Las respuestas que nunca nos respondiste, las lecciones que nos dejas, Carlos

La historia del periodista y exjugador de fútbol, Carlos Matallanas, un ejemplo de superación que siempre mantuvo sus ganas de vivir a pesar de los obstáculos

El periodista y exjugador de fútbol Carlos Matallanas.

“En lo que a mí respecta (si también me toca perder finalmente la batalla contra la enfermedad), cuantas menos dudas sobre lo que me ha pasado y por qué me ha pasado me lleve de este mundo, más satisfecho me sentiré. Simplemente porque estará más cerca el momento en que nadie muera de esta manera tan absurda e incomprensible”. Las palabras que el periodista y ex jugador de fútbol Carlos Matallanas (1981-2021) escribió el 1 de octubre de 2014, no se las ha llevado el viento este martes 9 de marzo de 2021 en el que a las 11.15 horas, como ha trasladado su madre, Maribel, “la vida ha pitado el final del partido”. Tenía 39 años.

Aquel miércoles de otoño hizo pública su batalla contra el ELA en el blog de El Confidencial, y desde entonces este joven madrileño dio visibilidad a la Esclerosis Lateral Amiotrófica que le empezó a atacar cuando tenía 33 años. Así, se convirtió en un símbolo de lucha contra esta enfermedad neuromuscular degenerativa, sin cura, con la que se topó de forma espontánea.

La ELA afecta a unas 3.000 personas en España y cada año se suman al combate 900 casos más. El madrileño nacido en Carabanchel se negó a quedarse con los brazos cruzados. “Como para capturar a un criminal, para empezar a dar caza a la ELA se necesita investigación. Y antes que el propio dinero, es más importante la voluntad de darle prioridad al problema”, decía en el primer artículo de un proyecto con el que aportó su granito de arena hasta el final.

Sus sensaciones, experiencias y observaciones han quedado grabadas en un lugar recóndito de internet con una misión: ayudar a los demás a afrontar las adversidades. Su vida dio un giró cuando el neurólogo le dio los resultados tras someterse a una batería de pruebas. No sabía por qué había empezado a notar que hablaba raro y lento tras sacarse dos muelas del juicio, algún empaste y una endodoncia en la primavera de 2013. Un año después lo supo.

Por aquel entonces era coordinador de la sección de deportes de El Confidencial, pero antes había desarrollado una carrera futbolística en varios equipos madrileños como el Alcobendas, Santa Ana, Parque Europa, Fortuna, Puerta Bonita, Rayo Majadahonda, Pozuelo o Moscardó, y finalmente, en Cádiz, en el UD Roteña y en el Racing Portuense, con el que marcó el último gol del club antes de desaparecer. La sala de prensa del Estadio portuense lleva su nombre desde hace unas semanas.  

Carlos Matallanas, luchando por un balón durante su etapa como futbolista.  SOMOSELFUTBOLMODESTO

Carlos se vio obligado a abandonar el césped, y sin dejar su pasión de lado, se dedicó a escribir informes para varios clubes como asesor y analista técnico, además de redactar columnas para el diario deportivo AS, entre otras colaboraciones. Poco a poco, la ELA fue haciendo estragos hasta arrebatarle la movilidad y la independencia. El madrileño afincado en El Puerto, donde vivía con la ayuda de sus cuidadores, ha padecido cinco años de tetraplejia. Totalmente paralizado, tan solo podía mover sus pupilas, herramienta a la que se agarró para comunicarse a través de un ordenador. Sus ojos fueron su voz durante su trayectoria vital.

Tras cuatro años “de relativa estabilidad”, como él mismo expresó, la ELA le golpeó de nuevo. En otoño de 2020 tuvo que ser hospitalizado por una infección pulmonar y un cambio de respirador. Aunque le dieron el alta 40 días después, Carlos volvió al hospital, esta vez de urgencia, por una infección en forma de absceso en el cuello que enmascaraba una rotura de tráquea. “Yo no me quiero morir así, sin pelear”, dijo en su blog. Y así lo cumplió. Fueron dos largos meses de complicaciones derivadas de la enfermedad que se sumaron a las vicisitudes de la tercera ola. El coronavirus azotaba —y lo sigue haciendo— al hospital de Puerto Real, donde permaneció, pasando por cuatro habitaciones distintas por la presión hospitalaria, hasta que fue trasladado al hospital Virgen del Rocío de Sevilla hace unos días.

“Yo no me quiero morir así, sin pelear”

Carlos empeoró. Un trombo le ha quitado la vida, algo que para él era un auténtico tesoro, pese a las condiciones a las que plantaba cara. La valoraba con todas sus circunstancias, llevando por bandera una filosofía que quiso trasladar a los demás. Así, plasmó su esfuerzo incansable, su forma de ver el mundo y su constante pelea, además de en su blog, en el libro La vida es un juego: estrategia para Mario y Blanca, publicado el pasado 18 de febrero, día en el que se encontraba en la cama del hospital.

Desde allí, el madrileño mantenía la ilusión por haber presentado su “proyecto profesional más ambicioso”, y respondía a las reacciones y al cariño recibido. Un manual en el que deja constancia de que el fútbol marcó su carácter y fue clave para conservar su actitud. En sus páginas aporta 17 reglas del fútbol que van más allá, componiendo una metáfora a través de la cual comparte sus propias claves para vivir.  El libro escrito con sus pupilas desde su casa justo antes de la pandemia, entre julio de 2019 y enero de 2020, “con una paciencia infinita”, está dedicado a sus sobrinos y a toda persona que lo acoja. “Me doy cuenta de que puede ser de ayuda para muchas personas en estos días extraños que nos ha tocado afrontar”, manifestaba en su blog.

Portada del libro.

El madrileño ha dejado conscientemente un valioso legado que lavozdelsur.es quiso dar a conocer a través de una nueva entrevista. Su madre, Maribel, hizo llegar las preguntas a su hijo, siempre con fuerzas para seguir difundiendo su vocación. Pero sus respuestas nunca llegaron a este periódico. Esta fue la carta que, desgraciadamente, nunca leyeron los ojos de Carlos:

“Pienso que en estos momentos hace mucha falta transmitir la esperanza y la ilusión que usted ha conseguido mantener. Su fortaleza es admirable y sus palabras siempre servirán de inspiración. A continuación, le traslado varias preguntas:

¿Qué echa de menos de su día a día en casa? ¿es muy diferente a su rutina en el hospital?

¿Qué sensaciones le produce la pandemia? ¿piensa que le ha afectado en algún aspecto?

¿Cómo ha vivido estos meses en el hospital en una situación tan crítica por la crisis del coronavirus? Ha visto lo que nadie quiere ver, ¿algún mensaje para concienciar?

Algunas personas se aferran a Dios cuando las cosas no van sobre ruedas. ¿A qué se acoge usted para salir adelante en medio de tanto caos?

Si “la vida es un juego”, ¿cuál diría que es su estrategia?

Hábleme del libro, ¿cómo ha sido el proceso de elaboración?

¿En quién o quiénes pensaba cuando lo escribía?”

La media de vida de esta cruel enfermedad que nadie ha superado es de tres a cinco años. El periodista, que fue embajador de Fundela, la Fundación Española para el Fomento de la investigación de la Esclerosis Lateral Amiotrófica, ha peleado siete largos años. Este 9 de marzo él ha vuelto a ser un ejemplo de superación en medio de la tormenta. Su pérdida ha conmocionado a su gente y a los profesionales que le admiraban. El Ayuntamiento de El Puerto, la ciudad donde residía, ha expresado sus condolencias. “Siempre permanecerá en nuestra memoria y recuerdo con honra y orgullo en la sala de prensa racinguista que lleva su nombre”, ha sostenido Germán Beardo, que manda un mensaje de cariño a toda su familia y amigos, sin olvidar a su equipo rojiblanco, tras la triste noticia y notable pérdida para el deporte de El Puerto, por los muchos logros conseguidos en el campo de fútbol y fuera de él con una calidad humana de excepción.

Este martes triste de marzo un mensaje de esperanza queda para la posteridad. A Carlos le tocó una “lotería macabra” indeseada que sigue existiendo. “Mientras queda partido, hay que seguir intentándolo, buscar la portería contraria, seguir creyendo en nuestras posibilidades por mínimas que nos parezcan”, plasmó en su último libro. Las palabras de su madre estremecen. Para ella, “nunca nadie dará lecciones de vida más hermosas... y siempre habrá un niño que recordará que los partidos hay que jugarlos hasta el final... cómo nos enseñó Carlos Matallanas”. 

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