El singular capítulo que ha protagonizado Hermandad de la Mortaja sobre si cabían o no en la Catedral, llevando el paso a su misma puerta, midiendo las anchuras y poniendo sobre la mesa diferentes opciones que un día eran buenas y al siguiente no, ha encontrado una solución, adelantada por este medio.
El hermano mayor de la cofradía, Manuel Garrido, lo achaca todo, en declaraciones a lavozdelsur.es, a que no han podido entrar en la Catedral para hacer la prueba definitiva, “por circunstancias especiales que concurrían, no por nosotros. Cada vez que hemos intentado meternos en la Catedral, ha habido un besamanos por ejemplo. Además ha habido que esperar a que el decreto del obispo aprobando el Sábado Santo estuviera en la calle y no antes para evitar especulaciones”.
Como ya se conoce, en la Catedral entrarán los nazarenos pero no el paso. “El Obispo y la Unión de Hermandades nos pidieron que solucionáramos este asunto. Han sido tres las partes implicadas, porque tanto el Cristo de las Almas como el Santo Entierro lo tenían muy claro”. Así las cosas, manifiesta, que “los únicos que tenían un problema con el paso éramos nosotros y se ha solucionado; no ha habido otra opción que la solución alcanzada. Para el año que viene estudiaremos todo lo que haya que hacer”.
¿Recortarán en anchura el paso? Esa posibilidad no se contempla dado que sería una operación sumamente complicada y difícilmente realizable. Antes de adoptar cualquier remedio, Garrido tiene claro que “lo que tenemos que hacer primero es probar el paso dentro de la Catedral, que no lo hemos hecho”.
En cuanto al comunicado difundido por un grupo de hermanos “indignados” en el que se lanzan severas críticas a la junta de gobierno actual, sobre la que se pide su dimisión, el hermano mayor solo dice que “si es hermano, vete a tu hermandad y pregunta. Yo creo que lo bueno, lo malo, lo regular, viene de la calle. Nosotros seguimos”.
Asegura que dicha nota, “a mí personalmente no me afecta que un hermano hable mal. Yo estoy abierto para hablarle al que sea” y profundiza en el asunto, “no queriendo entrar al trapo”, poniendo de relieve que “muchas de estas personas no se dan cuenta que no van a los cultos, que no se hacen presentes en la casa de hermandad, que no los vemos. Son hermanos de pago, que a nosotros nos vienen de maravilla, porque somos una hermandad económicamente débil”n y concluye diciendo que “para poder hablar de una persona, mínimamente la tenemos que conocer. Si no la conozco debo de quedarme con la boquita cerrada”.