El ofrecimiento del obispo José Rico Pavés de "hablar" sobre retomar un Sábado Santo con procesiones, declaraciones vertidas en una entrevista en profundidad con lavozdelsur.es, se enfrenta a una realidad en la que conseguir que la jornada tenga 'peso' cofrade es más que difícil. Fue en 1984 cuando monseñor Bellido Caro cerró la maniobra para suprimir las procesiones en el Sábado Santo en Jerez, aplicando un decreto que tomaba como argumento preservar la jornada para la meditación y la preparación de la Vigilia Pascual, establecida como de celebración obligatoria por el papa Pio XII en 1956. Dos hermandades, Santo Entierro y Santa Marta, pasaron a los días pasionales, la primera volviendo ese mismo año a sus orígenes en el Viernes Santo mientras que la segunda encajó en el Miércoles Santo.
Desde entonces la reivindicación de volver a tener procesiones en la jornada del sábado ha sido una constante en el mundo cofrade sin que los sucesivos obispos, Del Río y Mazuelos, dieran su consentimiento y, por lo tanto, respetando lo que decretó Bellido en su día. Hubo varios intentos tanto por la Unión de Hermandades como por la hermandad de La Piedad. Alcanzaron unos escasos y muy endebles avances frente a lo que pretendían. La concesión más llamativa desde Bertemati fue proponer salir a mediodía pero con la obligación de recogerse sobre las siete de la tarde, algo que lógicamente se rechazó.
Se quería un Sábado Santo pleno pero, como se excusó entonces desde la Casa de la Iglesia con toda lógica, sería necesaria la implicación de más hermandades. Solo con una no se justificaba la activación de las procesiones, tanto por razones ‘pastorales’ como por la operatividad que implicaba activar la Carrera Oficial. Pese a los esfuerzos por convencer a determinadas cofradías, que por su perfil podrían entrar en la jornada, no se consiguió más que el deseo del Santo Entierro, que ahora pone en duda si desea la vuelta, y el de La Mortaja, hermandad que sí tenía y tiene clara su pretensión de entrar; actualmente es la única, junto a La entrega, que queda en el Sábado de Pasión. Santa Marta no quería ni quiere volver.
Entre tanto, la hermandad con sede en el Calvario sigue padeciendo ser la última del Viernes Santo con retrasos que le han llevado a recogerse algunos años sobrepasando las cuatro de la madrugada. Las consecuencias van más allá. Los cofrades del Santo Entierro reconocen el daño que les provoca tanto en el número de nazarenos como en los costaleros, cuyo esfuerzo se multiplica al ir al remolque de las cofradías que lleva por delante.
Para 2022, la corporación ha solicitado a la Unión de Hermandades que se aplique el ofrecimiento que en 2019 les hizo monseñor Mazuelos que, acompañando a la procesión, llegaron a la plaza de la Asunción pasada la medianoche en otro Viernes Santo con graves retrasos.
Fue él mismo el que ofreció a la hermandad que para el año siguiente, 2020, hicieran estación de penitencia en San Dionisio y desde ese lugar iniciar el regreso al Calvario sin tener que ir a la Catedral: “donde está el obispo está la Catedral”, sentenció aquel día el prelado. Ahora, tras los dos años sin procesiones por la pandemia, la cofradía retoma aquel ofrecimiento para aliviar así su ‘Calvario’ de cada Viernes Santo. Además, ha solicitado retrasar todas las salidas de las hermandades del viernes en una hora. Así las cosas, parece que esta hermandad, una vez que ponga en práctica la idoneidad de este invento que recorta sustancialmente su permanencia en la calle, verá si seguirá reivindicando el Sábado Santo o se queda en el viernes, jornada que históricamente ha sido la suya.
Otra cuestión es el escenario que se le presenta a la Unión de Hermandades si finalmente eleva la propuesta al obispo. A día de hoy solo cuenta con el probable sí de una cofradía y las serias dudas de La Piedad. Tan escasa querencia no justificaría la activación cofrade del Sábado Santo con todo lo que implica. Si el prelado exige un mayor ‘peso’ cofrade para dar un sí a la jornada, habrá que convencer a otras hermandades para que entren. Difícil labor si se tiene que hacer ‘por las buenas’; más fácil sería mediante decretazo, algo que seguramente Rico Pavés no estaría dispuesto a hacer, dado su carácter conciliador y de consenso.
Otro aspecto será el ‘equilibrio’ que dijo el obispo que hay que buscar entre las necesidades de las cofradías, la liturgia del día y la normativa diocesana. Podemos encontrarnos con una propuesta similar a la que se dio en su momento de salir a mediodía y recogerse a la caída de la tarde. No hace falta ser adivino para adelantar que esta u otras ideas parecidas no serán del agrado cofrade que prefiere un día normalizado en todas sus expresiones.
Una jornada que tenga solvencia cofrade, que sea capaz evitar que los cofrades jerezanos se queden aquí y no emigren a Sevilla, un Sábado Santo que recupere la costumbre de tener procesiones ya que la tradición es muy débil si tenemos en cuenta el mucho tiempo que ha pasado desde el último con procesiones y que no existe una herencia secular de cofradías en la jornada: tan solo durante 23 años tuvo hermandades el Sábado Santo en Jerez.
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