Quizás por esperar una noticia, se sobrelleva mejor. O quizás no. Porque la Semana Santa es una fecha donde, a veces, ocurren los milagros. No en el barrio del Tiro de Línea este año, finalmente. En la mañana, en las horas previas, a alguno le quedaba la esperanza. Por eso, alguno, una hora después de que se anunciara que no realizaban estación de penitencia, aún había lágrimas.
Curiosamente, cuando se comunicó la decisión a los hermanos, tal y como recogían las cámaras, hubo aplausos. Los de una especie de alivio de "se acabó la espera". La de apoyar a la junta de gobierno. Casi a la misma hora, San Pablo, en la otra punta de la ciudad, pero también una hermandad de barrio, había decidido lo mismo. Ambas juntas hablaron, de hecho. Un efecto dominó que confirmaba el tiempo en este Lunes Santo. Porque hasta eso de las cuatro de la tarde, aún llovía por el barrio del distrito sur sevillano.
De hecho, unos policías nacionales a la entrada, cuando aún había muchos con las túnicas de nazareno, a eso de la una, comentaban que se iban a refugiar ellos mismos en el templo. Fuera, la cosa estaba tranquila. Dentro corría esa humedad del suelo mojado, la de la entrada y salida de personas, de algunos paraguas apoyados en alguna pared.
Por los micrófonos, ante la sala, y ante los dos pasos, pedían que desalojaran, que había que cerrar unos minutos para preparar la tarde, en la que se esperaba la visita de muchas personas del barrio. Con lo que quizás no contaba la hermandad era con que, directamente, tal como se cerró el templo, mucha gente que estaba dentro y había salido, automáticamente se ponía en la cola formada ante la puerta, y hasta sin paraguas, para volver a entrar.
Antonio y Sergio son auxiliares para la procesión, trabajadores. También hermanos. Antonio explica que para él "esto es lo más grande, pero estando el día así, no se puede". Ya cuando tomaban un café por la mañana, antes de entrar, lo comentaban en el bar: "No se va a poder". Y no se pudo. Incluso días atrás, se barruntaba con cierta certeza.
El problema de la hermandad es que es uno de los recorridos más largos de la Semana Santa de Sevilla. No el que más, pero sí que es un buen paseo. Y con dificultades para encontrar refugio. Además, es obligado, lógicamente, salir con mucho tiempo hacia la Carrera Oficial. Eso multiplica las posibilidades de que algo se torciera. Y tanto que se torcía, si a la hora del almuerzo no paraba de llover.
"Estamos dolidos, pero que no se mojen el Cristo y la Virgen", señala Antonio. "Así no quería que saliera", añadía Sergio. "Yo soy más cabezón y quería", responde de nuevo Antonio. "Pero es que esto tiene que ser para disfrutar, y así no se puede disfrutar", dicen ya sin paraguas y asumiendo la lluvia cuando se acercaba la hora de comer. Una conversación de dos auxiliares que es la de toda la Semana Santa de Sevilla.
Antonio cuenta que lleva muchos años enamorado de la Hermandad. Llegó a ser hermano también de Los Panaderos, pero "ya no". Esto tiene que ver con una historia familiar. Su madre falleció apenas pasando los 50 años. Una enfermedad se la llevó demasiado joven. Ella era devota del Cautivo y de Nuestra Señora de las Mercedes.
Habla Antonio con una camiseta puesta con mensajes familiares, y con una medalla del rostro de su madre. Recuerda cuando "en esa esquina", la de la calle Romero de Torres con Almirante Topete, su madre le daba "el bocadillo de jamón". Señala sus manos tatuadas. En una de ellas pone Real Betis, junto a un dibujo de una rana. "Mi madre nada más que me veía con la cruz a cuestas, viendo las manos decía: 'Ese es mi hijo', y me daba el bocadillo. Me las reconocía por una quemadura de pequeño, que ya no se me ve con el tatuaje".
Tal es la devoción por su barrio, el Tiro de Línea, que Antonio se levanta la camiseta y muestra a los dos titulares de la hermandad, a cada lado del abdomen. Y en el centro, por donde baja la traquea, entre los pectorales, la cara de su madre.
Por Santa Genoveva han pasado este Lunes Santo el alcalde, José Luis Sanz, y el arzobispo, José Ángel Saiz Meneses. Ambos, en las visitas previas a cada cofradía, cuando aún no se había anunciado que no habría estación de penitencia. Y pasó también Curry Toscano, subdelegado del Gobierno. Eso sí que es menos habitual.
Toscano ha explicado que existe una relación histórica entre Santa Genoveva y la administración del Estado en Sevilla. "Cada año pasan por la Plaza de España", donde está la sede del organismo, "y se hace una ofrenda". Este sería el primer año que le tocaría a él entregar las flores. A falta de que pase la hermandad por allí, ha ido la Subdelegación. En un año especial, además, con altos cargos de Policía Nacional y Guardia Civil, los dos cuerpos de seguridad del Estado dependientes de Interior e, indirectamente, de las subdelegaciones provinciales. "Este año es diferente, porque son 200 años de la Policía Nacional", explicaba Toscano, "y la Guardia Civil está pasando momentos difíciles". Y tanto, tras el asesinato de dos agentes en Barbate, y la muerte de otros tres miembros del cuerpo en un accidente en Los Palacios hace menos de una semana.
Por la avenida de Los Teatinos también se había apostado miembros de la Agrupación Musical Pasión de Linares, una de las top de Andalucía, y que desde 2019 está acompañando a Santa Genoveva. Uno de sus miembros, conocido como Marchena, explicaba que le tienen mucho aprecio a la hermandad, y que estaban muy ilusionados con tocar en Sevilla. "Este año no puede ser". No desfilarán este Lunes Santo por la avenida de la Constitución, no cerrarán las calles del barrio, no han cruzado la Plaza de España. "Una hermandad de barrio con la que nos gusta estar". Tendrá que ser en 2025. Ya queda menos.
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