A las cuatro y media de la mañana, en una celda de la prisión de Puerto I, en El Puerto, un interno comenzó a gritar y golpear la puerta y las paredes del habitáculo, provocando un alboroto que alteró a otros reclusos.
El jefe de servicio intentó tranquilizar al interno, y sobre las seis de la mañana ordenó que fuera reducido y trasladado a otra celda de otra galería, quedando aislado y en observación, para lo que es necesaria la presencia de varios funcionarios. El preso, de 1,90 metros de altura y complexión atlética, puso mucha resistencia, lanzando patadas, puñetazos y tratando de morder a los trabajadores. "Parecía un animal rabioso, echando espuma por la boca", apunta un trabajador. "Se había orinado en el suelo de la celda y además del nauseabundo olor, nos provocaba resbalones a los funcionarios", dice otro empleado.
El jefe de servicio, de 64 años, que cuenta con una dilatada experiencia y que siempre se posiciona en vanguardia en estas actuaciones, realiza un sobreesfuerzo para evitar que el interno agreda a alguno de los funcionarios y cuando se tiene controlado al interno y esposado, sufre un desvanecimiento, y un cuadro de vértigo, sin poderse mantener en pie y sin poder dejar de vomitar, por lo que fue trasladado a un centro hospitalario.
Para retener al interno fue necesaria la utilización de un escudo, de defensas de gomas, y la fuerza física de varios trabajadores para vencer la fuerte resistencia puesta por el preso.
El preso, llegado a Puerto I el pasado mes de junio, había estado antes en prisiones de Sevilla y Huelva, donde ya había protagonizado incidentes y agresiones a funcionarios. En la cárcel portuense se le impusieron una serie de restricciones por su inadaptación al régimen común de este centro. De hecho, el pasado 27 de octubre agredió a una funcionaria, a la que dio una patada en la mano.
La asociación Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM), que informa de estos hechos, desea una pronta recuperación al jefe de servicio, y agradece la profesionalidad de todos los funcionarios. "Exigimos una vez más ser agentes de autoridad, disponer de una formación adecuada y continua en este tipo de intervenciones, de la cual carecemos y tenemos que hacer lo que buenamente podemos, se evitarían agresiones y lesionados, más y mejores medios materiales, medios modernos como la utilización de pistola táser, la cual usan otros cuerpos de seguridad", abunda la entidad.
"Si la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias no lo hace, siguiendo con su política de abandono a este colectivo, que se realicen los esfuerzos necesarios desde las direcciones de los centros penitenciarios para contratar profesionales en defensa personal que impartan esos cursos, nos consta que en El Puerto de Santa María hay grandes profesionales y especializados en la defensa personal y utilización de medios coercitivos en el medio penitenciario", pide TAMPM.
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