Sherrytel, que tiene su sede en el edificio Citea del Parque Tecnológico Agroindustrial (PTA) de Jerez, nació en 2010, expandiéndose posteriormente a la capital madrileña y a Latinoamérica. Actualmente, según su propia web, cuenta con más de 200 trabajadores, casi la mitad de ellos en el municipio jerezano. La mayoría de estos trabajadores no cobra con regularidad y hay empleados de baja que ni cobran, como ya denunció este periódico a raíz de una protesta anterior.
Tras la movilización del pasado día 12, en la puerta de Sherrytel Soluciones, el empresario José Pablo Riofrío Perea aceptó una reunión telemática con el comité de empresa (CGT-UGT) el pasado 15, en la cual admitió, ha informado CGT, que las ventas realizadas en el mes de mayo para las distintas ONG con las que trabaja habían sido "muy buenas". Aun así, “las bajas seguirán sin cobrar” —dijo, asegura el sindicato, después de 3 meses de impagos) y "y el resto, en breve". Fueron, aseguran, "palabras textuales del empresario, sin compromiso de fecha de pago a los trabajadores".
La dirección ha definido la situación de la empresa "en UCI", pero, preguntan desde CGT, "¿se ha parado el empresario jerezano a pensar cuál es la situación actual de los trabajadores después de tres meses sin cobrar? A algunos trabajadores se les hace imposible desplazarse al lugar de trabajo, a las afueras de jerez, ya que no pueden ni si quiera pagar el combustible, por lo que solicitan el teletrabajo y obtienen repuesta negativa por parte de la empresa".
Casi todos sufren retrasos o impagos como luz, agua, hipoteca, alquiler, ….. y en el peor de los casos, como los trabajadores que se encuentran de baja laboral, que llevan ya tres meses sin percibir ingresos, "ni si quiera pueden realizar una compra básica para alimentar a sus hijos. "No puedo comprar ni una barra de pan, ni un litro de leche, …. para mi hija que me pregunta que hay para comer, se me cae el alma al suelo", comenta una trabajadora.
En la mayoría de las familias, es el único ingreso que entra por la puerta de sus hogares. "Hasta el día de hoy mis hijos han podido comer en el comedor del colegio, y ahora que acaba el curso escolar, si no cobro, ¿cómo les doy de comer? Si enferman, ¿cómo les compro las medicinas? Es muy doloroso", reitera otra trabajadora de la empresa, con un personal mayoritariamente femenino.
"Quizás el empresario no se ha dado cuenta que realmente los que están en la UCI son los trabajadores y sus familias", advierten desde CGT.
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