"Nos llaman terroristas, pero lo único que queremos es evitar que los Astilleros se conviertan en plantaciones de algodón" dice un portavoz del sector más contestatario de los trabajadores del sector naval de la provincia de Cádiz. "Son cuatro radicales que tratan de secuestrar la voluntad de sus compañeros y destrozan la imagen de los astilleros gaditanos", asegura un directivo de la patronal del sector del metal.
Entre ambas opiniones caben varios barcos llenos de matices, circunstancias, cambios y actitudes políticas. Para tratar de ordenarlos, la cronología que va desde cuatro despidos iniciales, en la última semana de junio, hasta la convocatoria y desconvocatoria de una huelga en el sector del metal (construcción naval, astilleros) en la Bahía de Cádiz, este pasado sábado 15 de julio. Tres semanas que han resucitado la amenaza de los disturbios.
El inicio de todo
Todas las partes implicadas, desde Navantia hasta los empresarios del sector auxiliar (Femca e IAM), los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO), hasta los grupos de trabajadores que han encabezado el amago de conflicto total (los sindicatos Coordinadora de Trabajadores del Metal y CGT) admiten el inicio de esta crisis. Todo comenzó por el despido de cuatro trabajadores (Antonio, Raúl, Antonio y Pablo).
Todos son veteranos por encima de los 45 años y "sin conocer un conflicto laboral en su vida, no sabían qué hacer", afirma Diego, de la Coordinadora del Metal de la Bahía de Cádiz (CTM). Mecamansol, una de las decenas de empresas auxiliares que vive directamente de los encargos de los astilleros de Navantia, les echa "de un día para otro, sin explicación, por un juicio que pierden con otros empleados, algo con lo que no teníamos nada que ver, es una represalia", dice uno de los cuatro afectados.
De forma espontánea, unas decenas de trabajadores, hasta superar el centenar, empiezan a concentrarse a primera hora de la mañana en la puerta de Navantia Cádiz, en la carretera industrial a partir del 26 de junio. Cada día son más, las horas y los manifestantes. La iniciativa de la queja es de CTM y CGT pero recibe el breve, ocasional, respaldo inicial del comité de empresa de Navantia y de los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO). Será la última vez que se les vea juntos.
Los impulsores de la huelga afirman que la propusieron para proteger a los empleados que podían ser despedidos si seguían con los paros y las protestas
Según pasan los días, la protesta se convierte en una huelga encubierta. Los trabajadores no acuden a su puesto durante varias horas, varios días, los grandes sindicatos y el Comité de Empresa dejan de apoyar, reaparecen con fuerza las antiguas diferencias (enfrentamiento absoluto) con CTM y CGT, esos a los que la patronal llama "radicales".
Todos los demás les acusan de aquella semana de barricadas, llamas, pedradas, tanqueta y antidisturbios de noviembre de 2021. Ese es el último fantasma de un relato de temor que viene desde los años 70. Ambas partes gritan que viene ese lobo con pasamontañas cada cierto tiempo, según sus intereses.
Crecimiento del conflicto
El conflicto crece. Cada vez son más jornadas de concentraciones y cada vez más concentrados "que además de solidarizarse con los cuatro despedidos protestan contra los incumplimientos sistemáticos del convenio, que no son nuevos, que tienen 30 años pero que son escandalosos. Como dijo un antiguo sindicalista de UGT, Navantia es una selva. Los abusos son una barbaridad", detalla Diego Rodríguez.
Los sindicatos mayoritarios admiten incumplimientos aislados pero la patronal los niega: "Ahí están las actas de la Inspección de Trabajo"
Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) habla de horas "que se pagan a nueve euros cuando el convenio especifica 19". Dos afiliados a CCOO que prefieren reservar su nombre admiten que "no pasa en todas las empresas, no todas incumplen, ni todas incumplen igual pero hay casos sangrantes". Otros trabajadores hablan de jornadas de 14 horas.
Diego Rodríguez (CTM) afirma que no todas incumplen el convenio, pero sí demasiadas. "Históricamente se ha hablado de la carga de trabajo, las protestas siempre han sido por eso, carga de trabajo, amenaza de cierres, no hay barcos... Pero ahora el conflicto está en las condiciones, en el cumplimiento".
"Hay gente que trabaja de siete de la mañana a siete de la tarde, haga el calor que haga, con un soplete"
Ni se cumple, afirma, la legislación respecto a medidas preventivas por el calor: "Hay gente que trabaja de siete de la mañana a siete de la tarde, haga el calor que haga y con un soplete". Los pluses de toxicidad y altura no se pagan, según los cuatro primeros despedidos. Una batalla perdida hace años.
La patronal niega la mayor. Asegura que el convenio se aprueba con el acuerdo de los sindicatos, que los incumplimientos pueden ser aislados, como en cualquier sector, y que se persiguen escrupulosamente. "Los expedientes, las sanciones y las actas de Inspección de Trabajo están ahí para demostrarlo", afirman desde IAM. "Si tan malas condiciones hay ¿por qué los sindicatos mayoritarios no las denuncian? ¿por qué sólo lo hacen unos pocos?".
Las empresas preguntan "por qué sólo denuncian unos pocos si tanta trampa hay"
Ese malestar mantiene y amplía los paros hasta crear un conflicto: si los trabajadores los mantienen, según la ley, pueden ser despedidos. Por simple incomparecencia, porque no van a trabajar. Para evitar ese riesgo, "para dar cobertura a los trabajadores, como es nuestra obligación", CGT y CTM deciden convocar una huelga.
La situación de huelga sí daría cobertura legal a los que protestan, impediría su despido, así que presentan la papeleta en el Sercla de la Junta, "en la reunión más rara y tensa que hemos vivido, con la patronal presentándose con un ejército de abogados", dice otro portavoz de los convocantes.
Una vez presentada la convocatoria de huelga, para el lunes 17 de julio, las consecuencias se precipitan. Navantia anuncia la pérdida de cuatro contratos, gaseros, por la amenaza de conflicto, que las empresas se echan atrás.
En cascada, se anuncian despidos hasta 73 debido a esta reducción de actividad prevista. "Qué casualidad que nada más convocar la huelga se cayeran cuatro contratos, cuatro barcos. Además, no son despidos como tales, son interrupciones de actividad porque con la reforma laboral, que ha tenido ventajas y desventajas, se puede parar el trabajo de un fijo discontinuo sin que aparezca como desempleado. Esas interrupciones suceden, por centenares, cada vez que acaba un encargo, cada vez que no hay trabajo", afirman los convocantes.
Huelga "ilegal" o "salvaje" fueron los calificativos recibidos por los convocantes antes de renunciar a iniciarla
La patronal afirma que tanto esos despidos, o interrupciones laborales, como la pérdida de los cuatro contratos (según Navantia, tres pueden ser recuperados en esta semana) son consecuencia directa de la "huelga salvaje e injustificada", además de pronósticar "un daño irreparable en la imagen de los astilleros gaditanos que vuelven a ser asociados a los conflictos y las protestas".
¿El desenlace?
En la duda, lo mejor es preguntar a los trabajadores. La consulta de los grandes sindicatos a los empleados arroja un resultado demoledor para CGT y CTM. Hasta el 85% de las plantillas, según los sindicatos mayoritarios, dice que no quiere huelga. Los promotores de las protestas se quedan solos aunque, dicen, lo esperaban: "La patronal y los sindicatos mayoritarios ponen en marcha su maquinaria, lo de siempre. Meten miedo, en algunos casos, incluso coaccionan".
Hasta se produce un hecho inaudito: sindicatos mayoritarios, comité de empresa y dirección de Navantia firman un manifiesto común contra la huelga. Trabajadores y dirección de acuerdo en un texto público.
Dos de los votantes explican la votación con un ejemplo claro para los no iniciados en sector naval: "Es como si la huelga fuera en hostelería. El convenio no se cumple siempre, lo sabemos, pero si se hace una votación está repartida en muchas pequeñas empresas. Es como si se votara hacer huelga entre los 400 bares y restaurantes de Cádiz. En cada bar hay una situación, un ambiente, más o menos miedo, distintos contratos, es muy difícil que voten en el mismo sentido y con libertad".
El portavoz de CTM añade otra imagen ilustrativa: "Nosotros decimos que mirando el aparcamiento de Navantia en Cádiz sirve para saber cómo se trabaja. Cuando hay 300 coches y está vacío es porque no hay carga de trabajo y está la plantilla fija. Cuando hay 1.500 coches es porque hay reparaciones y encargos. Los 1.200 de diferencia son los de la empresa auxiliar y muchas veces son los 300 fijos los que deciden".
Los cuatro primeros despedidos, protagonistas involuntarios de todo el episodio, acusan a Navantia de "no vigilar" el cumplimiento del convenio. Diego Rodríguez recuerda que el artículo 54 del Convenio Colectivo de Navantia, de la matriz, la empresa pública, "dice que su Comité de Empresa debe velar por el cumplimiento de las condiciones en las empresas auxiliares, no es una cuestión de ética sindicalista o de que nos hagan un favor, es su obligación".
"El artículo 54 del convenio de Navantia dice que debe velar por las condiciones laborales en las empresas auxiliares"
Finalmente, CTM y CGT desconvocan la huelga el sábado 15 de julio. La amenaza desaparece y queda en amago. Pero todas las palabras dichas, todas las denuncias cruzadas siguen vigentes. Todo permanece.
Nadie sale indemne. Las condiciones de trabajo están bajo sospecha. Los convocantes de la huelga refuerzan su imagen minoritaria, excesiva y conflictiva. Los efectos de la reforma laboral, con trabajadores fijos discontinuos que no existían hace tres años, quedan en evidencia. La división entre sindicatos tradicionales y nuevos colectivos laborales es sangrante. La patronal aparece cuestionada, como el papel de arbitraje y vigilancia de la Inspección de Trabajo y Navantia.
Queda lejos la impresión de que aquí no ha pasado nada, de que ya ha pasado todo.
La reflexión de David de la Cruz y el "no error" del mitin de Yolanda Díaz
Adelante es la única formación política que mantiene su apoyo a los convocantes de la huelga cancelada. Hizo evidente este respaldo en un acto electoral este sábado en el colegio gaditano de Santa Teresa. El portavoz municipal de esta formación en Cádiz, David de la Cruz, cogió este lunes de nuevo la bandera de la reivindicación con un escrito público.
"Echaron a cuatro trabajadores a la calle. En esa edad en la que debería estar prohibido despedir. Joven para jubilarte, viejo para rehacerte. Pero… Son unos radicales. No cumplen el convenio. Ese que firmaron. Ese que acordaron. Algo tan básico y tan difícil como eso. Papel mojado para la patronal y las empresas. Pero… Son unos radicales", comienza el texto el concejal y ex candidato a la Alcaldía.
"Jornadas de 14 horas. En verano. De sol a sol. Sin abonar las horas extras. Tiempo tuyo, de tu familia, de los tuyos. Te lo quitan, te lo roban. Pero… Son unos radicales. Anunciaron una huelga. Fíjense, un derecho consolidado, por los despedidos, por el convenio, por los incumplimientos. Y respondieron con amenazas, ceses y cierre patronal. Respondieron a un derecho, lo invalidaron, lo negaron. Pero… Son unos radicales", continúa De la Cruz.
De la Cruz termina con una reflexión sobre toda la sociedad gaditana: "Radical es el cambio de una sociedad que antes se posicionaba con los currantes y ahora les echa piedras encima. Radical es la comodidad de la oficina. Radical es el abandono del comité y los mayoritarios. Radical es la parsimonia con la que se normaliza y se criminaliza a quienes se manifiestan. Radical es la reconversión que acabó con la industria de esta tierra, de esta Bahía, y nos dejó las migajas y el turismo. Radical es el individualismo, el capitalismo y cómo se asimila. Radical es la indiferencia, la criminalización y el egoísmo mientras no me afecte a mí. Radicales no son ellos. Nos hemos vuelto nosotros".
La crisis laboral desactivada, por ahora, ha tenido otra consecuencia política además del aislado apoyo de Adelante. La irrupción de varias decenas de manifestantes de CGT y CTM en un mitin de Yolanda Díaz en Cádiz, el domingo 9 de julio, provocó una profunda división en la izquierda gaditana. "No fue un error ni un acierto, fue una decisión de los compañeros. Fuimos al mitin pero no lo reventamos. Pudieron dejarnos lanzar nuestros mensajes y seguir con el acto".
Preguntados por la falta de repetición de esa actitud en otros mítines, Diego Rodríguez asegura que "fuimos al acto de Yolanda Díaz porque es ministra de Trabajo, Núñez Feijóo no lo es, ni Grande-Marlaska, ni los demás, por eso no fuimos a otros mítines", asegura el portavoz de CTM. "Esto no tiene que ver con las elecciones. Cuando pasen, la situación seguirá igual. Algunos incumplimientos tienen 20 y 30 años. Nuestra lucha no tiene que ver con la campaña electoral".
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