La Soledad define por sí misma el Viernes Santo jerezano. Es uno de sus iconos, no solo de esta jornada; también es emblema mariano de Jerez y su Semana Santa. La hermandad es grandiosa en la calle por su enraizamiento en el Jerez de siempre y por su puesta en escena en las calles donde manda por delante el grandioso misterio, de Ortega Bru, del Descendimiento.
El estreno más sobresaliente es la restauración del manto de La Soledad que ha recuperado el esplendor de los bordados que hizo hace 75 años para este dolorosa la mítica Esperanza Elena Caro. Jesús Rosado ha sido el artífice de este trabajo, mientras que los nuevos broches de los faldones del Descendimiento los firma Alberto Florido (El Puerto de Santa Maria).
Otro detalle es el nuevo rostrillo para Nuestra Madre y Señora de la Soledad. Es de encaje de punto de aguja, conocido como encaje de Aleson (siglo XIX), que recientemente ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.
Al frente del paso de misterio estará de nuevo, como capataz, Jesús Sanchez Linero; del mismo modo que Martín Gómez Moreno sigue ante el llamador de La Soledad. Las cornetas y tambores de Cristo de la Caridad seguirán fieles tras el Señor. En el palio sonará la calidad musical de la banda portuense Maestro Dueñas.
El recorrido de la hermandad por Ponce y Guadalete, de ida, son calles que aún con la luz de la tarde, la hermandad adquiere un belleza singular. Ya de regreso no cabe duda que la Tornería y calle Porvera volverán serán las últimas escenas de cofradías en la calle en esta Semana Santa.