Hubo Martes Santo de milagro porque los pronósticos no daban un duro a favor de la jornada sin lluvias por la tarde noche. Pero nos tocó la china otra vez y a las 22.40 horas se puso a llover, primero tímidamente, después con más fuerza. Volvimos al destrozo de un martes que transcurría feliz excepto por los retrasos obligados al darse las cofradías un margen de una hora para salir. Lo hicieron todas, excepto La Defensión que desde muy temprano tuvo claro suspender la procesión. Tan temprano lo comunicó que a no pocos hermanos les pilló de camino a Capuchinos o en su propia casa vistiéndose, circunstancia que molestó a algunos de ellos por enterarse de la decisión a través de los medios.
La recogida del Cristo del Amor cerró la jornada a las 3.38 horas de la madrugada, después de haberse resguardado en la Catedral y esperar a que desapareciera el riesgo de lluvia. Los Judíos entró en San Mateo a las 3.20 de la madrugada después de una noche de locos: el misterio se fue a la Catedral y el palio a Santo Domingo. Decidieron que cada paso y desde el lugar donde estaban, tomaran el camino más corto para llegar a su iglesia, por separado. La Clemencia, el misterio, buscó refugio en la escuela de San José, pero el olivo del paso no permitía el acceso al patio y se quedó en el dintel de la trasera de San Marcos; el palio se metió en San Marcos. Más tarde, ambos se reunían en el oratorio de la escuela y desde allí se irán el domingo próximo.
Bondad entró en La Victoria y desde allí, cuando escampó, marchó rápidamente para el santuario. La Salud entró en San Rafael a las 3.20 de la madrugada; a la 1.38 se recogió Salvación tras aguardar en San Juan de Letrán. Esto es en síntesis lo que ayer sucedió bien entrada en la noche. No hubo mojadas como las del lunes, la lluvia fue mucho menos intensa pero sí se prolongó algunos minutos más.
Antes de todo esto, el sol lucía más que las nubes en el cielo. Parecía milagrosa la mejoría del tiempo después de una tormenta que cayó sobre las tres de la tarde. Devolvió la sonrisa a los cofrade y más aún a los que tenían que decidir qué hacer. Empezó a pedirse la hora de cortesía de tal modo que todo se retrasó una hora en Aladro. Las primeras del día fueron las más arrojadas; entre ellas Bondad y Salvación por el año tan especial que vivían: estrenarse en la Carrera Oficial.
Cronológicamente, a las 17.23 salía el palio de Salud y Esperanza desde San Benito poniendo así a toda la hermandad en la calle. Un poco antes, Salvación ya estaba en medio de la barriada de Las Torres; a las 1.30 salía La Salud recortando camino, como las anteriores, para recuperar tiempo y ajustar así sus horarios para las llegadas a palquillo; la primera en echarse a la calle fue Bondad y Misericordia a las 1.15 horas desde María Auxiliadora. El Amor abría las puertas de su capilla a las 18.44 de la tarde y casi a la misma hora abría San Mateo para que asomara la dorada cruz de guía de Los Judíos.
Así se fue sucediendo una tarde en la que todos rezaban e imploraban por no haber cometido el error del lunes, cuyo recuerdo sigue presente y sobre todo las imágenes del tremendo aguacero. Pese a que en la mañana el pesimismo o más bien el sentido común era lo que se imponía en las declaraciones de los responsables de las cofradías, que de forma mayoritaria daban por hecho quedarse en casa, las buenas nuevas meteorológicas metieron las ganas en el cuerpo aún cuando en poblaciones como Sevilla los chubascos se seguían sucediendo y las suspensiones fueron llegando una detrás de otra.
Por los pelos, al final sí hubo Martes Santo. Durante unas horas y hasta que el agua apareció se pudo disfrutar de lo que pusieron estas cofradías en la calle. La jornada fue histórica. Dos hermandades - Bondad y Salvación- pisaban por primera vez la Carrera Oficial. Lo hicieron con orgullo y muchas ganas de llamar la atención sobre su presencia en el corazón cofrade de Jerez. Mucha ganas costaleras y nazarenos comprometidos; cortejos que deben crecer, una labor en la que se deben empeñar los responsables de ambas hermandades. En cualquier caso, enhorabuena porque el esfuerzo tuvo su premio en el reconocimiento del público y, seguro también, en la satisfacción propia de sus hermanos.
Los Judíos fue grande como siempre. Esta hermandad, señera de la jornada, arrastró multitudes allá por donde estuviera. La pena es que tuvo que correr en exceso para poder cumplir el horario. Tanto fue así que en Merced ante la peña Tío José de Paula, el palio dejó a un cantaor con la saeta en la boca porque no daba tiempo y había que achuchar. Al menos, al Señor de las Penas, sí se le pudieron catar dos en una calle abarrotada. Nos quedamos sin poder disfrutar de las cornetas y tambores de la Centuria tras La Defensión, en un año en el que esta banda venía muy mejorada y con ganas de Jerez e incluso con marcha para La Defensión. La ausencia de este crucificado en el martes junto a La O, se echó en falta. Al final acertó su junta con no salir. El tiempo en esta zona y en abril es una lotería que te puede tocar o no y a Jerez le ha tocado los dos días en los que daban agua.
La Salud presentó un gran cortejo de hermanos que ha ido creciendo con los años de trabajo por San Rafael. Al Señor será la última Semana Santa que lo verémos solo -¿una pena?- ya que para el próximo año empezarán a incorporar las restantes imágenes que conforman la iconografía. La salida de la Salud por el Vía Crucis dejó patente que en un paso a su medida, la imagen que hizo Aguado se basta por sí sola para llenarlo todo. La sabiduría costalera en La Clemencia está muy arriba. El trabajo de la gente de abajo es impresionante: ganas, oficio, fuerza y buen mando en el llamador. Pudimos disfrutar del palio que este año no presentó avances; pero ese frontal completo vale un potosí. Se notó que la banda de la hermandad vino reforzada o al menos dio esa sensación. Un pero, las flores del palio no fueron las más acertadas. Una combinación multicolor no es lo más adecuado para el nivel artístico que esta adquiriendo el conjunto. Una cosa es arreglar de flores un paso y otra arreglar una boda o similar. Pero en cuestión de gustos ya se sabe lo que se dice. En lo que sí se acertó fue en el cambio de detalles en la túnica: el escpulario carmesí, zapatos con hebillas, cordón dorado en vez de esparto. Se ha acertado, ganando en elegancia y personalidad.
El Amor se vio algo más corta de hermanos después de las últimas salidas antes de la pandemia en la que se comprobó una progresión ascendente en nazarenos. No obstante, el orden, la disciplina y la vistosidad suplieron lo otro. Sonar sonaron bien y con fuerza las dos formaciones musicales. En la calle, magnífico ambiente. El Martes Santo en Jerez creció del mismo modo que la nómina cofrade. Mucho público joven. Muchas ganas de Semana Santa y, en consecuencia, bares llenos. En los palcos hubo media entrada. Las previsiones de posibles lluvias echó a muchos abonados atrás.