El escándalo en torno a los pollos contaminados de Lidl sigue días después de que un estudio desvelase que el 71% de las muestras analizadas en países como España, Alemania, Italia, Polonia o Gran Bretaña están contaminadas.
La respuesta de Lidl a la acusación que el pollo que se vende en sus establecimientos está contaminado no tardó en llegar. Desde la firma alemana afirmaban que "garantizar la calidad de nuestros productos es una prioridad para Lidl, extendiéndola a los propios procesos para garantizar que los productos conservan las mejores condiciones desde el proveedor hasta el cliente final".
La polémica, lejos de disiparse, sigue muy activa. Desde el Observatorio de Bienestar Animal (OBA), que ha sido el encargado de difundir la referida investigación sobre el pollo contaminado con bacterias resistentes a los antibióticos, aseguran que "Lidl sigue sin disponer de una política pública que evite el hacinamiento de pollos y, por tanto, el uso excesivo de antibióticos que terminan en nuestras neveras".
Julia Elizalde, manager de campañas de OBA, ha añadido al respecto que los proveedores que surten a Lidl crían "pollos hacinados entre excrementos", algo que supone "un paraíso para la propagación de patógenos".