Los ritos del Domingo de Ramos regresaron del mismo modo que la Semana Santa, como si no hubieran pasado dos años. Es curioso cómo la mente humana es capaz de situarse en el hoy absoluto sin mirar atrás. Mejor vivir para poder seguir recordando que cuando lo bueno y lo que se quiere falta, más se echa de menos. Pues parece que la gente quiso revivir esas sensaciones pero con todos sus avíos cofrades. ¿Hubo más gente ayer que el sábado? Posiblemente sí; no el desborde de otros años.
En conclusión, hubo mucho público, pero no tanto como el esperando después de dos años: gente en la calle ya desde por la mañana y después llenando la Carrera Oficial, de la que hubo abandonos notables -no masivos- cuando el viento y el frío arreció. El Domingo de Ramos tuvo sus dos fases de costumbre, la mañana de misa de palmas, de visitas a las cofradías para ver los pasos, de mucha tertulia y de copas y cervezas en los bares. Y la tarde con la formalidad que requiere ir a ver procesiones ya sea buscándolas o sentados en una silla.
El levante, que se radicalizó del todo desde bien temprano, restó brillantez a la jornada: a la caída de la tarde no hubo nada encendido más allá de las farolas: cirios de hermanos como recién sacados de la caja sin apenas uso, candelerías apagadas dejando a las imágenes en la penumbra de los palios, candelabros de misterios imposibles de mantener encendidos... Es lo que tiene el viento del Este que por aquí sufrimos con más asiduidad de la que nos gustaría.
¡Ah! Sin dejar de lado el frío que se dejó caer con la noche. ¿Cuántos jóvenes se arrepintieron al vestir los modelitos de primavera minimalistas en telas?, amén de los taconazos que son la misma inquisición para los pies. En esto de la vestimenta también volvieron muchos trajes oscuros y de forma mayoritaria en los jóvenes. ‘Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos’, dice lo popular de toda la vida; aunque no lo crean, son mayoría los que sacan algo nuevo a las calles. Qué mejor excusa que lucirse en Semana Santa.
En incidentes destacar que una furgoneta del SAS, aparcada en la calle Limones, la taponó impidiendo el avance de la Hermandad de la Borriquita. La operación de retirada del vehículo llevó unos 40 minutos, provocando este retraso en la cofradía lasaliana, lo que implicó el mismo efecto en todas las que le precedían. También al palio del Perpetuo Socorro se le rompió un brazo de uno de los candelabros de cola. Ese suceso de la calle Limones hizo que las hermandades entraran más tarde en Catedral aguantando el parón. También se variaron las recogidas. La última del día en recogerse fue la de Pasión, que lo hizo a las 2.40 de la madrugada cuando su hora establecida era la 1.45. Fue la más afectada por lo sucedido con La Estrella. A las 2.12 horas entraba el palio del Transporte apenas un cuarto de hora tarde; El Perdón entró a las 23.30 horas en vez de a las 22.55.
Hay un signo del Domingo de Ramos del que es culpable la Hermandad de la Borriquita. Al ser la primera en entrar en el Palquillo, un pequeño entrega una palma rizada que queda en la mesa del control toda la Semana Santa; también se quedan las palmas que se le colocan a los nazarenos que forman parte del monumento a las cofradías en Cristina. Cosas que suceden casi espontáneamente y que se convierten en tradición. En lo puramente cofrade, el Domingo de Ramos respondió a los cánones de siempre. No hubo cambios significativos y ninguna incorporación nueva. Dejando al lado la tragedia estética de los pasos apagados, los arreglos florales fueron en general magníficos y elegantes; cada hermandad no innovó o experimentó. Mantuvieron sus cánones estéticos.
En lo musical, la banda de la Puebla de Río dejó una nota de gran calidad junto al Rosario de Cádiz, formación que estuvo sencillamente genial. Los cortejos tuvieron sus pares y nones. A simple vista fue muy lucido el de Pasión; Coronación y Estrella ordenados y numerosos, tal vez no como en 2019, especialmente en la de Los Desamparados. De forma general, los números se mantuvieron o subieron algo pero poco. Impacto positivo en el estreno del los ladrones en el paso del Perdón: el conjunto ha ganado y muy armonizadas las dos tallas con el crucificado de Pinto Berraquero.
En el andar de los pasos todo correcto. Nadie se salió del guión de sus respectivos estilos; mesura y buen hacer excepto en las cuadrillas a la que le gustan los cambios, nunca sale todo bien. Pasión dejó muestras de la sabiduría que hay frente al llamador y bajo las trabajaderas, con una cantidad de costaleros importante.
La hostelería siguió feliz por segundo día. Algunos propietarios reconocían que el sábado les pilló la bulla por sorpresa, tanto que la reposición de bebidas y comida no llegó para aguantar la numerosa clientela que ayer a llenar bares, terrazas y hasta los puestos ambulantes, carritos incluidos. Por cierto, ¿quién ha permitido la instalación de un chiringuito ambulante en la placita del monumento a González Byass frente a Alameda Vieja? No solo el sitio es inadecuado sino que quita toda la vista de la Encarnación y la Catedral. Buen tino que tuvo el que dio el permiso.
Comentarios