Tras sacarse de la chistera tres días de luto en la Comunidad de Madrid tras la muerte de Isabel II, Isabel Díaz Ayuso está recibiendo cantidad de críticas en redes sociales por no haber declarado todavía un día de luto oficial tras el fallecimiento de Javier Marías a los 70 años de edad.
El escritor madrileño, uno de los autores más prestigiosos de las letras españolas de las últimas décadas, no pudo superar una afección pulmonar que padecía.
La presidenta madrileña ya fue el blanco del enfado de muchos madrileños que no entendían, tras la muerte de Almudena Grandes, que ni la ciudad ni la comunidad autónoma guardasen luto oficial por la autora de la saga Episodios de una Guerra Interminable. El alcalde Almeida incluso llegó a comentar que Grandes no se merecía ser Hija Predilecta de Madrid al considerar que su obra fue "lamentable".
Ahora, tras la muerte de Javier Marías, hay una gran indignación entre quienes consideran que "Marías es más importante que una reina inglesa que no hizo nada por Madrid".
"Almeida y Ayuso están convirtiendo Madrid en la capital cerrada, paleta y caprichos que nunca quisimos. Renegaron de Almudena Grandes, concedieron tres días de luto a la reina que más nos humilló con Gibraltar y ahora, aunque tarde, se conmueven con la muerte de Marías", señala un tuitero.
Sobre la muerte del escritor, que fue candidato al Nobel en varias ocasiones, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha destacado. "Con la muerte de Javier Marías perdemos a nuestro escritor de mayor prestigio internacional".
"No estaría mal que decretases otros tres días de luto en Madrid, pero esta vez sí es justificado porque es una personalidad de la cultura española y no una jefa de Estado de otro país", le recriminan a Ayuso en redes.
Los motivos de no decretar luto oficial tras la muerte de Marías tal vez obedezcan a algún rencor personal por aquella columna firmada en su día por Marías en la que hablaba así de la presidenta madrileña. "Ayuso, cercana a Vox, cuyos integrantes negacionistas son imbéciles morales, siempre priorizó la hostelería sobre las vidas y muertes, y convirtió Madrid en la taberna de Europa, atrayendo a todos los turistas etílicos".