La situación de la Hermandad de la Buena Muerte sigue siendo incierta, tras la reciente dimisión del hermano mayor, que se produjo al poco de una agitada igualá y primer ensayo de la cuadrilla del palio de Dulce Nombre. Unos hecho que también desembocaron en la dimisión del capataz, que se estrenaba este año en ese paso, Francisco Yesa.
Según ha explicado a este medio Salazar, que fue el anterior capataz y es el cauto hermano mayor del Cristo de la Viga, Yesa lo dejó fuera de la cuadrilla, a la que pertenece desde 1991, “a mí y a otro costalero más”. Lo que más lamenta es que, ante la petición de explicaciones a Yesa del porqué de no contar con él, este le diera por respuesta que la causa era “porque ponía a la gente en contra suya”.
Eduardo Salazar ha negado rotundamente, lo mismo que hizo ante el capataz, de que eso fuera cierto, tildándolo de “mentira”. Apela a su veteranía como costalero y al recorrido que lleva en la hermandad y pone como avales que “jamás haría algo en contra de mi cofradía y menos en lo referente a la cuadrilla del Dulce Nombre. No soy así y el que me conozca sabe que es impensable esa forma de actuar en mí”.
“Le pedí a la cuadrilla que siguieran en su trabajo y que respeten el oficio costalero y a la hermandad, como lo han hecho siempre”, palabras que asegura que fueron las únicas que dijo a la cuadrilla cuando se dispuso a abandonar la casa de hermandad tras no ser igualado
Cuenta que Yesa sí se dirigió a la cuadrilla para corroborar que “el que lo ha echado he sido yo”, en referencia a Salazar. Tras decir esto y tras oír de los reunidos que sus argumentos no eran ciertos, anunció su renuncia.
Así pues, los rescoldos de ese ‘incendio’ siguen calientes. Recordar que como causa de la dimisión de Juan Pedro Jiménez, irrevocable y elevada a la Delegación de Hermandades, según dijo a este medio, de debía a la “cuadrilla del palio”.