El mundo rociero sigue viviendo días de plenitud tras dos años sin celebraciones. Si el pasado fin de semana tuvo lugar la procesión extraordinaria de la Virgen del Rocío por las calles del pueblo de Almonte, previa su regreso a la ermita, desde anoche se vive la segunda cita singular con el traslado de la imagen hasta la aldea. Cada uno de estos momentos ha tenido el poder de convocatoria acostumbrado: miles de personas se han desplazado hasta tierras onubenses para participar de este regreso a la normalidad del calendario rociero.
Sobre las 20.30 horas de ayer, los almonteños tomaron las andas con la Virgen e iniciaron esa ‘venida’ al santuario del Rocío, dejando atrás una estancia en Almonte que se ha prolongado 33 meses debido a la pandemia. Tras un largo, intenso y precioso recorrido por el pueblo, gracias a la excepcional decoración que se instala, a la amanecida de hoy, en el parque del Chaparral, la imagen fue cubierta con un capote para protegerla del polvo de la rodá que tomará desde ese lugar hasta llegar a su santuario. Las restricciones, aislamiento y demás medidas sanitarias se produjeron cuando la imagen había sido llevada al pueblo, como sucede cada siete años. Asi, la estancia en Almonte se tuvo que prolongar casi tres años, hasta el levantamiento de las medidas y regreso a la normalidad.
La culminación del traslado, que se lleva a cabo en estos momentos, será sobre las 18.30 horas con la llegada a la aldea del Rocío. Hasta entones, se alcanzarán más de diez horas de esta ‘venida’. Desde Almonte hasta la ermita, la distancia es de unos 15 kilómetros, que transcurren por el denominado Camino de la Virgen, un ancestral sendero que desde siempre se ha usado para estos traslados y que transcurre bordeando Doñana.
Una vez cumplido este traslado, tan solo restará una semana para que el orbe rociero se dé cita en la aldea para la romería de este año, ya normalizada. De hecho, esta próxima semana inician el camino las hermandades filiales. La de Jerez comenzará el miércoles para alcanzar la aldea el sábado próximo. Como manda la tradición, dentro de ocho días, Lunes de Pentecostés, será la procesión culminante de un ciclo que la pandemia ha transformado en extraordinario.