En hospitales, como el de Jerez, Puerto Real o el de Puerta del Mar de Cádiz, no es nada extraño encontrarse con un vecino de Trebujena. Tampoco es raro hacerlo en Sevilla, Mallorca o Zaragoza. La localidad gaditana es una cantera inagotable de sanitarios, entre los que se incluyen celadores, auxiliares de enfermería o técnicos de radiología. El principal motivo es el centro de formación José Cabrera, que lleva nutriendo a la localidad de estos profesionales desde hace décadas.
“Todos tenemos familiares que trabajen en la sanidad”, reconoce Ana Paloma, que es celadora en el Hospital de Jerez. Su marido es técnico de rayos, su cuñado hace lo propio en mantenimiento y su hermana en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. “No podemos ni unirnos para consolarnos”, dice lamentando la situación, ya hace días que no ve a sus padres, algo que no hará “hasta que no termine todo esto”.
En la jornada en la que este medio hace la entrevista, la celadora trabaja de turno de tarde en la unidad de infecciosos, donde se ha establecido un control estricto para no salir durante todas las horas de trabajo. “Esta semana solo libro el jueves, si no hay que quedarse algún turno más porque se necesite”, se lamenta apurada, con un estrés e incertidumbre que no recuerda haber vivido así en sus 20 años como sanitaria. Tras sus estudios en la Cruz Roja, que fue pionera en la localidad al abrir un puesto de socorro en 1983 junto a la Escuela de Damas Auxiliares de Enfermería, ha pasado por centros hospitalarios de Mallorca, Puerto Real y Cádiz.
“No quiero ni pensar cómo estarán en Madrid, es una pesadilla… se me ponen los pelos de punta”, reconoce. La sanitaria, que el otro día estuvo de turno de mañana, no se pudo hacer con una mascarilla "hasta las ocho y media", mientras que en otra de las jornadas se le hizo hasta firmar con DNI en un papel para conseguirla. “Dicen que es porque viene lo peor, pero llevo escuchando eso ya desde hace una semana… estamos bajos mínimos”, alerta. Y lo hace consciente de que es una de las primeras líneas de contagios, ya que traslada a posibles enfermos de coronavirus.
“Tenemos miedo, siempre hay algo que no cuadra; yo estoy expuesta pero también está expuesto el enfermero que deriva al paciente y decide si es coronavirus o enfermedad común”, asegura. Durante la entrevista, mediante vía telefónica, explica que lleva una mascarilla pero que no es proporcionada por el centro hospitalario. “La que voy a llevar hoy la ha hecho mi madre”, dice, con algo de recelo. “A mi hermana en Sevilla le han recomendado quitársela porque alarma al personal: ¿cómo que alarma al personal? El problema no es que yo tenga una mascarilla porque la haya conseguido, sino que el personal no tenga”.
Así lamenta la situación que viven también en el Hospital de Jerez, donde “en teoría” tampoco es necesario que lleve la mascarilla en planta. “Luego te enteras que el número X es un posible coronavirus y ya lo has lavado, tocado y todo”, explica indignada. “En todo momento intentas lavarte las manos, pero el jabón estéril también se ha agotado”, concluye sobre una situación que está agotando la paciencia de sus compañeros.
“Lo vivo con pánico, mi mujer está embarazada de siete meses”
Caso distinto es el de Juan Cabrera. Este enfermero trebujenero, que lleva 10 años como sanitario y ahora trabaja en el área de diálisis del Hospital de Jerez, se encuentra rodeado de personas de alto riesgo, pacientes crónicos e inmunodeprimidos que vienen casi a diario al centro. Una circunstancia que lleva un riesgo añadido: “En el momento que caiga uno todo se vuelve en contra y sucede como las fichas de dominó”. Sin embargo, las medidas que se están tomando no parecen las acertadas.
Entre la escasez de un material que se dispensa “a cuentagotas”, Juan reconoce que las mascarillas caseras no protegen del contagio a los sanitarios que manipulan y trabajan con pacientes de coronavirus. “Menos es nada, pero a nosotros no nos sirve”, responde. Y añade a su preocupación la falta de protocolo existente en el centro: “Son pacientes con historial clínico que vienen en las mismas ambulancias y que tienen contactos los unos con los otros”. La situación personal tampoco le tranquiliza.
“Lo vivo con pánico, mi mujer está embarazada de siete meses”, declara. Así, durmiendo en el sofá y evitando “al máximo” el contacto cercano con cualquier compañero y paciente en el hospital pero también en casa, sobrelleva sus extensas jornadas de trabajo. “Podemos ser asintomáticos pero dentro de cuatro días manifestarlo. Nadamos contracorriente, quién sabe si nos estamos infectando los unos a los otros”, denuncia.
Es por ello que una de sus máximas reclamaciones es que se les haga el diagnóstico a todos los sanitarios “porque si no, no estamos haciendo nada”. En esa línea, sospecha que hay cosas que no se están haciendo nada bien porque tampoco interesa. "Parece que dilatan los test para que no veamos si estamos contagiados", dice. Sobre las muestras de cariño y los aplausos a los sanitarios que tienen lugar cada tarde, a Juan le parece “genial y le “enorgullece”, pero cree que el mayor apoyo posible ahora que puede dar la población es “quedarse confinado y evitar al máximo el contacto social”. Y lo hace porque sabe que aún queda lo peor por llegar: “La ola va a ser terrible”.
Trebujena, en riesgo
"Tenemos muchos profesionales de la salud gracias a la labor de José Cabrera, quien creó la escuela de formación como presidente de la Cruz Roja en Trebujena", afirma el alcalde Jorge David Rodríguez Pérez, sobre la tradición sanitaria en la localidad. Y es que si hay una población que tenga probabilidades para tener casos de contagio entre sus vecinos es Trebujena. Con más de un millar de sanitarios, unos 1.400 residiendo en la localidad, y varios centenares más en otras partes de España y del extranjero, la población gaditana está expuesta al coronavirus por el contacto de los sanitarios con sus familiares.
“Se están dando situaciones de alto riesgo, vienen de un foco peligroso como el Hospital y no se están tomando medidas”, lamenta el regidor. Preocupado por la desprotección que están sufriendo los sanitarios de todos los rangos ante la falta de guantes y mascarillas, el regidor teme por la salud de sus vecinos.
Así, lamenta la situación que se ha dado en estos días en la vecina localidad de Alcalá del Valle, donde un centro de mayores ha tenido que ser desalojado. “Las administraciones se ciñen solo a recomendaciones y obligaciones, insistiendo en que potenciemos servicios como el de las trabajadoras de ayuda a domicilio, pero no tenemos recursos”, advierte. “El protocolo nos obliga a las empresas y a los ayuntamientos a dar guantes, mascarillas y batas como a los sanitarios, pero es un material no nos están suministrando”, denuncia.
Una falta de recursos que en Trebujena se hace aún más de rogar por la especial vulnerabilidad de sus vecinos ante la exposición sanitaria. Por el momento, solo uno de sus vecinos está contagiado por coronavirus. Mientras tanto, otro millar sigue dando la cara tras las mascarillas.