Se cumplieron los pronósticos. Estaba cantado que en la tarde del Lunes Santo llovería; así fue pero con unas precipitaciones que empezaron muy débiles y sobre las 20 horas dejó caer un gran chaparrón que pilló en la calle a Candelaria, Amor y Sacrificio y a La Paz, mientras que La Sed pudo llegar a la Catedral. La mojada fue de época para estas tres cofradías. El palio de La Candelaria llegó a San Francisco, el misterio entró en la Catedral. La cofradía de Madre de Dios buscó refugio en Santo Domingo, La Paz se quedó en la Seo al igual que La Sed. Amor y Sacrificio regresó a Madre de Dios entrando a las 22,10 horas. El resto saldrán de la Catedral el domingo tras la misa de Resurrección, que se inicia a las 11 horas.
Así quedó ayer la cosa tras el espanto de la tarde. De antemano se sabía que a más de una cofradía no le temblaría el pulso en echar a su hermandad puertas a fuera del templo. Es lo que tiene cuando tras dos años sin salir, las ganas pueden a la razón. Habrá que insistir en un principio básico que parece haberse olvidado: la lluvia es incompatible con las procesiones. Tratar de hacer lo contrario es un despropósito.
La razón debe mandar cuando llega el tiempo de lluvia en Semana Santa. No vale trampear: salir para ver hasta dónde se llega o buscando la Catedral para refugiarse hasta otro día más propicio e incluso darse un vueltecita por el barrio. Sin entrar en evaluar lo que hizo cada una -serán los hermanos los que pidan responsabilidades a sus respectivas juntas-, de las previsiones se sabía desde hacía muchas horas que el agua caería sí o sí. Al final, capotes puestos sin que la imagen se pudiera ver, calles semi vacías y el miedo metido en el cuerpo por el cielo encapotado y amenazante; pasos corriendo, los cortejos apretando el paso -afortunadamente se mantuvo la compostura- y todo lo que es normal, quebrado de tal forma todo, que estar en la calle no tenía ningún sentido, rozando el ridículo.
La evolución del cielo señalaba a todas luces que los partes se cumplían. Salir lloviendo es una temeridad por mucho que le susurren al oído del hermano mayor que esto no será nada. Así fue, no fue nada en comparación con la que cayó sobre las 20 horas cuando pasó a chaparrón con Amor y Sacrificio, Candelaria y Fátima -rompió parte de la talla del respiradero del misterio al chocar con un palco- en la calle. Para olvidar.
En lo cofrade, La Candelaria se vio con otros aires en su caminar, como quería Paco Yesa que se estrenó como capataz de la cofradía. Por cierto, que a este palio volvieron las esquinas adornadas con centros florales muy a como se veía en la década de los 90 en Jerez. Algo más discutible, en cuanto a su idoneidad, es el monte multicolor que se le instaló al Cristo de la Sed. En Las Paz mal estreno para el dorado de gran parte del canasto. A ver qué consecuencias tiene. Nadie quita mérito al heroísmo costalero de largas chicotás a paso de lluvia y sin resuello, alcanzar refugio. Numantino; podría haberse evitado un espectáculo que causa más pena que otra cosa. Las hermandades no están para que en Semana Santa hagan numeritos como estos.
¿Acertaron Cena y Viga? Sin duda. La madurez pudo sobre el corazón aunque ciertamente hubo tentaciones en ambas en las que salir fue lo que se quiso hacer. Lunes Santo roto por completo, de carreras, de paraguas, de aguaceros, de lágrimas por no salir o por ver cómo la caía la mundial a pasos y nazarenos mientras asistíamos impotentes a tan esperpéntica situación.
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