaba en el transporte público”.
Alejandro desprende humildad en cada frase que suelta por su boca. El chico, que aspira a formar parte del personal docente investigador de la universidad impartiendo clases, vive con ilusión pese a su condición. “Lo fundamental es desdramatizar y tomárselo todo con humor y filosofía, al final no poderse mover ocupa muy poca importancia, yo soy el primero que siempre le digo a la gente que me va la vida sobre ruedas”, manifiesta.
El estudiante, que compagina su pasión por la pintura con la historia, presenta su colección de obras en la web de la asociación, que persigue que sus miembros puedan vivir de su esfuerzo mediante la aceptación y reconocimiento de sus trabajos. La población puede colaborar mediante la adquisición de tarjetas de navidad y de primavera, calendarios, libros, agendas, papel de regalo, láminas o puzles hechos desde el corazón.