Manoli: poco más de tres semanas de relación, poco menos de un mes para seguir viva

Apenas hubo reacción entre la primera agresión que le costó un derrame ocular y una segunda que acabó con la vida de esta vecina de La Isla de 61 años. La sentencia de este caso es la última que ha dictado la Audiencia Provincial de Cádiz por un crimen machista y revela fallas en el sistema de alerta y protección

Manoli: poco más de tres semanas de relación, poco menos de un mes para seguir viva. Fachada de la antigua casa Micolta, en la céntrica calle Real de San Fernando, donde se produjo el crimen machista de Manoli.
Manoli: poco más de tres semanas de relación, poco menos de un mes para seguir viva. Fachada de la antigua casa Micolta, en la céntrica calle Real de San Fernando, donde se produjo el crimen machista de Manoli.

Algo falló en menos de un mes desde que Manuela Bravo, Manoli, denunció los malos tratos que había sufrido a manos de su pareja sentimental, con la que mantuvo una breve pero fatal relación de apenas tres semanas, hasta que su cadáver apareció en estado de descomposición en la casa donde vivía en San Fernando. Entre el 11 de abril y la madrugada del 7 al 8 de mayo de 2019, Miguel, de 41 años, tuvo tiempo de planear y perpetrar el crimen machista que no culminó en primera instancia, pero que remató apenas unas semanas más tarde. Ni un mes pasó desde el primer intento.

¿Qué falló? Según se contó entonces, “faltaron datos” para dar protección y socorro a una mujer que incluso acudió al hospital San Carlos de la localidad con un derrame ocular causado por la fuerza que empleó al estrangularla la primera vez quien finalmente acabaría dándole muerte semanas más tarde. A sus 61 años, Manuela residía sola en un piso social de la antigua casa Micolta, en la céntrica calle Real de La Isla. Sus vecinos aseguran que se sentía muy sola y que a menudo acudía a Cáritas o a comedores sociales para sobrevivir. Muchas veces, en el corto tiempo que pasaron juntos, la acompañó Miguel, lo que ya dejó entrever para muchos que “la trataba como un trapo”, como declararon vecinos y allegados en el juicio.

El asesinato de Manoli ha sido la última sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Cádiz por un crimen de género en la provincia. Tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, la Audiencia ha condenado al asesino, que lleva más de dos años en prisión preventiva —"saldrá a la calle antes de diez años", aseguran fuentes judiciales—, por delitos de homicidio, malos tratos y hurto, en una sentencia dictada el pasado 10 de noviembre y publicada la pasada semana. Pero Manoli pudo haber sobrevivido si no hubiese mediado tanto tiempo para que su asesino la rondase y campase a sus anchas hasta adentrarse en su alcoba aquella madrugada. ¿Fallos en cadena? ¿Faltó diligencia? Nunca se sabrá.

El primer estrangulamiento fue de tal intensidad que le provocó un fuerte derrame ocular

Lo único seguro, como recoge la sentencia, es que el acusado y la víctima se encontraban juntos en la vivienda de la calle Real la noche del 11 de abril de 2019 cuando, en un momento dado, "y con la excusa de que le iba a dar un masaje en la espalda", el investigado la agarró "fuertemente" del cuello cuando se encontraba realizando el masaje y, sin que se pudiera defender, "le apretó, cortándole la respiración hasta casi hacerle perder el conocimiento, siendo la fuerza empleada y la presión a la que la sometió de tal intensidad que, al intentar ella librarse, le ocasionó un derrame ocular", todo lo cual constituye el delito de malos tratos por el que ha sido condenado a nueve meses de cárcel. Aquello fue un punto de inflexión para Manoli, decidida ya entonces a cortar radicalmente la relación.

Pasados nueve días desde la brutal agresión, y convencida por unos conocidos que observaron el derrame, la fallecida acudió a Urgencias del hospital de San Fernando, donde el médico que la atendió, al observar a la paciente y escuchar lo que ésta le contó, activó el protocolo de asistencia a víctimas de violencia de género, acudiendo al lugar unos agentes de la Policía Nacional que instaron a la mujer a que presentara una denuncia y les comunicara los datos del agresor. Como recoge la sentencia judicial, la víctima les facilitó el número de teléfono del acusado y les enseñó la fotografía de perfil que tenía en una red social, de forma que los agentes pudieron realizar las primeras averiguaciones, las cuales resultaron infructuosas, ya que llegaron a hablar con el condenado pero éste cortó todo contacto de inmediato.

Además, los policías acompañaron a la mujer a su domicilio "debido a la sensación de inseguridad que tenía ante la posibilidad de encontrarse" al acusado en su vivienda, pues "no descartaba que pudiera tener llaves para entrar a su casa o estuviera en las inmediaciones". Como acabó sucediendo. Semanas después, entre el 7 y el 8 de mayo de 2019, el condenado accedió a la vivienda de la víctima y, encontrándose Manuela en el dormitorio principal del domicilio, y "determinado a acabar con la vida" de la mujer, "en un momento dado se colocó a horcajadas sobre ella" y la asfixió utilizando para ello una almohada, ocasionándole la muerte, tras lo que registró la vivienda en busca de objetos de valor y se apoderó de diversos efectos —principalmente algunos electrodomésticos regalados por familiares de Manoli— que allí se encontraban, valorados en más de 400 euros. Se largó a continuación del lugar, cerrando la puerta desde el exterior y llevándose las llaves del inmueble. Inerte, tapada con colchas, mantas y ropa sobre el suelo del dormitorio se mantuvo el cuerpo sin vida de la mujer hasta casi pasado un mes.

El 3 de junio, alertada por los vecinos, que ni veían a Manuela desde hacía días y que, además, notaban un extraño hedor en la finca, la Policía accedió por fin al domicilio y halló el cadáver. Antes de eso, Miguel acudió el mismo día del crimen a un establecimiento de Cádiz y vendió los diversos efectos sustraídos de la vivienda de Manuela. Tras más de un mes de investigación desde la aparición del cadáver, se detuvo al culpable del homicidio, que acabó confesando.

Un perdón y un pago de algo más de 15.500 euros a dos huérfanos para atenuar la pena

Con anterioridad a la celebración del juicio, el acusado consignó la cantidad de 15,578,93 euros en favor de los dos hijos de la víctima, aunque el jurado consideró que dicha cantidad "es manifiestamente insuficiente en relación al daño que ha originado y lo que le pudiera corresponder". 

La Audiencia ha impuesto al acusado doce años y medio de cárcel por el delito de homicidio con la agravante de parentesco —delito penado con entre diez y quince años de cárcel, aunque la agravante de parentesco hace que la pena deba imponerse en su mitad superior, de doce años y medio a quince años de prisión—, pero, según el auto judicial, "teniendo en cuenta el reconocimiento de los hechos el día del juicio, solicitando perdón, y el ingreso del dinero señalado en favor de los perjudicados, que indica aún de forma mínima un esfuerzo reparador”. Ya era tarde para todo eso. Manuela no pudo sobrevivir a su asesino por apenas unas semanas.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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