Sigue sin poder ser. El Miércoles Santo tampoco escapó de la tremenda Semana Santa de 2024: otro día más que se ha venido abajo. Cierto es que de antemano todos eran conscientes de los partes del tiempo, que daban y siguen dando lluvia, viento y frío -parecido al popular villancico- para lo que resta de semana.
Aunque la tarde dejaba sensaciones algo positivas porque el sol y las nubes alternaban, la tozuda realidad se impuso y cayeron unas gotas a primera hora de la tarde. En ese momento el Soberano Poder estaba decidiendo. Al final dijo no.
Del mismo modo, el Consuelo se quedaba en Las Viñas, decisión que emuló La Amargura. Contra todo pronóstico, Las Tres Caídas, otrora una cofradía muy conservadora en eso de echarse a la calle arriesgando, comunicaba que abría las puertas de San Lucas, echándole un pulso a las nubes y al viento.
El ‘día grande’ de la Semana Santa jerezana, como siempre se ha denominado al Miércoles Santo, que este año contaba con una hermandad menos al pasar al sábado la del Traslado al Sepulcro, no desentonó con lo que viene siendo la tónica de esta semana.
No tuvo el gentío habitual llenando las calles, no transmitió ese ambiente de fiesta grande, de gente llenando los palcos vestida como para las grandes ocasiones… Son algunas de las estampas de un Miércoles Santo normal.
No nos dejó admirar la fuerza de la gente de la Granja, el sabor singular del Consuelo, la exquisitez de La Amargura y al gran icono de esta jornada y de la Semana Santa de aquí, Jesús del Prendimiento y todo lo que arrastra con él.
Algo quedó patente en las calles, que la devoción al Señor Caído no entiende de meteorología adversa. Si bien el acompañamiento fue sensiblemente más corto, por razones lógicas, no dejó de estar presente. La hermandad estrenaba la música de cornetas y tambores tras el paso del crucificado de la Salud. La formación arcense de las Tres Caídas cumplió muy bien con su misión ofreciendo un repertorio de composiciones clásicas adecuadas al espíritu de la cofradía.
Los Dolores en su coqueto paso de palio no tuvo la luz de su candelería por el fuerte viento. El arreglo floral, como es costumbre en este paso, fue variado en cuanto a tipos de flores, en tonos malvas. El ritmo de la cofradía fue muy vivo sin perder tiempo y ganando terreno, más aún desde Cristina cuando empezaron a caer algunas gotas de agua, una leve lluvia, en ocasiones ‘chaparroncitos’, que aparecían y desaparecían por momentos.
Esa rapidez al caminar provocó un enorme corte en el cortejo. Al llegar a la Catedral, la lluvia arreció. El Señor estaba en la Seo, el crucificado en Asunción y el palio en Arenal. La hermandad no hizo ningún amago de quedarse a esperar.
Se volvió el Nazareno. Al escampar, este volvió a salir pero por la puerta de Visitación para alcanzar el Arroyo. Al entrar el Cristo y un poco más tarde el palio de los Dolores, se decidió esperar 20 minutos con la intención de seguir cuanto antes. Sobre las nueve y media de la noche reiniciaron el regreso rápidamente hacia su templo tras el parón que sirvió también para dar descanso a costaleros y nazarenos
Después de lo visto, cabe preguntarse, respetando las decisiones soberanas de cada hermandad, si sabiendo que sí o sí llovía -lo decían todos los pronósticos-, ¿por qué se echa a la calle las Tres Caídas? La pseudo salida procesional fue una suerte de carrera de obstáculos que seguramente a ninguno de los hermanos y menos a los responsables de la hermandad, les habrá aportado algo más allá de dudas e inquietudes constantes desde el primer minuto.