La jornada de vísperas se salvó con éxito en lo meteorológico y con un gran ambiente en las calles de Jerez. El tiempo aguantó e incluso mejoró a la caída de la tarde, manteniéndose las temperaturas elevadas.
El factor tiempo fue imprescindible para entender el gentío que se echó a las calles para ver a la única hermandad que queda en el Sábado de Pasión.
Desde la salida de la Entrega, pasado el mediodía, los cofrades de Guadalcacín intuyeron que la jornada sería soberbia. Las calles de la ELA se llenaron para presenciar los primeros momentos de la salida procesional, ambiente que llenó de ánimo a los nazarenos y costaleros para cumplir por tercer año el reto de recorrer trece kilómetros y algo más de catorce horas de procesión.
Podría ser este 2024 el último en el que la cofradía sale en las vísperas. Si se cumple el plan trazado por el presidente del Consejo, en 2025 podría entrar en la Carrera Oficial. Solo restaría que La Redención, que quiere dejar el jueves, elija el día al que quiere pasar -miércoles o viernes- para que la de Guadalcacín tenga claro la jornada en la que se insertaría.
Aún queda mucho por decidir y pensar como si se recogerá o saldrá de un templo del centro o lo harán como siempre. Restan muchos días por delante y una magna para decidir ese futuro.
El ahora pasa por poner en valor el gentío que acompañó a la hermandad, el cual se multiplicó cuando entró en la zona del centro y particularmente cuando la banda del Rosario de Cádiz se puso tras el paso en la plaza del Caballo.
El efecto llamada de esta formación de moda fue impresionante. Centenares de personas esperaban en ese lugar la llegada de los músicos gaditanos. Queda claro que lo de esta banda se mide con otros parámetros.
Que la meteorología influyó es cierto no solo por la paz reinante en el cielo, también porque en los adentros de la gente mandaba ver y vivir a tope lo de hoy por si al final se cumplen las predicciones que dan lluvia todos los días de esta Semana Santa, algo que podría chafarlo todo.
Desde Santo Domingo, barrio de San Pedro, Larga, Tornería, Rivero, San Marcos… la cantidad de público fue impresionante, sin precedentes en anteriores sábados de Pasión, una jornada de locura.
La hermandad fue ejemplar en todo momento en un año de especiales emociones para el capataz, Tomás Sampalo, ante la pérdida de su hijo. Desde que dio el primer toque de llamador, los gestos hacia él fueron constantes desde dentro y desde las aceras.
El paso estrenaba la talla de la trasera además de las nuevas vestiduras de la imaginería secundaria, un cambio que ha propiciado que el conjunto haya ganado muchos enteros. El arreglo floral fue elegante y sencillo: calas, rosas y siempre vivas, todas en tonos morados y malvas.
El paso anduvo con cambios, trabajando las marchas y con fuerza en las trabajaderas, en las que igualaron alrededor de 200 costaleros. La fila nazarena se vio más nutrida. La hermandad dio cuenta informando que fueron unos 180 los que formaron el cortejo.
Son algunos datos de lo que fue La Entrega este año con una salida en la que se ha afianzado y ganado el cariño del Jerez cofrade, que sigue admirando el esfuerzo que hace por salvar todos los obstáculos para llegar al centro. Y más aún cuando no se acobardan ante desafíos como el que se aventura para dentro de un año.