“La última paliza que recibí fue cuando estaba embarazada de seis meses y me fui al hospital porque perdía al niño”, recuerda Rosa María Núñez, presidente de la asociación Las Desamparadas de Cádiz, que ha puesto en marcha la campaña Agarra mi mano, con el lema Tolerancia cero, con la que retratan a mujeres que han sido víctimas de violencia de género. “Hacemos terapia entre nosotras”, cuenta Núñez a lavozdelsur.es, ya que entre el centenar de integrantes de la asociación hay casos de todo tipo: “A una compañera su pareja le quería rajar el estómago con un cuchillo, otra cuenta que llegaba a casa de trabajar y su expareja le metía el dedo para ver si era verdad que venía de trabajar o de prostituirse…”, relata.
Las Desamparadas nació como asociación en 2016, cuando un grupo de mujeres maltratadas se unió para “trabajar por la igualdad”, ayudándose entre ellas y asesorando a otras que se encuentran en situaciones similares. “No teníamos estudios sobre el tema, pero sí experiencia, por lo que empezamos a informarnos y a asesorar a otras mujeres”, cuenta la presidenta del colectivo, que forman 110 mujeres y tres hombres. “Nos vimos en la necesidad de constituirnos como asociación y luchar por nuestros derechos”, señala Núñez.
Agarra mi mano, compuesta por una serie de fotografías y vídeos del fotógrafo Antonio González, muestra a mujeres que han sido víctimas de violencia de género, que enseñan sus rostros para plantar cara a sus agresores, y animar a otras compañeras a denunciar si reciben algún tipo de maltrato. “La campaña surge de la necesidad de hacer visible a la población esta problemática, hemos puesto caras reales a historias reales”, cuenta Rosa María Núñez, quien añade que “estamos vivas pero hemos sufrido maltratos y necesitamos medidas eficaces”.
“Quién mejor que nosotras para contar nuestra realidad”, dice la presidenta de Las Desamparadas, que es una de las protagonistas de la campaña, junto a otras compañeras que “tienen sentencias por violencia de género, a las que atendemos, acompañándolas y asesorándolas”, añade. La asociación pide a las administraciones que “después de un maltrato haya ayuda para rehacer tu vida”, ya que Núñez conoce casos de mujeres que “han vuelto con su expareja porque no tenían casa ni recursos económicos”. “Más del 50% de mujeres que denuncian volvemos con agresor porque no nos ayudan como nos tienen que ayudar”, añade, incluyéndose en esa estadística. “No queremos minutos de silencio, ni lamentaciones, necesitamos medidas eficaces y ayudas y apoyo”, repite la presidenta de Las Desamparadas.
Uno de los carteles de la campaña 'Agarra mi mano' de Las Desamparadas.
El Ayuntamiento de Cádiz aprobó, en 2016, la ampliación de las ayudas al alquiler para mujeres maltratadas, estableciendo que la prestación podía alcanzar hasta el 100% “en los casos de víctimas de violencia de género que así lo requieran”, como explicaba entonces el alcalde, José María González. Una ayuda que se consiguió “gracias a las reivindicaciones” de las mujeres gaditanas en los plenos municipales, expresa Núñez, que sin embargo a la hora de poner en marcha su campaña siente que han contado con “el apoyo de la oposición, pero no del gobierno local, que no estuvo durante la presentación en la Fundación de la Mujer”.
Durante lo que va de 2019, un total de 44 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas según la estadística oficial de la delegación del Gobierno para la Violencia de Género, aunque recuentos no oficiales de webs como feminicidio.net contabilizan hasta 77 muertes durante este año, ya que incluyen a víctimas del entorno familiar que no se tienen en cuenta en las cifras oficiales. Las víctimas mortales por violencia de género, según el recuento oficial, ascienden a 1.019 desde 2003, año en el que empezaron a contabilizarse.
Los carteles de la campaña puesta en marcha por Las Desamparadas, además de difundirse en redes sociales, se han distribuido por comercios y centros oficiales de Cádiz. “Que se pongan en nuestra piel quienes no saben lo que hemos vivido”, pide Rosa María Núñez, que deja un mensaje de esperanza a las mujeres víctimas de violencia de género: “Se puede salir”. Ella y sus compañeras lo han conseguido.