La mañana del 13 de abril de 1801 un médico catalán llamado Francisco Romero hizo historia en el hospital de Santa María Magdalena de Almería. Con un escalpeo en la mano, abrió el pecho del agricultor Antonio de Miras e introdujo unas pinzas anulares para levantar al pericardio que rodea el corazón. Así, evacuó el líquido que causaba la enfermedad al paciente en un tiempo donde los almerienses vivían del esparto labrado.
El campesino, de 30 años, sobrevivió y Almería se convirtió en la primera ciudad del mundo donde se practicó con éxito una operación de cirugía cardiaca. Tras la hazaña, el doctor Romero realizó una segunda intervención, esta vez, a un labrador de 37 años de Sierra Alhamilla, afectado por la acumulación de líquido en el peritoneo, una enfermedad sin cura. Siguiendo el mismo proceso, le salvó la vida de forma que a las cuatro semanas volvía a segar el trigo. El tercer paciente no salió adelante debido a una herida en la incisión que le provocó fiebre. Aunque el doctor quiso examinar el cadáver a cambio de dinero, nole dejaron.
El propio médico comunicó años después, en 1815, sus intervenciones revolucionarias en Almería en su memoria Observatio de pectoris hydrope, que entregó a la Sociedad de la Facultad de Medicina de París. Así, Francisco Romero se alzó como una figura clave en la historia de la medicina siendo en Almería donde llevó a cabo una operación que era considerada tabú en la época.